Meriones dejó sin vida a Fereclo, hijo de Tectón Harmónida, que con las manos fabricaba toda clase de obras de ingenio, porque era muy caro a Palas Atenea. Éste, no conociendo los oráculos de los dioses, construyó las naves bien proporcionadas de Alejandro, las cuales fueron la causa primera de todas las desgracias y un mal para los troyanos y para él mismo. Meriones, cuando alcanzó a aquél, lo alanceó en la nalga derecha; y la punta, pasando por debajo del hueso y cerca de la vejiga, salió al otro lado. El guerrero cayó de hinojos, gimiendo, y la muerte lo envolvió.
HOMERO, La Ilíada.
Jorge Luis BORGES: "Nadie puede leer dos mil libros. Yo no habré pasado de una media docena. Además no importa leer, sino releer."
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martes, 22 de mayo de 2012
jueves, 17 de mayo de 2012
PLATÓN: Alcibíades acosa a Sócrates

Creyendo al principio que se enamoraba de mi hermosura, me felicitaba yo de ello, y teniéndolo por una fortuna, creí que se me presentaba un medio maravilloso de ganarle, contando con que, complaciendo a sus deseos, obtendría seguramente de él que me comunicara toda su ciencia. Por otra parte, yo tenía un elevado concepto de mis cualidades exteriores. Con este objeto comencé por despachar a mi ayo, en cuya presencia veía ordinariamente a Sócrates, y me encontré solo con él. Es preciso que os diga la verdad toda; estadme atentos, y tú, Sócrates, repréndeme si falto a la exactitud. Quedé solo, amigos míos, con Sócrates, y esperaba siempre que tocara uno de aquellos puntos, que inspira a los amantes la pasión, cuando se encuentran sin testigos con el objeto amado, y en ello me lisonjeaba y tenía un placer. Pero se desvanecieron por entero todas mis esperanzas. Sócrates estuvo todo el día conversando conmigo en la forma que acostumbraba y después se retiró. A seguida de esto, le desafié a hacer ejercicios gimnásticos, esperando por este medio ganar algún terreno. Nos ejercitamos y luchamos muchas veces juntos y sin testigos. ¿Qué podré deciros? Ni por esas adelanté nada. No pudiendo conseguirlo por este rumbo, me decidí a atacarle vivamente. Una vez que había comenzado, no quería dejarlo hasta no saber a qué atenerme. Le convidé a comer como hacen los amantes que tienden un lazo a los que aman; al pronto rehusó, pero al fin concluyó por ceder. Vino, pero en el momento que concluyó la comida, quiso retirarse. Una especie de pudor me impidió retenerle. Pero otra vez le tendí un nuevo lazo; después de comer, prolongué nuestra conversación hasta bien entrada la noche; y cuando quiso marcharse, le precisé a que se quedara con el pretexto de ser muy tarde. Se acostó en el mismo escaño en que había comido.
—Sócrates, ¿duermes? —le pregunté al cabo de un rato.
—No —respondió él.
—Y bien, ¿sabes lo que yo pienso?
—¿Qué?
—Pienso —repliqué— que tú eres el único amante digno de mí, y se me figura que no te atreves a descubrirme tus sentimientos. Yo creería ser poco racional, si no procurara complacerte en esta ocasión, como en cualquiera otra, en que pudiera obligarte, sea en favor de mí mismo, sea en favor de mis amigos. ningún pensamiento me hostiga tanto como el de perfeccionarme todo lo posible, y no veo ninguna persona, cuyo auxilio pueda serme más útil que el tuyo. Rehusando algo a un hombre tal como tú, temería mucho más ser criticado por los sabios, que el serlo por el vulgo y por los ignorantes, concediéndotelo todo.
A este discurso Sócrates me respondió con su ironía habitual:
—Mi querido Alcibíades, si lo que dices de mí es exacto; si, en efecto, tengo el poder de hacerte mejor, en verdad no me pareces inhábil, y has descubierto en mí una belleza maravillosa y muy superior a la tuya. En este concepto, queriendo unirte a mí y cambiar tu belleza por la mía, tienes trazas de comprender muy bien tus intereses; puesto que en lugar de la apariencia de lo bello quieres adquirir la realidad y darme cobre por oro. Pero, buen joven, míralo más de cerca, no sea que te engañes sobre lo que yo valgo. Los ojos del espíritu no comienzan a hacerse previsores hasta que los del cuerpo se debilitan, y tú no has llegado aún a este caso.
PLATÓN, El banquete, Popocatépetl, México, 1997.
viernes, 4 de mayo de 2012
ERASMO: La tela de araña

A Anacarsis se le atribuye aquel dicho tan notable que dice: Que las leyes son semejantes a las telas de araña, en las cuales los animales pequeñitos y flacos quedan trabados y presos y los grandes y recios las rompen y se van. Y así es que las leyes en los pobres y flacos se ejecutan y por los grandes y poderosos comúnmente son quebrantadas.
Erasmo de Rotterdam, Apotegmas de sabiduría antigua, Edhasa, Barcelona, 1998.
Erasmo de Rotterdam, Apotegmas de sabiduría antigua, Edhasa, Barcelona, 1998.
MONTERROSO: Libros clásicos

Todavía en tiempo de Lope de Vega, de Góngora, de Quevedo, los escritores se conocían unos a otros mediante unos cuantos autores antiguos y suficientes: Virgilio, Horacio, Lucrecio, Ovidio, Cicerón, Plutarco. La biblioteca de Montaigne no contaba con muchos más que ésos. La de Cervantes, en cambio, a juzgar por la de don Quijote, era ya más corta en clásicos, y probablemente con él comenzó el desorden en que ahora nos movemos, lo moderno, para poner cada vez más lejos la posibilidad de saber de qué está hablando cada uno, como no sea, de nuevo, a través de ideas generales, de afinidades electivas no de autores sino de abstracciones en que nuestra opinión no cuenta para nada: la situación mundial, la oscilación de las monedas; no de lo que ocurrió en la guerra de Troya (que nos concierne más) sino de lo que sucedió hace media hora, a veces en este instante: unidos por lo que no vemos pero que suponemos ver en la pantalla; por lo que otros viven y nosotros, al creer verlo, creemos vivir; por la discusión de lo que sabemos a medias y llena nuestra necesidad de imaginar que pensamos.
Augusto MONTERROSO, La letra e, Alianza, Madrid, 1987.
Augusto MONTERROSO, La letra e, Alianza, Madrid, 1987.
domingo, 29 de abril de 2012
CLAUDIO ELIANO: Retratar favorecidos a sus modelos

He oído decir que en Tebas está en vigor una ley que ordena a los artistas, tanto a pintores como a escultores, retratar favorecidos a sus modelos. La ley impone como multa una cantidad de mil dracmas para quienes los hayan pintado o esculpido con poco favor.
CLAUDIO ELIANO, Historias curiosas, Editorial Gredos, Madrid, 2006.
CLAUDIO ELIANO, Historias curiosas, Editorial Gredos, Madrid, 2006.
martes, 24 de abril de 2012
CLAUDIO ELIANO: Una vida feliz
Durante una travesía, al desatarse un temporal, Aristipo se asustó muchísimo. Uno de los pasajeros le dijo:
-Aristipo, ¿tú también tienes miedo como los demás?
Y éste contestó:
-Sí, evidentemente. En vuestro caso, la inquietud y el peligro a que nos enfrentamos afectan a una vida desdichada, pero en mi caso se trata de una vida feliz.
CLAUDIO ELIANO, Historias curiosas, Editorial Gredos, Madrid, 2006.
-Aristipo, ¿tú también tienes miedo como los demás?
Y éste contestó:
-Sí, evidentemente. En vuestro caso, la inquietud y el peligro a que nos enfrentamos afectan a una vida desdichada, pero en mi caso se trata de una vida feliz.
CLAUDIO ELIANO, Historias curiosas, Editorial Gredos, Madrid, 2006.
viernes, 20 de abril de 2012
CLAUDIO ELIANO: Los bueyes de Atenas
He aquí una ley ática: no se debe sacrificar un buey de labranza que haya trabajado bajo el yugo, ya fuese tirando de un arado o de un carro, porque ese buey debe ser considerado también como un campesino y compañero de las fatigas humanas.
CLAUDIO ELIANO, Historias curiosas, Editorial Gredos, Madrid, 2006.
CLAUDIO ELIANO, Historias curiosas, Editorial Gredos, Madrid, 2006.
miércoles, 18 de abril de 2012
CLAUDIO ELIANO: Los sueños
Los peripatéticos dicen que durante el día el alma, sometida al cuerpo, está atada a él y no puede contemplar la verdad en su pureza, pero que de noche, liberada de estas servidumbres, adquiere capacidad profética. De aquí nacen los sueños.
CLAUDIO ELIANO, Historias curiosas, Editorial Gredos, Madrid, 2006.
CLAUDIO ELIANO, Historias curiosas, Editorial Gredos, Madrid, 2006.
lunes, 16 de abril de 2012
CLAUDIO ELIANO: Hombres y elefantes

A los hombres muertos por elefantes, ya sea durante una cacería ya sea en combate, los libios les rinden honores fúnebres insignes y les dedican himnos. Este es el mensaje que encierran esos himnos: valientes son los hombres que han sido adversarios de la mayor de las bestias. Pues dicen que una muerte gloriosa es el sudario del difunto.
CLAUDIO ELIANO, Historias curiosas, Editorial Gredos, Madrid, 2006.
CLAUDIO ELIANO, Historias curiosas, Editorial Gredos, Madrid, 2006.
CLAUDIO ELIANO: Los hoceros lidios
Se sorpredieron los griegos que luchaban para los reyes persas cuando observaron aquella extraña costumbre de los hoceros lidios: antes de entrar en combate, los soldados que enviaba el sátrapa de Lidia se insultaban y, a veces, se inferían espantosas heridas. Comenzaban, pues, la lucha encolerizados y por ello eran temibles.
CLAUDIO ELIANO, Historias curiosas, Editorial Gredos, Madrid, 2006.
CLAUDIO ELIANO, Historias curiosas, Editorial Gredos, Madrid, 2006.
miércoles, 11 de abril de 2012
CLAUDIO ELIANO: Vanidosos espartanos
Cuando Diógenes llegó a Olimpia y vio en el festival a algunos jóvenes rodios vestidos suntuosamente, entre risas dijo: "Esto es vanidad". Y después, al encontrarse con unos espartanos vestidos con túnicas vulgares y sucias, dijo: "Esta es otra forma de vanidad".
CLAUDIO ELIANO, Historias curiosas, Editorial Gredos, Madrid, 2006.
CLAUDIO ELIANO, Historias curiosas, Editorial Gredos, Madrid, 2006.
viernes, 30 de marzo de 2012
PROCOPIO: El origen de la desesperación
Los hombres que son tratados injustamente acostumbran a caer en la desesperación.
Procopio de Cesárea, Historia secreta, Gredos, Madrid, 2000.
Procopio de Cesárea, Historia secreta, Gredos, Madrid, 2000.
miércoles, 21 de marzo de 2012
JENOFONTE: Sócrates
Por mi parte, cuando pienso en la sabiduría y nobleza de espíritu de aquel hombre, ni puedo dejar de recordarlo ni, al acordarme de él, puedo dejar de elogiarle. Si alguno de los que aspiran a la virtud tuvo trato alguna vez con alguien más beneficioso que Sócrates, considero que tal hombre debe ser tenido por muy feliz.
JENOFONTE, Apología de Sócrates, Gredos, Madrid, 1993.
JENOFONTE, Apología de Sócrates, Gredos, Madrid, 1993.
miércoles, 8 de febrero de 2012
MARCO AURELIO: Esa vida ha muerto

