Jorge Luis BORGES: "Nadie puede leer dos mil libros. Yo no habré pasado de una media docena. Además no importa leer, sino releer."

domingo, 27 de octubre de 2013

HOFFMANN - La entrada de Carlos V en Amberes

 

Hans Makart había logrado cierta fama en Viena con un enorme lienzo, La entrada de Carlos V en Amberes. ¡Y qué fama! Entre las hetairas desnudas, los maridos de la alta sociedad vienesa reconocieron o creyeron reconocer a sus esposas. Lo cual trajo como consecuencia divorcios, crímenes y suicidios. Para Hans Makart fue la campanada de la gloria.

Heinrich HOFFMANN, Yo fui amigo de Hitler, Luis de Caralt, Barcelona, 1955.

lunes, 21 de octubre de 2013

KANG: Ventosidad contrarrevolucionaria

 

Designaban a uno para hacer la autocrítica del grupo. El orador debía ser el que más necesitara la autocrítica.

En general, las sesiones no se ocupaban de grandes faltas. Lo más importante del procedimiento era respetar las formas. En especial, la referencia a las lecciones ejemplares de Kim Il Sung era indispensable. Ahora bien, estas sesiones se desarrollaban de una forma tan convencional que no nos las tomábamos demasiado en serio, a pesar del gesto severo de los agentes y del silencio riguroso que debíamos mantener. Con el menor incidente nos distraíamos, como niños cansados en un curso que no les concierne. Muchas veces ocurría que alguien se tiraba un pedo en medio de un discurso de autocrítica. Ese pequeño detalle era suficiente para que se rompiera por completo la apariencia de solemnidad que reinaba en la sala, lo que sacaba de quicio a los guardias. A veces hacían la vista gorda, como si no hubieran escuchado nada; otras:

—¿Quién se ha tirado un pedo? —gritaban furiosos—. ¡Que se ponga de pie el que se haya tirado un pedo!

Como no se movía nadie, los agentes insistían y resonaban las acusaciones. Su autoridad se poma a prueba. Nos obligaban a quedarnos quietos hasta que el criminal confesase. Cuando finalmente era identificado, se le empujaba hasta la mesa de autocrítica y debía pagar su pedo con un mea culpa y una semana de trabajo suplementario.

KANG Chol Hwan, Pierre RIGOULOT, Los acuarios de Pyongyang,  Amaranto, Madrid, 2005.


martes, 15 de octubre de 2013

TALESE: Señales de intento de violación

 

Las siluetas de los maniquíes de la Quinta Avenida han sido modeladas a partir de algunas de las mujeres más atractivas del mundo. Mujeres como Suzy Parker, que posó para los maniquíes de Best & Co., y Brigitte Bardot, que inspiró algunos de los de Saks. El empeño de hacer maniquíes cuasihumanos y dotarlos de curvas es quizás responsable de la bastante extraña fascinación que tantos neoyorquinos sienten por estas vírgenes sintéticas. A ello se debe que algunos decoradores de vitrinas hablen frecuentemente con los maniquíes y les pongan apodos cariñosos, y que los maniquíes desnudos en un escaparate inevitablemente atraigan a los hombres, indignen a las mujeres y sean prohibidos en Nueva York. A ello se debe que algunos maniquíes sean asaltados por pervertidos y que una esbelta maniquí de una tienda de White Plains fuera descubierta no hace mucho en el sótano con la ropa rasgada, el maquillaje corrido y el cuerpo con señales de intento de violación. Una noche la policía tendió una trampa y atrapó al asaltante, un hombrecito tímido: el recadero.

Gay TALESE, Retratos y encuentros, Alfaguara, Madrid,  2010.

jueves, 10 de octubre de 2013

Ganador por descalificación

 

La vaca se desperezó aturdida, deslumbrada por el sol, tras una noche infame en la que se emborrachó dos veces: la primera, una mezcla de ginebra, vodka y tequila no lograron pasar del retículo y el rumen de su estómago, vomitando todo su contenido. Como buen rumiante volvió a beberse el líquido regurgitado, que fue absorbido en el omaso y fermentado en el abomaso, ocasionándole la segunda borrachera. Al despertar, se encontraba en mitad del desierto. Sin comprender cómo había llegado hasta allí, desorientada, miró el paisaje a su alrededor y exclamó: -¡Joder, me he comido todo el césped!.

El relato era "bueno y hasta underground", así que casaba a la perfección con la temática central de la edición de este año del certamen La Risa de Bilbao. Y por eso se llevó el primer premio del Concurso de Microcuentos del festival, fallado el pasado sábado. Pero el problema es que no era original, requisito recogido en las bases. De hecho, el texto presentado por Jaime Molina García bajo el título 'La Vaca' se "sustenta en la misma idea y tiene el mismo final que un chiste anónimo que se encuentra en varias páginas de Internet". Por eso, la organización ha procedido a descalificar al autor granadino, informático profesional y escritor aficionado, que incluso viajó hasta Bilbao para recoger el premio. El jurado hará público hoy mismo el nombre del nuevo vencedor del concurso, que saldrá de los nueve finalistas, y que se llevará el premio de un viaje al Caribe para dos personas.

Es la primera vez en las cuatro ediciones de este concurso que se detecta un caso de este tipo. El plagio fue descubierto el pasado martes por un grupo de aficionados a los premios literarios, que dio la voz de alarma a la organización de 'La Risa de Bilbao'.

El jurado del premio ha escogido un nuevo ganador entre los otros nueve microcuentos finalistas. Se trata del giennense Plácido Romero, y el cuento ganador se titula 'Felicidad en la maquila'.

En esta IV edición del Concurso de Microcuentos La Risa de Bilbao-Viajes Eroski se ha vuelto a batir el récord de participantes, superando los 416 presentados en 2012. Han sido un total de 432 los recibidos.

Koldo DOMÍNGUEZ,  Descalifican por plagio al ganador del concurso de microcuentos de La Risa de Bilbao

El Correo, jueves 10 de octubre de 2013

miércoles, 2 de octubre de 2013

S.T.T.L. Tom Clancy


El capitán de navío de la Marina soviética Marko Ramius vestía las ropas especiales para el Ártico que eran reglamentarias en la base de submarinos de la Flota del Norte, en Poliarni. Lo envolvían cinco capas de lana y tela encerada. Un sucio remolcador de puerto empujaba la proa de su submarino hacia el norte para enfrentar el canal. Durante dos interminables meses su Octubre Rojo había estado encerrado en uno de los diques —convertido en ese momento en una caja de cemento llena de agua— construidos especialmente para proteger de las severas condiciones ambientales a los submarinos lanzamisiles estratégicos. Desde uno de sus bordes, una cantidad de marinos y trabajadores del astillero contemplaba la partida de su nave con la flemática modalidad rusa, sin el más mínimo agitar de brazos ni un solo grito de entusiasmo.

Tom CLANCY, La caza del Octubre Rojo, Círculo de Lectores, Barcelona, 1987.