Jorge Luis BORGES: "Nadie puede leer dos mil libros. Yo no habré pasado de una media docena. Además no importa leer, sino releer."

domingo, 31 de julio de 2011

BUKOWSKI: No sé como ocurren las cosas

No sé como ocurren las cosas. Tenía que mantener a mi hija, necesitaba algo para beber, pagar el alquiler, zapatos, camisas, calcetines, todas esas cosas. Como cualquier otro, necesitaba un coche, comida, por no hablar de todos los pequeños detalles intangibles.

Como mujeres.

O un día en el hipódromo.

Viviendo al día y sin puerta de salida, ni siquiera pensabas en ello.

Aparqué en la acera de enfrente del Edificio Federal y esperé a que cambiara el semáforo. Crucé. Empujé la puerta giratoria. Era como si fuera un pedazo de hierro atraído hacia un imán. No podía hacer nada.

Era en el 2º piso. Abrí la puerta y allí estaban todos ellos. Los empleados del Edificio Federal. Me fijé en una chica, pobre cosita, con un solo brazo. Debía llevar allí desde siempre. Era igual que ser un viejo zarrapastroso como lo. Bueno, como decían los chicos, tenías que trabajar en algún sitio. Así que aceptaban lo que había. Era la sabiduría del esclavo.

Una negrita se levantó. Iba bien vestida y se notaba que su entorno la complacía. Me alegré por ella. Yo me hubiera vuelto majara con el mismo trabajo.

-¿Si? -dijo ella.

-Soy empleado de Correos -dije-. Quiero dimitir.

Buscó debajo del mostrador y se levantó con un manojo de papeles.

-¿Todos estos?

Ella sonrió.

-¿Está seguro de poder hacerlo?

-No se preocupe -dije-, puedo hacerlo.


Charles BUKOWSKI, Cartero, Anagrama, Barcelona, 1993.

sábado, 30 de julio de 2011

KAFKA: Ventana a la calle

Aquel que vive solo y, sin embargo, desea en algún momento unirse a alguien; aquel que en consideración a los cambios del día, del clima, de sus negocios y de otras cosas semejantes, anhela ver, sin más, un brazo cualquiera en el que poder apoyarse, esa persona no podrá seguir mucho tiempo sin una ventana que dé a la calle. Y le ocurre que no busca nada, sólo aparece ante el alféizar de la ventana como un hombre cansado, abriendo y cerrando los ojos entre la gente y el cielo, y tampoco quiere nada, e inclina la cabeza ligeramente hacia atrás; así le arrastran hacia abajo los caballos con el séquito formado por el coche y el ruido hasta que, finalmente, alcanza la armonía humana.

Franz KAFKA, La condena, Alianza, Madrid, 1998.

viernes, 29 de julio de 2011

CARTLEDGE: Termópilas

"O como lo expresó Píndaro: La guerra se muestra dulce con quienes no la han conocido, pero al aguerrido se le encoge hasta el corazón al verla llegar."

"Para Esparta, la muerte no es morir, sino huir."

"Ahura Mazda es un dios grande, que ha creado esta tierra, que ha creado el cielo, que ha creado al hombre, que ha creado la felicidad para la humanidad."

"La totalidad de la educación que recibían éstos entre los cinco y los veinte años estaba dedicada a inculcarles tres virtudes o habilidades: manejar el caballo, disparar con arco y decir la verdad."

"Por su propia naturaleza, todos los imperios deben garantizar la seguridad de sus confines."

"Al comenzar un nuevo año civil, los éforos les declaraban la guerra a los ilotas formalmente."

"Las leyes de la agoge permitían y aun fomentaban el acto de robar, a fin de desarrollar en los alumnos las artes del sigilo, la sorpresa y el ingenio que de tanta utilidad podían serles de mayores en el campo de batalla; pero la de ser descubierto en flagrante constituía una infracción gravísima y merecedora de los castigos más severos."

"Resiste mientras miras al rostro a la muerte cruenta y alarga tu brazo hacia el enemigo mientras lo tienes cerca."

