Más tarde, volviendo de Johannesburgo a Pretoria, a la salida de la ciudad, todavía entre hileras de casas, yacía en una calzada un nativo al que sin duda había atropellado un vehículo. Un círculo de africanos, y alguno blanco que perdía el tiempo, le rodeaban. Detuvimos el Zephyr. Al cabo de una media hora llegó una ambulancia, pero después de que los enfermeros le examinaran, dejaron el cuerpo y partieron.
Un blanco con sombrero de paja y tirantes anchos me confirmó con sonrisa amistosa: "Era una ambulancia para blancos, no le podía llevar al hospital. Paciencia, ya vendrá una ambulancia para nativos".
Fernando MORÁN, Palimpsesto. A modo de memorias, Espasa, Madrid, 2002.