Alister Watson era un fracasado. En Cambridge se le consideraba como un estudiante brillante, destinado a los máximos honores académicos, hasta que se descubrió un importante error de bulto en su tesis.
Alister era una figura trágica, cuya vida se había torcido lamentablemente. Era un hombre que prometía mucho y había logrado muy poco, mientras que algunos de sus amigos habían alcanzado la fama y, en el caso de Turing, la inmortalidad.
Peter WRIGHT, Cazador de espías, Círculo, Barcelona, 1988.