Jorge Luis BORGES: "Nadie puede leer dos mil libros. Yo no habré pasado de una media docena. Además no importa leer, sino releer."

sábado, 30 de abril de 2011

S.T.T.L. Sabato

Cuando me detienen por la calle, en una plaza o en el tren, para preguntarme qué libros hay que leer, les digo siempre: “Lean lo que les apasione, será lo único que los ayudará a soportar la existencia”.

Ernesto SABATO, Antes del fin, Seix Barral, Barcelona, 1998.

PROCOPIO: Teodora copulaba con cada uno de ellos

Nunca hubo nadie que estuviera rendido a todo tipo de placeres, pues muchas veces, acudiendo a una comida comunitaria con diez o más jóvenes que destacaban especialmente por su vigor corporal y hacían su trabajo de la fornicación, yacía a lo largo de la noche con todos los comensales y una vez que todos ellos renunciaban a continuar con este menester, ella iba junto a sus servidores, que tal vez eran treinta, y copulaba con cada uno de ellos, sin que su lascivia pudiera siquiera saciarse así.

Recorrió todo Oriente practicando en cada ciudad un oficio que, según pienso, sólo con que alguien lo nombrase perdería para siempre la benevolencia de Dios. Era como si el diablo no soportase que hubiese un país que desconociese la vida licenciosa de Teodora.

Procopio de Cesárea, Historia secreta, Gredos, Madrid, 2000.

viernes, 29 de abril de 2011

GONZÁLEZ CALERO: El sarcasmo de Voltaire

UNA ADMIRACIÓN NO CORRESPONDIDA
Voltaire tenía en gran estima la obra del médico, fisiólogo y poeta suizo Albrecht von Haller, y no se cansaba de elogiar públicamente sus libros hasta que, en una ocasión, alguien le dijo:
-Pues creo que el tal Haller echa pestes de vos.
Voltaire no se arredró y, con su fino ingenio de costumbre, apostilló:
-Bueno, no hay que ser dogmáticos: es posible que tanto el señor Haller como yo estemos equivocados.

GOBIERNO AL AGUA
Voltaire, quien nunca ocultó sus simpatías por el régimen político inglés, aderezaba su anglofilia con su habitual dosis de humor: "Tienen ustedes -le dijo a Boswell en una ocasión- el mejor gobierno. Si se vuelve malo lo arrojan al océano; por eso el océano les rodea por todas partes".

EL REINO DEL CARDO
Voltaire, que no tenía especial simpatía por la democracia, pues consideraba que las masas eran ante todo crueles y estúpidas, tampoco ahorró venablos contra la monarquía, a la que satirizó en esta versión abreviada de la fábula de Jotam:
"En cierta ocasión, hubo que escoger rey entre los árboles. El olivo no quiso abandonar el cuidado del aceite, ni la higuera el de sus higos, ni la viña el de sus uvas, ni los otros árboles el de sus respectivos frutos; el cardo, que no servía para nada, se convirtió en rey, porque tenía espinas y podía hacer daño".

LOS BANQUEROS SUIZOS
Los banqueros suizos ya eran famosos en el siglo XVIII. A propósito de ellos, se le atribuye a Voltaire haber hecho la siguiente recomendación: "Si alguna vez ve usted saltar a un banquero suizo por la ventana, salte detrás. Seguro que hay dinero que ganar".

Pedro GONZÁLEZ CALERO, Filosofía para bufones, Ariel, Barcelona, 2007.

jueves, 28 de abril de 2011

CHAMFORT: Durante veinte años, lo he ganado

El abate Fraguier perdió un proceso que había durado veinte años. Se le ponderaron todas las molestias que le habría ocasionado un asunto que había acabado por perder. "¡Oh, lo he ganado todas las tardes durante veinte años!", contestó.

miércoles, 27 de abril de 2011

GONZÁLEZ CALERO: Justicia relativista


 Dos amigos en litigio fueron a ver al cadí para que impartiera justicia.

Uno de ellos expuso el caso de esta manera:

—Mi amigo me ha traicionado. Entró en mi casa cuando yo no estaba, robó mi asno y mi dinero, y violó a mi mujer. Pido un castigo justo para él.

El cadí le dijo:

—Tienes razón.

El otro hombre entonces se defendió con estas palabras:

—Nada de eso es cierto: yo no robé aquel asno, sino que me lo llevé porque yo se lo había prestado primero y él no me lo quería devolver. También me debía aquel dinero. En cuanto a su mujer, es cierto que hicimos el amor, pero fue ella la que se echó encima de mí, porque anda escasa de amor ya que su marido no le hace caso. Cuando él ha llegado a casa nos ha sorprendido haciendo el amor y la ha emprendido a golpes conmigo. Es a mí a quien tienes que hacer justicia.

—Tienes razón —asintió el cadí.

—Pero, señor, no puede ser que los dos tengan razón —intervino el ayudante del cadí.

Y el cadí le dijo:

—Es cierto. También tú tienes razón.

Pedro GONZÁLEZ CALERO, Filosofía para bufones, Ariel, Barcelona, 2007.

martes, 26 de abril de 2011

MROZEK: La ovación

Camino del atril, le vimos cansado: arrastraba los pies y tenía los hombros caídos. No, el primer ministro no tenía que haberse molestado en venir a la cámara para presentar aquella ley. Preparó los papeles. Cuando el ujier le trajo el agua, se giró hacia el presidente de la cámara, una costumbre heredada de tiempos pasados.

-Señor presidente…

De pronto, se escucharon los primeros aplausos. En un instante, todos los diputados estábamos de pie y aplaudíamos. Incluso Kwietniewski. El primer ministro se echó un trago de agua. Trató de hablar, pero los aplausos se intensificaron.

Finalmente, recogió los papeles y caminó despacio hacia su escaño. Sólo cuando se sentó, comenzaron a amortiguarse un poco los aplausos. Diez minutos después, se extinguieron totalmente.