Paul CARTLEDGE, Termópilas. La batalla que cambió el mundo, Ariel, Barcelona, 2007.

jueves, 28 de julio de 2011

SEMPRÚN: Las manos unidas ya para siempre

Al final, sólo quedó en el andén de la estación esta quincena de niños judíos. Las SS regresaron en tromba, entonces, como si hubieran recibido instrucciones precisas, o tal vez les hubieran dado carta blanca, quizá ya les habían permitido improvisar la manera en que iban a matar a aquellos niños. De todas formas volvieron en tromba, con perros, se reían estrepitosamente, se gritaban bromas que les hacían estallar en carcajadas. Se desplegaron en arco de círculo y empujaron ante ellos, por la gran avenida, a aquellos quince niños judíos. Lo recuerdo, los chavales miraban a su alrededor, miraban a los de las SS, debían de creer al principio que les escoltaban sencillamente hacia el campo, como habían visto hacer con sus mayores unos momentos antes. Pero los de las SS soltaron los perros y empezaron a golpear con las porras a los niños, para obligarles a correr, para hacer arrancar esta montería por la gran avenida, esta caza que habían inventado, o que les habían ordenado organizar, y los niños judíos, bajo los porrazos, maltratados por los perros que saltaban a su alrededor, mordiéndoles en las piernas, sin ladrar ni gruñir, pues eran perros amaestrados, los niños judíos echaron a correr por la gran avenida hacia la puerta del campo. Quizás, en aquel momento, no comprendieran todavía lo que les esperaba, quizá pensaran que se trataba solamente de una última vejación, antes de dejarles entrar en el campo. Y los niños corrían, con sus enormes gorras de larga visera hundidas hasta las orejas, y sus piernas se movían de manera torpe, a la vez lenta y sincopada, como cuando en el eme se proyectan viejas películas mudas, o como en las pesadillas en las que se corre con todas las fuerzas sin llegar a avanzar un solo paso, y lo que nos persigue está a punto de alcanzarnos, nos alcanza ya, y nos despertamos en medio de sudores fríos, y aquello, aquella jauría de perros y de miembros de las SS que corría detrás de los niños judíos bien pronto devoró a los más débiles de entre ellos, a los que sólo tenían ocho años, quizás, a los que pronto perdieron las fuerzas para moverse, y que eran derribados, pisoteados, apaleados por el suelo, y que quedaban tendidos a lo Sargo de la avenida, jalonando con sus cuerpos flacos, dislocados, la progresión de aquella montería, de esta jauría que se arrojaba sobre ellos. Pronto no quedaron más que dos, uno mayor y otro pequeño, que habían perdido sus gorras en la carrera desesperada, y cuyos ojos brillaban como reflejos de hielo en sus rostros grises, y el más pequeño comenzaba ya a perder terreno, los de las SS aullaban detrás de ellos, y los perros también comenzaron a aullar, pues el olor a sangre les volvía locos, y entonces el mayor de los niños aminoró la marcha para coger de la mano al más pequeño, que ya iba tropezando, y recorrieron juntos unos cuantos metros más, la mano derecha del mayor apretando la mano izquierda del pequeño, rectos, hasta que los porrazos les derribaron juntos, con la cara sobre la tierra y las manos unidas ya para siempre. Los de las SS reunieron a los perros, que gruñían, y rehicieron el camino al revés, disparando a bocajarro una bala en la cabeza de cada uno de los niños, caídos en la gran avenida, bajo la mirada vacía de las águilas hitlerianas.

Jorge SEMPRÚN, El largo viaje, Planeta, Barcelona, 1997.

miércoles, 27 de julio de 2011

BUKOWSKI: On writing

"Simplemente existo. Luego más tarde trato de recordar y escribo lo que me sale."

"Me parece algo vergonzoso que un hombre que escribe tan bien como tú no sepa absolutamente nada de las mujeres."

"Yo sólo escribo cuando se hace de noche. No puedo escribir a la luz del día."

"El librero era bastante buen chico, intentaba ser escritor. Se llamaba Randy Evans y estaba demasiado embebido de Kafka para conseguir la menor claridad literaria."

"Todos me disgustaron inmediatamente, ahí sentados actuando como seres inteligentes y superiores. Tratando de anularse entre sí. La peor cosa para un escritor es conocer a otro escritor, y peor que eso, conocer a muchos escritores. Como moscas en la misma trampa."

"Y allí estaba, un escritor de 65 dólares a la semana sentado en una sala con otros escritores, escritores de mil dólares a la semana."

"Tu escritura es tan cruda. Es como un martillo de carnicero, pero aun así tiene humor y ternura..."

"Salimos al balcón con nuestras copas y contemplamos el tráfico de media tarde. Ella hablaba de Huxley y de Lawrence. Vaya mierda. Le dije que Knut Hamsun había sido el escritor más grande del mundo."

"¿Cómo puedes ser un escritor? ¡No observas!"

"Ayudé a limpiar los platos y luego Glendoline sacó su novela y empezó a leérnosla. No era del todo mala, pero era muy poco profesional y necesitaba mucha corrección. Glendoline suponía que el lector tenía que quedarse tan fascinado por su vida como ella misma lo estaba, lo cual era un error mortífero. Los demás errores mortíferos en que había caído eran demasiado numerosos para ser mencionados."