Trae a tu mente como ejemplo los tiempos de Vespasiano. Verás que todo es igual. Gente que se casa y cría niños, que enferma y muere, que hace la guerra y fiestas, que se desplaza y cultiva su tierra, que adula y es arrogante, que sospecha y conspira, que desea la muerte de alguien y refunfuña por su presente; gente que se enamora, que atesora, que anhela el consulado y el imperio. Desde luego que la vida de esa gente ya no está en ningún sitio. Vuélvete ahora a los tiempos de Trajano. De nuevo todo es igual. Esa vida ha muerto.
MARCO AURELIO, Meditaciones, Alianza, Madrid, 1985.
lunes, 6 de febrero de 2012
MARCO AURELIO: Les parecerás una bestia

Si sigues tus principios, si no les haces caso, en el espacio de diez días les parecerás una bestia.
MARCO AURELIO, Meditaciones, Alianza, Madrid, 1985.
viernes, 2 de diciembre de 2011
SÉNECA: Nunca vuelvo a casa con el mismo temple con que salí de ella

El contacto con la multitud nos es hostil: cualquiera nos encarece algún vicio, o nos lo sugiere, o nos lo contagia sin que nos demos cuenta. Ciertamente, el peligro es tanto mayor cuanto más numerosa es la gente entre la que nos mezclamos.
SÉNECA, Epístolas morales a Lucilio. I, Editorial Gredos, Madrid, 1986.
SALUSTIO: Catón

SALUSTIO, Conjuración de Catilina, Editorial Gredos, Madrid, 1997.
jueves, 1 de diciembre de 2011
SÉNECA: Aparejarnos para la muerte

SÉNECA, Epístolas morales a Lucilio. I, Editorial Gredos, Madrid, 1986.
jueves, 3 de noviembre de 2011
ASIMOV: La Iliada
Primer Canto
Agamenón, jefe entre las huestes griegas
con Aquiles sostuvo una refriega.
Discutieron larga y duramente,
mas Aquiles cada vez más enojado,
acabó por marcharse de repente.
Segundo Canto
Un sueño ha visitado a Agamenón.
Y sus planes destruye arteramente.
Las tropas se agitan levemente;
Primero habla Tersites, Odiseo lo acalla con su título
y el Catálogo de Naves es el próximo capítulo.
Tercer Canto
Menelao, aunque no el más poderoso,
es más fuerte que París el famoso.
En la lucha Menelao es cosa buena.
Fácilmente ganó el duelo por Helena.
Mas la diosa Afrodita al galán raptó.
Cuarto Canto
Entonces un licio con acierto raro
dispara una flecha por Zeus enviada.
¿Quién confiará en los Troyanos
si la astucia traidora de Pándaro
da fin a la tregua recién proclamada?
Isaac ASIMOV, Cuentos de los viudos negros, Alianza, Madrid, 1990.
Agamenón, jefe entre las huestes griegas
con Aquiles sostuvo una refriega.
Discutieron larga y duramente,
mas Aquiles cada vez más enojado,
acabó por marcharse de repente.
Segundo Canto
Un sueño ha visitado a Agamenón.
Y sus planes destruye arteramente.
Las tropas se agitan levemente;
Primero habla Tersites, Odiseo lo acalla con su título
y el Catálogo de Naves es el próximo capítulo.
Tercer Canto
Menelao, aunque no el más poderoso,
es más fuerte que París el famoso.
En la lucha Menelao es cosa buena.
Fácilmente ganó el duelo por Helena.
Mas la diosa Afrodita al galán raptó.
Cuarto Canto
Entonces un licio con acierto raro
dispara una flecha por Zeus enviada.
¿Quién confiará en los Troyanos
si la astucia traidora de Pándaro
da fin a la tregua recién proclamada?
Isaac ASIMOV, Cuentos de los viudos negros, Alianza, Madrid, 1990.
domingo, 30 de octubre de 2011
SALUSTIO: Jamás fue su fortuna superior a su merecimiento

SALUSTIO, La guerra de Yugurta, Esplandián Editores, Madrid, 1993.
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