Andrzej NOWAK (ed.), Pequeña Polonia, El Olivo, Jaén, 2011.

lunes, 25 de abril de 2011

KADARÉ: Los peldaños de una escala que él subía y subía sin nunca acabar

Cuando, por primera vez, me vino la idea de dar marcha atrás, me hallaba en el cuarto escalón. Entonces me dije: ¿Y si volviera a bajar? Pero arrojé esté pensamiento de mi espíritu. Seguí mi escalada. En el octavo peldaño, las ganas de bajar volvieron a asaltarme, con mayor violencia esta vez, pero las reprimí nuevamente pensando lo que mis soldados dirían de mí. Al llegar al décimo, levanté los ojos y vi la refriega en lo alto de las murallas. Era horrible. Volví la cabeza. Mis hombres subían detrás de mí. Para poder bajar hubieran tenido que abrirme paso. Seguí trepando. En el undécimo escalón sentí un olor a carne quemada justo bajo mi nariz. La nuca del hombre que me precedía echaba humo. En el duodécimo, me dije que, en medio de esta confusión, nadie notaría mi defección. Basculé detrás de la escala, me cogí con fuerza a un escalón y quedé suspendido por las manos. Con una mano me agarré al undécimo, y con la otra al décimo. Empecé a bajar. En el noveno, un soldado que subía me aplastó los dedos. En el octavo me los trituraron con mayor crueldad todavía. Entonces solté presa y me dejé caer sobre el hervidero de hombres que se agolpaban al pie del muro. Creí que nadie me había visto, pero me equivoqué. Habían seguido cada uno de mis pasos. Nada se les había escapado. Más tarde habrían de recordármelo todo, hasta el más ínfimo detalle... A decir verdad, la idea de regresar me vino desde el segundo escalón y, para ser más preciso, tomé la decisión de bajar cuando estaba en el séptimo, pero no encontraba la manera de hacerlo. En el undécimo había pensado hacerme el muerto y dejarme caer hacia abajo, pero tuve miedo porque estaba muy arriba. Fue en aquel momento cuando sentí el olor a carne quemada...

Ismaïl KADARÉ, Los tambores de la lluvia, Ediciones Destino, Barcelona, 1974.

domingo, 24 de abril de 2011

SKORZENY: Luchamos y perdimos

"Nos acercamos más a la ciudad, extremando las precauciones. Nos habíamos apeado de los vehículos, los cuales debían seguirnos más tarde. Las primeras casas se alzaban ante nosotros, silenciosas y como vacías. No tardamos en llegar a la puerta de la amurallada ciudad medieval. A la derecha, una calle conducía hacia la estación. En el suelo se veían los cadávares de dos paisanos que habían sido fusilados.

De pronto vimos a un hombre que nos espiaba desde una ventana. Poco después salía a la calle con aire receloso, sin atreverse a creer lo que estaba viendo: ¡soldados alemanes! Muy excitado, nos contó que los rusos llevaban dos días en la ciudad. Habían instalado su Cuartel General junto a la estación, en cuya explanada había también una agrupación de tanques.

Quisimos comprobar por nosotros mismos aquellas noticias. Tres hombres se acercarían prudentemente a la estación dando un rodeo a través de la ciudad; otro grupo avanzaría por la calle que conducía directamente a la estación; el resto se quedaría junto a los vehículos, para cubrirles.

La espera se hizo muy larga. Eché una mirada a mi alrededor y descubrí horrorizado el cadáver casi desnudo y terriblemente mutilado de una mujer en medio de la calle. Algunos habitantes de la ciudad se atrevieron a salir de sus casas y acercarse a nosotros; la mayoría eran mujeres y niños, aunque había también algunos hombres de edad avanzada. Nos rogaron que les llevásemos con nosotros. No podíamos acceder a su petición, disponiendo de dos únicos vehículos. Pero les sugerí que recorrieran a pie los pocos kilómetros que había hasta nuestras líneas; nosotros mantendríamos abierta la calle durante media hora. Pero aquellos hombres estaban tan desconcertados, que lo más probable es que ni siquiera comprendieran nuestra propuesta. Era evidente que habían vivido unos días terribles. La mayoría de ellos se escurrieron de nuevo hacia sus casas."

Otto Skorzeny, Luchamos y perdimos, Editorial Acervo, Barcelona, 2003.

sábado, 23 de abril de 2011

INCA GARCILASO: Vivían como fieras

En los siglos antiguos toda esta región de tierra que ves eran unos grandes montes y breñales, y las gentes en aquellos tiempos vivían como fieras y animales brutos, sin religión, ni policía, sin pueblo ni casa, sin cultivar ni sembrar la tierra, sin vestir ni cubrir sus carnes, porque no sabían labrar algodón ni lana para hacer de vestir. Vivían de dos en dos, y de tres en tres, como acertaban a juntarse en las cuevas y resquicios de peñas y cavernas de la tierra; comían como bestias yerbas del campo y raíces de árboles, y la fruta inculta que ellos daban de suyo, y carne humana. Cubrían sus carnes con hojas y cortezas de árboles, y pieles de animales; otros andaban en cueros. En suma, vivían como venados y salvajinas, y aun en las mujeres se habían como los brutos, porque no supieron tenerlas propias y conocidas,

Inca Garcilaso de la Vega, Comentarios reales.

ROCKWELL: La magia de los libros

viernes, 22 de abril de 2011

ASIMOV: Afirmaron que no estaba muerto

Los adeptos de Jesús afirmaron enfáticamente que en realidad no estaba muerto, que se había levantado de la tumba tres días después de la crucifixión, había hablado con sus discípulos y luego se había elevado a los cielos, de donde retornaría el día del juicio, que era inminente.
Se contaron relatos sobre su nacimiento que estaban de acuerdo con las profecías mesiánicas, se dijo que era descendiente de David y había nacido en Belén de una virgen, que había pasado peligros, realizado curas milagrosas, etcétera. Quienes habían oído su prédica registraron sus palabras según las recordaban (pues no dejó escritos) y se elaboró con ellas una breve biografía.
Nadie habría creído por entonces que los adeptos de Jesús dejarían alguna huella en el mundo. Eran judíos, y judíos muy ortodoxos, que sólo diferían de otros en que afirmaban que el Mesías ya había llegado y el fin del mundo estaba cercano. Pero la mayoría de los judíos no aceptaban un Mesías que aparentemente había sido derrotado y ejecutado sin respuesta alguna. Querían un Mesías victorioso, a la manera de Judas Macabeo.

Isaac ASIMOV, La tierra de Canaán, Alianza, Madrid, 1982.

BENÍTEZ: Agonía de Jesús

No tardaría en entrar en la muerte biológica. Suspendido por los clavos de las muñecas, su vientre aparecía muy hinchado. El tórax había quedado hundido y los músculos pectorales -que no habían cesado de oscilar y convulsionarse- yacían rígidos, desmayados. Entre las ramas y púas del casco se apreciaba ya, cada vez más marcado, un círculo violado alrededor de la deformada nariz. Las sienes, semiocultas por los cabellos, se hallaban hundidas y la oreja derecha, algo visible, se había retraído. La piel situada inmediatamente por encima de la barba se arrugó y el globo ocular se fue oscureciendo, como si lo cubriera una especie de tela viscosa. Por las heridas de los clavos,especialmente en la del pie derecho, seguía manando sangre, aunque la coloración era ya mucho más rosada.