"Un escritor tenía mucho que aprender en los combates de boxeo o en el hipódromo. El mensaje no era del todo claro pero a mí me ayudaba. Esto era lo principal: el mensaje no era definible. Era inexpresable, como una casa ardiendo, o un terremoto, o una inundación, o una mujer saliendo de un coche mostrando sus piernas. Yo no sabía lo que otros escritores podrían necesitar; no me importaba, de cualquier modo era incapaz de leerlos. Estaba encerrado en mis propios hábitos, mis propios prejuicios. No era malo ser un bobo si la ignorancia era todo lo que tenías. Sabía que algún día escribiría sobre Katherine y que sería duro. Era fácil escribir sobre zorras, pero escribir sobre una mujer de excepción era mucho más difícil."

"Saqué el champagne, lo descorché y me serví una copa. Ya no escribía poemas de amor. De hecho, no escribía nada. No estaba con ganas de escribir."

"No he estado escribiendo. Creo que se acabó para mí."

"Hay un problema con los escritores. Si lo que había escrito un escritor se publicaba y vendía mucho, muchos ejemplares, el escritor pensaba que era magnífico. Si lo que había escrito un escritor se publicaba y vendía un número aceptable de ejemplares, el escritor pensaba que era magnífico. Si lo que había escrito se publicaba y vendía poco, pensaba que era magnífico. Si lo que había escrito nunca se publicaba y no tenía dinero suficiente para publicárselo él mismo, entonces pensaba que era, más que magnífico, genial. La verdad, sin embargo, es que había muy poca magnificencia."

"Bebí toda la semana siguiente. Bebí día y noche y escribí 25 o 30 pesarosos poemas sobre amores perdidos."

"Era mejor mantenerse alejado de los otros escritores y simplemente hacer tu trabajo, o no hacerlo."

"Sigues escribiendo buena mierda, a pesar de todo el bebistrajo."

"Yo escribo muchas porquerías. ¿Si eres tan mal escritor, por qué no lo dejas? Necesito comida, refugio y ropa."

"Me gustaban sus cartas y le contestaba. Liza se apartaba de la literatura, se apartaba de los llamados grandes temas. Me escribía acerca de pequeños acontecimientos ordinarios, pero los describía con agudeza y humor."

"Querido señor Chinaski: Soy un joven escritor y creo que soy bueno, pero siempre me devuelven mis poemas. (¿Cómo entra uno en este juego? ¿Cuál es el secreto? ¿Quién se lo ha enseñado?) Admiro mucho sus escritos y me gustaría pasarme por su casa y conversar con usted. Llevaría unos paquetes de cervezas y podríamos charlar. También me gustaría leerle algunos de mis poemas..."

"Sólo soy un alcohólico que se hizo escritor para poder quedarme en la cama hasta mediodía."

"Sara abrió otra botella. Aguantaba bien el vino. No tengo idea de lo que hablamos. Lo mejor de Sara es que apenas hacía referencia a mis escritos."

"Cuando era joven, estaba deprimido todo el tiempo. Pero el suicidio ya no me parecía una posibilidad en mi vida. A mi edad quedaba ya muy poco que matar. Era bueno ser viejo, no importaba lo que dijeran. Era razonable que un hombre tuviera que llegar a los cincuenta años para escribir con un mínimo de claridad. Cuantos más ríos cruzabas, más sabías de ríos, es decir si sobrevivías a las turbulencias y a las rocas ocultas. Podía ser algo duro, a veces."

"Bebimos, comimos, jodimos. No hubo peleas. Dábamos largos paseos por la costa, comíamos en chiringuitos de marisco. No me preocupaba de escribir. Había momentos en que era mejor mantenerse apartado de la máquina. Un buen escritor sabía cuándo no escribir. Cualquiera podía mecanografiar. Yo no sólo era un buen mecanógrafo; también sabía hablar y conocía la gramática. Pero sabía cuándo no escribir. Era igual que joder. Tenías que descansar de vez en cuando. Tenía un viejo amigo que a veces me escribía cartas, Jimmy Shannon. Escribía seis novelas al año, todas sobre incesto. No era de extrañar que se muriera de hambre. Mi problema es que no sabía dejar descansar mi polla igual que mi máquina de escribir. Eso sólo sucedía porque las mujeres eran algo que se conseguía por rachas imprevisibles, así que tenías que conseguir el mayor número posible antes de que algún otro lo hiciese. Creo que el hecho de que yo dejara de escribir durante diez años fue una de las cosas más afortunadas que podían haberme ocurrido. (Supongo que algunos críticos dirán que fue una de las cosas más afortunadas que pudieron ocurrirles también a los lectores.) Diez años de descanso para ambas partes. ¿Qué ocurriría si dejara de beber durante diez años?"

"Debería ponerme a escribir como un condenado o volver a ser empleado de la limpieza en algún sitio."

Charles BUKOWSKI, Mujeres, Anagrama, Barcelona, 1983.

martes, 26 de julio de 2011

SEMPRÚN: El largo viaje

"Durante dieciséis años he intentado olvidar este viaje, he olvidado este viaje. Nadie piensa ya, a mi alrededor, que yo hice este viaje. Pero en realidad, he olvidado este viaje sabiendo perfectamente que un día tendría que rehacerlo."

"Llevamos cuatro días y tres noches encajados uno en el otro, su codo en mis costillas, mi codo en su estómago."

"Lo vivíamos todo a través de los libros."

"Tomé la decisión de no hablar de aquel viaje, de no ponerme jamás en situación de tener que responder a preguntas sobre aquel viaje."

"Parece triste, Haroux, al comprobar la estabilidad de las estructuras administrativas del país. Los domingos, en el campo, debía soñar con una Francia completamente nueva, cuando teníamos tiempo para soñar."

"Lo que somos, lo seremos sea cual fuere la mirada que nos lanzan todos esos alemanes mirones. Pero, en el fondo, también somos lo que ellos imaginan ver en nosotros."

"Recuerdo que Walter lloraba de alegría, porque esta derrota de su país podía ser la victoria de su país."

"Era una de las consecuencias previsibles, razonables, obligatorias, de los actos que cometíamos."

"Los que están detenidos suelen pensar que siempre acaban por cogerte."

"Pero, ¿por qué ha meneado la cabeza? Me gustaría saber por qué ha meneado la cabeza."

Jorge SEMPRÚN, El largo viaje, Planeta, Barcelona, 1997.

lunes, 25 de julio de 2011

BORGES: Historia universal de la infamia

"Son el irresponsable juego de un tímido que no se animó a escribir cuentos y que se distrajo en falsear y tergiversar ajenas historias."

"Más de cuatrocientos millones de toneladas de fango insultan anualmente el golfo de México, despojos de un continente en perpetua disolución."

"Un buen esclavo costaba mil dólares. Algunos cometían la ingratitud de enfermarse y morir."

"Fumando pensativos cigarrillos."

"Ya que está resuelto a matarme, déjeme rezar antes de morir."

"Le abrí de un tajo el vientre, le arranqué las vísceras y lo hundí en el riachuelo."

"Era persona de una sosegada idiotez."

"Con los antiguos apetitos africanos muy corregidos por el uso y abuso del calvinismo."

"El destino, tal es el nombre que aplicamos a la infinita operación incesante de millares de causas entreveradas."

"Lo alcanzó el terrible vehículo que desde el fondo de los años lo perseguía."

"La historia, a semejanza de cierto director cinematográfico, procede por imágenes discontinuas."

"La agonía fue larga y blasfematoria."

"Apetecían la venganza y la venganza debió parecerles inalcanzable."

"Se codeó con rameras y con poetas, y hasta con gente peor."

"Es verdad que en El libro de la precisión las banderas del jalifa son en todo lugar victoriosas, pero el resultado más frecuente de esas victorias es la destitución de generales y el abandono de castillos inexpugnables."

"Delegaba las fatigas de gobernar en seis o siete adeptos."

"La tierra que habitamos es un error, una incompetente parodia. Los espejos y la paternidad son abominables porque la multiplican y afirman."

"Yo hubiera querido estar de una vez en el día siguiente, yo me quería salir de esa noche."

"Las páginas escritas hoy aparecían mañana borradas. Eso le aconteció porque las componía sin convicción."

Jorge Luis BORGES, Historia universal de la infamia, Alianza, Madrid, 1997.

domingo, 24 de julio de 2011

BORGES: El hacedor

"Conocía el terror pero también la cólera y el coraje, y una vez fue el primero en escalar el muro enemigo."

"Había escuchado complicadas historias, que recibió como recibía la realidad, sin indagar si eran verdaderas o falsas."

"Nada me cuesta confesar que ha logrado ciertas páginas válidas, pero esas páginas no me pueden salvar, quizá porque lo bueno ya no es de nadie, sino del lenguaje y de la tradición."

"Hay una puerta que he cerrado hasta el fin del mundo. Entre los libros de mi biblioteca hay algunos que ya nunca abriré."

"De esta ciudad salieron ejércitos que fueron grandes por la magnificación de la gloria."

Jorge Luis BORGES, El hacedor, