Jorge Luis BORGES: "Nadie puede leer dos mil libros. Yo no habré pasado de una media docena. Además no importa leer, sino releer."

domingo, 27 de enero de 2013

ALLENDE: La Inquisición en Chile

En tiempos de la colonia, cuando Chile dependía del virreinato de Lima, llegó un cura dominico del Perú, enviado por la Inquisición, para acusar a unas señoras de la sociedad de practicar sexo oral con sus maridos (¿cómo lo averiguó?). El juicio no llegó a ninguna parte, porque las damas en cuestión no se dejaron apabullar. Esa noche mandaron a los maridos, quienes mal que mal también habían participado en el pecado, aunque a ellos nadie los juzgaba, a disuadir al inquisidor. Éstos lo sorprendieron en un callejón oscuro y sin más trámite lo caparon, como a un novillo. El pobre dominico volvió a Lima sin testículos y el asunto no volvió a mencionarse. 

Isabel ALLENDE, Mi país inventado,  Plaza y Janés, Barcelona, 2003.

sábado, 19 de enero de 2013

AMBROSE: Pero derrumbarme, no

Dick Winters

 En Bastogne yo había llegado a ese punto en el que sabía que en cualquier momento me tocaría a mí. Tarde o temprano me tocaría a mí. Sólo esperaba que no fuese demasiado duro. Pero nunca tuve miedo de derrumbarme. Sólo sentía que tarde o temprano la palmaría. Pero derrumbarme, no, eso, no. Ves a la gente que cae a tu alrededor cada día, cada día, una y otra vez... y no sabes durante cuánto tiempo continuará esa situación. ¿Seguirá para siempre? ¿Volveré a casa alguna vez?

Stephen E. AMBROSE, Hermanos de sangre, Salvat, Barcelona, 2002.

jueves, 10 de enero de 2013

CAVAFIS: Murallas


Sin consideración, sin piedad, sin recato,
grandes y altas murallas en torno mío construyeron.
Y ahora estoy aquí y me desespero.
Otra cosa no pienso: mi espíritu devora este destino,
porque afuera muchas cosas tenia yo que hacer.
Ah, cuando los muros construían no estuve atento.
Pero nunca escuché ruido ni rumor de constructores.
Imperceptiblemente fuera del mundo me encerraron.


miércoles, 2 de enero de 2013

QUEIPO DE LLANO: Don Quijote y Sancho


 Te regalo este libro para que en tus ratos de ocio te entretengas leyéndolo —aunque a veces te aburra mucho—, para que vayas aprendiendo y dándote cuenta del contraste entre el hombre que antepone a todo un ideal, Don Quijote, y el que sólo obra por el móvil de su egoísmo y de sus instintos, Sancho Panza.

Yo fui más Quijote que Sancho. Estuve en mi manera de proceder cerca de aquel y, como él, sufrí puñadas y manteamientos. Pero no puedo quejarme.

Irás aprendiendo que en la vida los Sanchos, con bajezas e indignidades, viven. Por eso son más abundantes.

Que marches siempre por la vida siguiendo los dictados de la dignidad.

Ana QUEVEDO Y QUEIPO DE LLANO, Queipo de Llano: gloria e infortunio de un general,  Planeta, Barcelona, 2001.