J.J. BENÍTEZ, Caballo de Troya, Bruguera, Barcelona, 1984.

jueves, 21 de abril de 2011

PROCOPIO: Belisario, paralizado por un gran temor

En una ocasión, vino Belisario temprano a palacio, como era su costumbre, acompañado por algunos pocos hombres, todos ellos dignos de lástima. Habiendo comprobado que el emperador y la emperatriz no estaban bien dispuestos hacia él y viéndose además vejado allí por hombres miserables y de baja condición, partió de vuelta a casa ya avanzada la tarde, volviéndose con frecuencia al alejarse y mirando en derredor por todos los lados para ver por dónde se acercarían sus asesinos. Es este estado de terror subió a su habitación y se sentó a solas en su jergón. No tenía un solo pensamiento noble ni recordaba siquiera qué hombre había sido, sino que sudaba todo el tiempo, sentía que se le iba la cabeza y estaba paralizado por un gran temor, atormentado por miedos serviles y angustias cobardes, en absoluto dignas de un hombre.

Procopio de Cesárea, Historia secreta, Gredos, Madrid, 2000.

miércoles, 20 de abril de 2011

SKORZENY: Vive peligrosamente

"Aprendimos a dar la cara como hombres en defensa de todo lo que decíamos y hacíamos; aprendimos a luchar por nuestros actos y palabras con un arma en la mano y hasta la última consecuencia. Pero también aprendimos a encajar todos los golpes manteniendo una actitud impasible."

"Hasta el día anterior, todos aquellos que desempeñaban un puesto oficial habían portado, voluntariamente o, tal vez, involuntariamente, el brazal del Frente Patriótico. Era natural pensar que la mayoría de ellos lo había llevado voluntariamente. Sin embargo, ¡al día siguiente no había ni uno solo que se atreviera a lucirlo! ¡Qué pronto se había olvidado el pasado! ¡Qué pronto se había cambiado de color y de casaca!"

"Apenas nos fijamos en la destrozada barrera fronteriza; sabíamos que íbamos hacia la guerra. Los primeros embudos causados por las bombas y proyectiles artilleros fueron cosa nueva para nosotros; los miramos curiosamente."

"Nos repartieron el rancho y comprobamos que sabía muy bien una marmita llena de habichuelas, comidas al borde de la carretera, en la cuneta. ¡No importa que esté llena de polvo y éste se quede entre los dientes!"

"De pronto tropecé con un montículo de tierra. Vi que sobre él se erguía una cruz de madera. Era la tumba de un compatriota, de un soldado alemán. La lumbre de mi cigarrillo me permitió leer la fecha que figuraba sobre la cruz: era la del día anterior... ¡Ya nos hallábamos en pleno escenario de la guerra!"

"Aquellas largas columnas de evacuados que, casi siempre, ignoraban adónde se dirigían."

"Cuando se supo que dos jóvenes de las SS habían preferido los servicios de las dos mulatas a los de las blancas tuvieron que comparecer ante un Tribunal de Guerra que les condenó a severas penas por haber vulnerado las leyes raciales."

"Estábamos convencidos de que el destino, tal vez, había escogido a los hombres de nuestra generación para que derrotasen a la invencible Rusia."

"Los rostros de los mongoles y de los calmucos carecían de expresión, daban la sensación de que los sufrimientos y penalidades eran, para ellos, simples jugadas del destino, que les tenían completamente sin cuidado."

"Debo reconocer que apenas sabemos nada de cómo vive el resto del mundo. Nos limitamos a trabajar como si fuésemos los únicos habitantes de la tierra."

"El soldado debe ignorar la frase 'más tarde', pues nunca es demasiado pronto para comenzar cualquier acción. Las cosas importantes no admiten espera, deben ser preparadas y llevadas a cabo lo antes posible."

"Me dijeron que debía simular que estaba entusiasmado con la orden que acababa de recibir y dar mensualmente un informe sobre los planes que iba trazando para cumplirla; y que sólo podría ir diciendo la verdad con cuentagotas, cuando a los de arriba se les hubiese pasado la euforia."

"No existía ninguna duda de que el soldado Skorzeny acababa de recibir una orden cuyo cumplimiento influiría sobre el resto de su vida, tanto si podía cumplirla satisfactoriamente como si se sentía imposibilitado de llevarla a cabo."

"Hice hincapié en el hecho de que toda empresa debía ser puesta en práctica por primera vez en alguna ocasión, no pudiendo saberse, en caso contrario, si resultaba factible."

"Entré en una estancia ocupada por Benito Mussolini y dos oficiales italianos a los que me apresuré a aplastar contra la puerta.

Otto Skorzeny, Vive peligrosamente, Editorial Acervo, Barcelona, 2004.

martes, 19 de abril de 2011

WYRZYSKI: Vicisitudes de un Reichsmark

El avance ruso había trasladado el frente a los límites de Polonia y de Prusia Oriental. A su vez, el ininterrupido y eficiente trabajo de la cámara de gas había hecho que la población del campo se redujera a números razonables. Ya no eran necesarios tantos hombres válidos para vigilar la inútil caterva de los moribundos. Mi nuevo dueño fue destinado al frente, donde era más precioso su esfuerzo militar. Me había guardado, como si fuera un objeto valiosísimo, en la cartera de piel de cocodrilo, junto al retrato de la novia y al grupo de sus padres y hermanos. Me sentía reconfortado en compañía de aquella buena familia alemana. Y experimenté un gran alivio al salir de Birkenau, del que no guardaba más que el recuerdo de olor pestilente y de una subhumanidad todo pústulas e idiotizada por el hambre.

Andrzej NOWAK (ed.), Pequeña Polonia, El Olivo, Jaén, 2011.

lunes, 18 de abril de 2011

SABATO: Sigue gobernando el Príncipe de las Tinieblas

Siempre me preocupó el problema del mal, cuando desde chico me ponía al lado de un hormiguero armado de un martillo y empezaba a matar bichos sin ton ni son. El pánico se apoderaba de las sobrevivientes, que corrían en cualquier sentido. Luego echaba agua con la manguera; inundación. Ya me imaginaba las escenas dentro, las obras de emergencia, las corridas, las órdenes y contraórdenes para salvar depósitos de alimentos, huevos, seguridad de reinas, etcétera. Finalmente, con una pala removía todo, abría grandes boquetes, buscaba las cuevas y destruía fre¬néticamente: catástrofe general. Después me ponía a cavilar sobre el sentido general de la existencia, y a pensar sobre nuestras propias inundaciones y terremotos. Así fui elaborando una serie de teorías, pues la idea de que estuviéramos gobernados por un Dios omnipotente, omnisciente y bondadoso me parecía tan contradictoria que ni siquiera creía que se pudiese tomar en serio. Al llegar a la época de la banda de asaltantes había elaborado ya las siguientes posibilidades:
1.° Dios no existe.
2.° Dios existe y es un canalla.
3.° Dios existe, pero a veces duerme: sus pesadillas son nuestra existencia.
4.° Dios existe, pero tiene accesos de locura: esos accesos son nuestra existencia.
5.° Dios no es omnipresente, no puede estar en todas partes. A veces está ausente ¿en otros mundos? ¿En otras cosas?
6.° Dios es un pobre diablo, con un problema demasiado complicado para sus fuerzas. Lucha con la materia como un artista con su obra. Algunas veces, en algún momento logra ser Goya, pero generalmente es un desastre.
7.° Dios fue derrotado antes de la Historia por el Príncipe de las Tinieblas. Y derrotado, convertido en presunto diablo, es doblemente desprestigiado, puesto que se le atribuye este universo calamitoso.
Yo no he inventado todas estas posibilidades, aunque por aquel entonces así lo creía; más tarde, verifiqué que algunas habían constituido tenaces convicciones de los hombres, sobre todo la hipótesis del Demonio triunfante. Durante más de mil años hombres intrépidos y lúcidos tuvieron que enfrentar la muerte y la tortura por haber develado el secreto. Fueron aniquilados y dispersados, ya que, es de suponer, las fuerzas que dominan el mundo no van a detenerse en pequeñeces cuando son capaces de hacer lo que hacen en general. Y así, pobres diablos o genios, fueron por igual atormentados, quemados por la Inquisición, colgados, desollados vivos; pueblos enteros fueron diezmados y dispersados. Desde la China hasta España las religiones de estado (cristianos o mazdeístas) limpiaron el mundo de cualquier intento de revelación. Y puede decirse que en cierto modo lograron su objetivo. Pues aun cuando algunas de las sectas no pudieron ser aniquiladas, se convirtieron a su turno en nueva fuente de mentira, tal como sucedió con los mahometanos. Veamos el mecanismo: según los gnósticos, el mundo sensible fue creado por un demonio llamado Jehová. Por largo tiempo la Suprema Deidad deja que obre libremente en el mundo, pero al fin envía a su hijo a que temporariamente habite en el cuerpo de Jesús, para de ese modo liberar al mundo de las falaces enseñanzas de Moisés. Ahora bien: Mahoma pensaba, como algunos de estos gnósticos, que Jesús era un simple ser humano, que el Hijo de Dios había descendido a él en el bautismo y lo abandonó en la Pasión, ya que si no, sería inexplicable el famoso grito: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?" Y cuando los romanos y los judíos escarnecen a Jesús, están escarneciendo una especie de fantasma. Pero lo grave es que de este modo (y en forma más o menos similar, pasa con otras sectas rebeldes) no se ha revelado la mistificación sino que se ha fortalecido. Porque para las sectas cristianas que sostenían que Jehová era el Demonio y que con Jesús se inicia la nueva era, como para los mahometanos, si el Príncipe de las Tinieblas reinó hasta Jesús (o hasta Mahoma), ahora en cambio, derrotado, ha vuelto a sus infiernos. Como se comprende, ésta es una doble mistificación: cuando se debilita la gran mentira, estos pobres diablos la consolidaban.
Mi conclusión es obvia: sigue gobernando el Príncipe de las Tinieblas.

Ernesto SABATO, Sobre héroes y tumbas, Seix Barral, Barcelona, 1991.

domingo, 17 de abril de 2011

BORGES: Judas y el pato

Jesús, Pedro y Judas viajan juntos. Llegan a una posada.
Hay un solo pato...
Pedro: Soñé que estaba sentado junto al hijo de Dios.
Jesús: Soñé que Pedro estaba sentado a mi lado.
Judas: Soñé que estabais sentados juntos y que me comía el pato.
Los tres buscaron el pato. No había pato.

Jorge Luis BORGES, Libro de sueños, Alianza, Madrid, 2002.

sábado, 16 de abril de 2011

ZAGAJEWSKI: El general De la Rivière

-Se trata del general De la Rivière, señor.
-¿Qué mosca del diablo le ha picado ahora?
-Señor, no sé si resulta…
-¿Otra de las locuras de De la Rivière?
-¿Señor?
-Venga, demonios, suéltelo.
-Al parecer, ha perdido a su cocinero personal. Estaban atravesando un bosque y desapareció.
-¿Desapareció?
-Sí. Hay noticias de que los soldados del enemigo que han quedado rezagados se han ocultado en los bosques.
-¡Por el diablo! ¿No se ha ocupado de capturar prisioneros?
-Verá, señor, dice que era la misión del batallón de policía militar.
-¿Y por eso ha detenido el avance?
-El eje del avance de la división atraviesa esos bosques.
-Buena la tenemos. ¡Y no podemos darle el pasaporte al maldito De la Rivière!
-¿Qué dice, señor?
-No, nada. ¿Dónde demonios se encuentra el batallón de policía militar?
-Está mucho más al norte. En el sector del general De la Rivière sólo hay… doscientos policías militares.
-Doscientos. ¿Seguro?
-Sí, señor. Doscientos tres, para ser exactos. Dos compañías.
-Enviarlas a los bosques sería como enviar un pomerania a atacar una jauría de lobos.
-¿Qué hacemos, señor?
-Que manden a los malditos policías militares.
-¿Señor?
-Pero no se apresure. Dé orden de que no lleguen antes de cuatro o cinco días. Seguro que los rezagados están ahora dispuestos a seguir luchando, pero espere a que pasen unos días a la intemperie, durmiendo al raso.
-¿Y qué hacemos con el cocinero?
-¿El cocinero? ¡Diablos! ¿Qué cocinero?
-El cocinero del general De la Rivière, señor.
-Envíen a cualquiera, al mío. Me da igual. ¡Ese hombre sólo piensa en su estómago!

Andrzej NOWAK (ed.), Pequeña Polonia, El Olivo, Jaén, 2011.

viernes, 15 de abril de 2011

SILVA Y ACEVES: El componerdor de cuentos

Los que echaban a perder un cuento bueno o escribían uno malo lo enviaban al componedor de cuentos. Éste era un viejecito calvo, de ojos vivos, que usaba unos anteojos pasados de moda, montados casi en la punta de la nariz, y estaba detrás de un mostrador bajito, lleno de polvosos libros de cuentos de todas las edades y de todos los países.

Su tienda tenía una sola puerta hacia la calle y él estaba siempre muy ocupado. De sus grandes libros sacaba inagotablemente palabras bellas y aun frases enteras, o bien cabos de aventuras o hechos prodigiosos que anotaba en un papel blanco y luego, con paciencia y cuidado, iba engarzando esos materiales en el cuento roto. Cuando terminaba la compostura se leía el cuento tan bien que parecía otro.

De esto vivía el viejecito y tenía para mantener a su mujer, a diez hijos ociosos, a un perro irladés y a dos gatos negros.

jueves, 14 de abril de 2011

ADAMCZEWSKI: El caballero


Sin dejar de temblar, la muchacha entró. El caballero la miró penetrar en la oscura cueva, de cuyo interior salía el hedor de cien cadáveres putrefactos. Dudó durante unos instantes. Agarró con más fuerza, si cabe, la espada y dio un paso adelante. La antorcha creaba extrañas sombras en las paredes de la cueva. Dio unos vacilantes pasos. Contempló lo que quedaba de una armadura terriblemente aplastada. Supo que allí dentro habitaba el horror. Sintió que los ojos de los senadores se clavaban en su espalda. El espanto de la cobardía. Toda la seguridad que le había acompañado hasta entonces desapareció. Pasó por su cabeza la idea de arrojar la espada, de huir. No sería menos cobarde que los senadores de la ciudad, que pagaban a los caballeros vagabundos para que mataran a la bestia, pero que nunca se habían atrevido a enfrentarse a ella. Durante unos instantes, un momento que pasó rápido, imaginó una vida en la que él no había entrado en la cueva. No se lo perdonarían jamás. Jamás. Viviría largos años de vergüenza. Por otro lado, la muerte sería rápida; le habían dicho que el demonio de la cueva mataba con su aliento. Pero aquella armadura aporreada le demostraba que no era así. Recordó a la valiente muchacha. Y musitó una oración. La antorcha iluminaba su camino.
***
Resoplaron aliviados cuando le vieron atravesar el umbral. En unos instantes, todo habría acabado. Hacía días que la fiera bramaba en el fondo de la cueva, signo inequívoco de que estaba hambrienta. Con un poco de suerte, la muchacha y aquel caballero extranjero la saciarían por una semana. Alguien propuso regresar a la ciudad. Pero por alguna razón, permanecieron allí, contemplando la boca de la cueva. Cualquiera podría pensar que esa no era la morada del demonio. “¿Cómo se llamaba?”, preguntó de repente el cronista de la ciudad, siempre atento a detalles nimios que a nadie más interesaban. Debía quedar reflejado su nombre. “Jorge, dijo que su nombre era Jorge”, susurró alguien.
Andrzej NOWAK (ed.), Pequeña Polonia, El Olivo, Jaén, 2011.

miércoles, 13 de abril de 2011

GALEANO: Los nadies

Sueñan las pulgas con comprarse un perro y sueñan los nadies con salir de pobres, que algún mágico día llueva de pronto la buena suerte, que llueva a cántaros la buena suerte; pero la buena suerte no llueve ayer, ni hoy, ni mañana, ni nunca, ni en lloviznita cae del cielo la buena suerte, por mucho que los nadies la llamen y aunque les pique la mano izquierda, o se levanten con el pie derecho, o empiecen el año cambiando de escoba.
Los nadies: los hijos de los nadies, los dueños de nada.
Los nadies: los ningunos, los ninguneados, corriendo la liebre, muriendo la vida, jodidos, rejodidos:
Que no son, aunque sean.
Que no hablan idiomas, sino dialectos.
Que no profesan religiones, sino supersticiones.
Que no hacen arte, sino artesanía.
Que no practican cultura, sino folklore.
Que no son seres humanos, sino recursos humanos.
Que no tienen cara, sino brazos.
Que no tienen nombre, sino número.
Que no figuran en la historia universal, sino en la crónica roja de la prensa local.
Los nadies, que cuestan menos que la bala que los mata.

martes, 12 de abril de 2011

MONTERROSO: Fecundidad

"Hoy me siento bien, un Balzac; estoy terminando esta línea."

lunes, 11 de abril de 2011

VORÁGINE: Cuaresma irlandesa

Se enfrentó a muchas dificultades para convertir a los erígenas, pues eran gentes sencillas. En ocasiones, su propia ignorancia les hacía pecar.
Les había dicho Patricio que no había que comer carne los días de cuaresma. Él mismo ayunaba, como lo había hecho Nuestro Señor cuando estaba en el desierto, luchando contra las tentaciones del demonio. Los monjes que le habían acompañado desde Caledonia no comían nada; sólo una vez al día bebían un poco de agua. Patricio les dijo a los erígenas que ellos tendrían que abstenerse sólo de comer carne. “¿Qué vamos a comer entonces?”, le preguntaron. “Cualquier alimento sacado del agua”, respondió Patricio.
Un día, paseando cerca del mar, vio como desde una barca se lanzaban unos corderos al agua. Sorprendido, fue a la aldea de la que procedían aquellas barcas y le preguntó al gobernador: “¿Qué hacen aquellos hombres, allí, en el mar?”. El gobernador no respondió inmediatamente, sino que sacó un pastel de carne y se lo ofreció a Patricio. “Estos alimentos proceden del mar”, dijo. “Hemos obedecido la voluntad del Señor”, añadió, "sólo comemos alimentos sacados del agua". El monje se sorprendió de la simplicidad de aquellos hombres. Los erígenas eran pastores y no estaban acostumbrados a conseguir, como los britanos, alimentos del mar, por lo que, durante la cuaresma, sólo comían tortas de cereal y algunos frutos silvestres. Patricio se alejó de aquella aldea sin lanzar ningún reproche, con el alma tranquila.

Jacobo de la VORÁGINE, Leyenda dorada, Alianza, Madrid, 2005.

domingo, 10 de abril de 2011

CHAMFORT


"Vivre est une maladie, dont le sommeil est un palliatif et la mort est le remède."

sábado, 9 de abril de 2011

KAFKA: La verdad sobre Sancho Panza

"Con el correr de los años, Sancho Panza logró, oyendo las aventuras de los caballeros andantes, apartar a tal punto de sí a su demonio, al que luego dio el nombre de don Quijote, que éste se lanzó a las más locas aventuras, las cuales, por falta de objetivo, no hicieron daño a nadie. Sancho Panza acompañó a don Quijote en sus andanzas, alcanzando con ello un grande y útil esparcimiento."

viernes, 8 de abril de 2011

CAVAFIS: Me esforzaré...

En cualquier trabajo que me encomienden, me esforzaré
por ser útil a mi tierra. Esta es mi intención.
Pero si me lo impiden con sus métodos,
sabemos los sutiles que son, qué vamos a decir,
si me lo impiden, qué culpa tengo yo.

C.P. CAVAFIS, Antología poética, Alianza, Madrid, 1999.

jueves, 7 de abril de 2011

VERNE: La vuelta al mundo en 79 días

"Era un hombre que debía haber viajado por todas partes, al menos con su imaginación."

"Un personaje cuya existencia era tan regular que no dormía fuera de casa, que no viajaba, que no se ausentaba jamás ni por un día."

"La Tierra ha disminuido de tamaño."

"Y, por lo que respecta a una visita a la ciudad, ni se le pasó por la imaginación, pues pertenecía a esa raza de ingleses que delegan en sus criados la visita a los países que atraviesan."

"Señor maestresala, no jure y recuerde esto: antaño, en la India, los gatos estaban considerados animales sagrados. Eran los buenos tiempos."

"Aquel caballero no viajaba, describía una circunferencia."

"Habían entrado en un fumadero frecuentado por aquel tipo de miserables, embrutecidos, enflaquecidos e idiotas, a los que la mercantil Inglaterra vende anualmente un total de doscientas sesenta millones de francos de aquella droga funesta que se llama opio. Tristes millones aquellos, conseguidos gracias a uno de los vicios más funestos de la naturaleza humana."

"En lugar de embarcarse en Inglaterra para los Estados Unidos, como un pillo vulgar y corriente, aquel Fogg había dado una gran vuelta y atravesado las tres cuartas partes del globo, a fin de alcanzar con seguridad el continente americano."

"Allí, con unos puñados de arroz, comió como un hombre para el que la cena era un problema todavía por resolver."

"Los puñetazos, aunque sean políticos, no dejan de ser puñetazos."

"Phileas Fogg, así conducido, sin tiempo para reflexionar, salió de su habitación, salió de su casa, saltó a un cab, prometió cien libras al cochero y, después de aplastar a dos perros y de haber chocado contra cinco coches, llegó al Reform Club."

"Así pues, Phileas Fogg ganó su apuesta. Recorrió en ochenta días aquel viaje alrededor del mundo. Empleó para llevarlo a cabo todos los medios de transporte, paquebotes, ferrocarriles, coches, yates, barcos de carga, trineos y hasta un elefante. El excéntrico gentleman desplegó en aquel asunto sus maravillosas dotes de sangre fría y exactitud. Pero ¿y después? ¿Qué ganó con todo aquel desplazamiento? ¿Qué le proporcionó aquel viaje?"

Jules VERNE, La vuelta al mundo en 80 días, Anaya, Madrid, 1984.

miércoles, 6 de abril de 2011

RIBEYRO: El profesor suplente

En el camino se entretuvo repasando mentalmente los párrafos de su lección. Durante la noche anterior no había podido evitar un temblorcito de gozo cuando, para designar a Luis XVI, había descubierto el epíteto de Hidra. El epíteto pertenecía al siglo XIX y había caído un poco en desuso pero Matías, por su porte y sus lecturas, seguía perteneciendo al siglo XIX y su inteligencia, por donde se la mirara, era una inteligencia en desuso. Desde hacía doce años, cuando por dos veces consecutivas fue aplazado en el examen de bachillerato, no había vuelto a hojear un solo libro de estudios ni a someterse una sola cogitación al apetito un poco lánguido de su espíritu. Él siempre achacó sus fracasos académicos a la malevolencia del jurado y a esa especie de amnesia repentina que lo asaltaba sin remisión cada vez que tenía que poner en evidencia sus conocimientos. Pero si no había podido optar al título de abogado, había elegido la prosa y el corbatín del notario: si no por ciencia, al menos por apariencia, quedaba siempre dentro de los límites de la profesión.

Cuando llegó ante la fachada del colegio, se sobreparó en seco y quedó un poco perplejo. El gran reloj del frontis le indicó que llevaba un adelanto de diez minutos. Ser demasiado puntual le pareció poco elegante y resolvió que bien valía la pena caminar hasta la esquina. Al cruzar delante de la verja escolar, divisó un portero de semblante hosco, que vigilaba la calzada, las manos cruzadas a la espalda.

En la esquina del parque se detuvo, sacó un pañuelo y se enjugó la frente. Hacía un poco de calor. Un pino y una palmera, confundiendo sus sombras, le recordaron un verso, cuyo autor trató en vano de identificar. Se disponía a regresar –el reloj del Municipio acababa de dar las once– cuando detrás de la vidriera de una tienda de discos distinguió a un hombre pálido que lo espiaba. Con sorpresa constató que ese hombre no era otra cosa que su propio reflejo. Observándose con disimulo, hizo un guiño, como para disipar esa expresión un poco lóbrega que la mala noche de estudio y de café había grabado en sus facciones. Pero la expresión, lejos de desaparecer, desplegó nuevos signos y Matías comprobó que su calva convalecía tristemente entre los mechones de las sienes y que su bigote caía sobre sus labios con un gesto de absoluto vencimiento.

Un poco mortificado por la observación, se retiró con ímpetu de la vidriera. Una sofocación de mañana estival hizo que aflojara su corbatín de raso. Pero cuando llegó ante la fachada del colegio, sin que en apariencia nada lo provocara, una duda tremenda le asaltó: en ese momento no podía precisar si la Hidra era un animal marino, un monstruo mitológico o una invención de ese doctor Valencia, quien empleaba figuras semejantes para demoler a sus enemigos del Parlamento. Confundido, abrió su maletín para revisar sus apuntes, cuando se percató que el portero no le quitaba el ojo de encima. Esta mirada, viniendo de un hombre uniformado, despertó en su conciencia de pequeño contribuyente tenebrosas asociaciones y, sin poder evitarlo, prosiguió su marcha hasta la esquina opuesta.

Allí se detuvo resollando. Ya el problema de Hidra no le interesaba: esta duda había arrastrado otras muchísimo más urgentes. Ahora en su cabeza todo se confundía. Hacía de Colbert un ministro inglés, la joroba de Marat la colocaba sobre los hombros de Robespierre y, por un artificio de su imaginación, los finos alejandrinos de Chenier iban a parar a los labios del verdugo Sansón.


Julio Ramón RIBEYRO, El profesor suplente, Austral, Madrid, 2007.

martes, 5 de abril de 2011

REICH-RANICKI: Compasión, bondad, humanidad

"Mientras los nuestros eran asesinados, nosotros nos salvamos; no nos mataron a golpes, no nos exterminaron, no nos gasearon. Hemos sobrevivido sin haberlo merecido. Se lo debemos a la mera casualidad. Por razones incomprensibles, somos los hijos elegidos del horror."

"Es obvio que tuve que dejar todo cuanto tenía en aquella pequeña habitación. Sólo se me permitió llevarme cinco marcos y una cartera. Pero no sabía qué meter en ella."

"Por quienes pronto se pusieron al servicio de los nuevos señores: por todo tipo de alborotadores y haraganes polacos, a menudo por adolescentes, felices de haber encontrado una actividad bulliciosa y entretenida."

"No importaba qué nos hiciera, pues no tenía que dar cuenta a nadie."

"Allí se vio claramente de qué son capaces las personas cuando se les concede un poder ilimitado sobre otros seres humanos."

"Los asimilados reprochaban a los ortodoxos su atraso en casi todo, y éstos a su vez creían que los asimilados se habían alejado de la fe y la tradición de sus padres sobre todo por oportunismo."

"En su opinión, el deber de honor de los judíos era tocar bien buena música, incluso en aquellas terribles circunstancias."

"En la sala olía a berza y nabos, pero nadie se sentía molesto, pues escuchábamos a Schubert y Brahms."

"¿Nos encantaba y entusiasmaba Mozart a pesar de que estábamos hambrientos, o precisamente porque lo estábamos? En cualquier caso, créanme: en el gueto de Varsovia, Mozart era aún más hermoso."

"Teníamos que presentarnos todos en el patio, formar en columnas y desfilar de uno en uno por delante de un jefe de las SS, casi siempre un hombre joven, un subordinado, con una fusta en la mano. Había que decirles dónde se trabajaba y en calidad de qué; a continuación, él indicaba con la fusta si la persona en cuestión debía ir a la izquierda o a la derecha."

"Mi padre me miró desconcertado; mi madre, extrañamente tranquila. Iba vestida con esmero: llevaba un impermeable claro que se había traído de Berlín. Supe que la veía por última vez. Y así los sigo viendo: a mi indefenso padre, y a mi madre con su hermana gabardina comprada en unos almacenes, no lejos de la Gedächtniskirche berlinesa."

"Sería tan hermoso que pudiera usted sobrevivir a esta terrible guerra aquí, en nuestra casa."

"Adolf Hitler, el hombre más poderoso de Europa, ha decidido que estas dos personas deben morir. Y yo, un pequeño cajista de Varsovia, he resuelto que han de vivir. Veremos quién gana."

"Yo continué contando en las largas veladas historias de muchachas enamoradas, de jóvenes príncipes y reyes ancianos, cuentos de invierno y sueños de noches de verano."

"Os ruego que no digáis a nadie que habéis estado en nuestra casa. Conozco a este pueblo. Jamás nos perdonaría haber salvado a dos judíos."

"Lo que llevó a Bolek y Genia a actuar como actuaron no fue la perspectiva de obtener algún dinero. Fue algo completamente distinto, y sólo puedo expresarlo con palabras grandilocuentes y desgastadas hace ya tiempo: compasión, bondad, humanidad."

Marcel REICH-RANICKI, Mi vida, Galaxia Gutenberg, Barcelona, 2000.

lunes, 4 de abril de 2011

CAVAFIS: Lo escondido

Que no intenten descubrir quién fui
por cuanto hice y cuanto dije.
Un obstáculo se levantaba y mudaba
los hechos y el tono de mi vida.
Un obstáculo se levantaba deteniéndome
muchas veces cuando iba a hablar.
Mis acciones más ocultas
y mis escritos más secretos,
sólo por ellos me entenderán.
Mas no merece la pena, quizá, gastar
tanta atención y tanto esfuerzo para conocerme.

C.P. CAVAFIS, Antología poética, Alianza, Madrid, 1999.

domingo, 3 de abril de 2011

YOURCENAR: Archivos del Norte

"Todo ha sido ya probado y experimentado en mil ocasiones, pero, con frecuencia, no ha sido narrado; las palabras que lo contaban no han subsistido, o bien, si es que lo han hecho no han sido inteligibles para nosotros o ya no nos conmueven. Igual que las nubes en el cielo vacío, nos formamos y disipamos sobre ese fondo de olvido."

"Todos han respirado el mismo aire, comido el mismo pan; todas ellas han sentido en su rostro la misma lluvia y el mismo viento del mar que las azotaba. Son parientes míos sólo por el hecho de haber existido."

"De hecho, la legalidad se respetaba, ya que no la justicia."

"Después de unos cuantos huesos y venas rotos, Thomas confesó todo lo que se esperaba de él: había ido al Sabat; había conversado con el demonio después de haberle besado ritualmente el trasero, como era la costumbre."

"Buena parte de las víctimas eran, seguramente, pobres personas inofensivas que se habían ganado la antipatía de sus vecinos por un aspecto peculiar o una manera extraña de proceder, por sus ataques de mal humor, su afición a la soledad o cualquier otra característica que disgustaba a la gente."

"En cuanto a las cruzadas, hubo tanta infantería, tantos escuderos, ribaldos, viudas piadosas y mozas alegres que se dispersaron por los caminos detrás de su señor, que hoy todos podemos presumir de haber participado a través de alguno de nuestros antepasados en una de estas expediciones sublimes."

"Los regimientos del Gran Condé han arrasado las granjas flamencas, matando al ganado y abandonando a la gente en manos de la peste y del hambre con más eficacia que hubieran podido hacerlo todos los diablos."

"Hélène, en Viena, pertenece en lo sucesivo al primer turista que por allí pase."

"Ha estado hojeando algunas novelas de Balzac, sin saber por lo demás que estaba leyendo obras maestras, pues aún no estaban cosagradas como tales."

"Su padre le dio una receta que él transmitirá a su hijo: para mostrarse a tono en una fiesta a la que, en el fondo, no se tiene mucho interés en ir, nada hay tan eficaz como beberse a traguitos una botella entera de un champán de buena marca, sin lo cual la gente y las cosas no son más que lo que son."

"Michel-Charles ayuda con galantería a Blanchette a sacarse una carbonilla del ojo, a decir verdad invisible pero que, según dice ella, le hace mucho daño."

"Blanchette se ha quitado sin hacer ruido los zapatos, que le aprietan un poco, y acaricia por debajo de la mesa con su pie encantador el tobillo de su tierno amigo."

"Los hilos de la tela de araña en que todos estamos cogidos son muy frágiles: aquel domingo de mayo, Michel-Charles estuvo a punto de perder o de ahorrarse los cuarenta y cuatro años que le quedaban por vivir. Al mismo tiempo, sus tres hijos y sus descendientes, entre los que me cuento, estuvieron a punto de correr la suerte que consiste en no existir."

"Un hombre de buena cuna deber ver mundo antes de instalarse en el país doonde la casualidad o la providencia lo han situado."

"En el transcurso de su existencia de hombre privilegiado, aunque no necesariamente hombre dichoso, Michel-Charles no ha atravesado nunca una crisis lo bastante fuerte para darse cuenta de que él era, en último término, semejante a aquellos desechos humanos, tal vez hermano suyo. Tampoco se confesará a sí mismo que todo hombre, un día u otro, acaba por verse condenado a trabajos forzados."

"En un plano que se alcanza con menor frecuencia, los clásicos son el soporte y el módulo, la plomada y la escuadra del alma, un arte de pensar y a veces de existir."

"Cada uno de nosotros atraviesa, durante la vida, una serie de pruebas iniciáticas. Los que las padecen con conocimiento de causa son muy pocos y, de ordinario, lo olvidan enseguida. Y aquellos que, excepcionalmente, las recuerdan, a menudo, no consiguen sacarles partido."

"Quizá no me hubiera separado de esa obra maestra de no haber descubierto, unos días antes de regalarla, que una ligera fisura, debido a no sé qué golpe, se había producido en el extremo derecho del ónice. Me parecía que se había convertido de esa forma en algo menos valioso, al verlo imperceptiblemente estropeado, perecedero. Era entonces para mí una razón para sentir por él menos interés. Hoy en día sería más bien una razón para estimarlo un poco más."

"La perrilla se convierte en el modelo de perfecciones caninas; sabe que todos los perros que tenga después le serán comparados sin compasión y que, por mucho que los quiera, la sombra de Misca, saltarina y ladradora, siempre los aventajará."

"No le han dicho que las cosas merecen ser amadas por sí mismas, independientemente de nosotros, sus inciertos poseedores."

"Mi abuelo, en todas estas ocasiones, parece un estratega que se repliega sobre unas posiciones de antemano preparadas."

"Y este hombre y esta mujer que forman una pareja respetada, tienen dos hermosos hijos, jadean aún en la misma cama, se quieren bien, en el fondo, y uno de los cuales verá morir al otro, toman de este modo, en medio de un silencio cortés, o con unas réplicas que apenas lo son, cerca de doce mil desayunos."

"Por debajo de la mesa, el joven sacerdote pone suavemente la mano sobre la pierna desnuda y va subiendo un poco más. El aspecto trastornado del muchacho le obliga a cesar el juego."

"No se acostumbra a las barajas grasientas de los cafés, ni al amontonamiento de los platos, ni a las repetidas bromas al paso de las chicas guapas, ni a las frases insípidas cortadas por silencios o bostezos."

"Ha sufrido toda su vida por el hecho de que el entusiasmo no se comunique como un reguero de pólvora. Ha aprendido a sus expensas que la pólvora puede fallar y que no basta con colocar a la gente frente a un hermoso paisaje o un buen libro para que los aprecien. Va a sentarse en la hierba con sus poetas favoritos y los hojea mientras contempla cómo fluye el agua."

"Descubría, sin embargo, con sorpresa, que el empleo que un hombre acaba por obtener casi nunca corresponde a aquel para el cual se sentía preparado y en el que creía poder ser útil."

"No voy a hacer languidecer al lector, que ya sabe dónde voy a parar. Menos de tres semanas más tarde, Michel y Maud ruedan juntos sobre el colchón de la cama grande con cortinas de indiana, orgullo de Rolf, que lo compró en subasta pública. La tímida jover resulta ser una bacante. Rolf va todos los sábados a visitar a su padre. En cuanto se marcha, la habitación conyugal se transforma en Venusberg."

"El sombrío joven no replica: se pueden soportar muchas cosas cuando sólo se está por unos días de permiso en Lille."

"Estos planes, que a su padre le parecen razonables, reavivan en Michel la antigua repugnancia por aquellos ambientes acomodados y correctos en los que siempre acaba todo por arreglarse."

"¿Qué estás haciendo aquí? Una niña debe jugar y no soñar despierta. ¿Y tu muñeca? Una niña nunca debe estar sin su muñeca."

"Él me envidiaba mi libertad, que además exageraba; la vida pronto nos crea ataduras, que ocupan el lugar de aquellas que creíamos habernos quitado de encima; hagamos lo que hagamos y allí donde vayamos, los muros se levantan a nuestro alrededor y por culpa nuestra, refugio en un principio y que acaban muy pronto por convertirse en una prisión."

Marguerite YOURCENAR, Archivos del Norte, Alfaguara, Madrid, 1985.

sábado, 2 de abril de 2011

MARTÍNEZ GUZMÁN: Cartas desde el maltrato

13 DE ABRIL DE 2006
Le digo a Quique que podía especializarse en algo, en paneles solares, por ejemplo. Pero qué va, dice que no tiene cabeza. No se esfuerza ni una gota en mejorar… Y encima, cuando no sabe defenderse con las palabras, que es siempre, decide hacerlo mediante chillidos, que aún es peor, pero eso sólo en casa, porque fuera es el tío más callado del mundo.

7 DE JULIO 2006
No soporto cada vez que se acerca a mí para besarme, cada vez que intenta rozarme, no me gusta nada de él... Me pregunto en qué demonios estaba pensando cuando decidí empezar una vida con él.

16 DE JULIO 2006
Pero ya pronto todo esto se acabará y empezará una nueva vida para nosotras. Sin gritos, sin olor a cerveza.

25 DE JUNIO 2007
Las semanas se me hacen interminables con este tío a mi lado. Otra vez en mi cama, según él, a consolarme. Primero se lo he dicho educadamente, que me deje, que no quiero que me toque, pero al final un poco de violencia, otro agarrón del brazo, insultos.

11 DE NOVIEMBRE 2007
Este hoy ha vuelto a llorar, a pedirme mil veces perdón por todo lo que me hace. Le tengo tanto asco que me vuelven a entrar ganas de vomitar…

1 DE ENERO 2008
Tengo marcas en las muñecas, me duelen los ojos de tanto llorar, ha vuelto a hacerlo, en nombre del amor ha vuelto a ponerse sobre mí, a pesar de mis lloros.

10 DE MARZO 2008
Me siento tan vacía y dañada, me siento tan inservible, tan humillada, tan sucia, tan pisoteada… pero, eso sí, finjo porque no quiero hacerle daño a la gente que quiero, prefiero que me masacren a mí.

28 DE ABRIL 2008
Hace unos días que denuncié y todo ha sido una locura desde entonces. No puedo olvidar la imagen del cuchillo jamonero en su mano, junto a mi cuello, de la sensación de estar muerta, de pensar que en dos segundos mi vida se acababa. Después de la denuncia, mi desesperación en la huida para esconderme, el no poder parar de llorar en dos días, las 72 llamadas perdidas de él.

Roberto MARTÍNEZ GUZMÁN, Cartas desde el maltrato, Ediciones Kailas, Madrid, 2011.

viernes, 1 de abril de 2011

ZIZEK: La situación es catastrófica, pero no seria

Me encanta una anécdota, seguramente apócrifa, de la Primera Guerra Mundial. Un puesto militar alemán escribe un telegrama a sus aliados austriacos: “Aquí la situación es seria, pero no catastrófica”. La respuesta dice : “Aquí la situación es catastrófica, pero no seria”. Esta última frase define nuestra época.

Slavoj ZIZEK, El País, viernes 1 de abril de 2011.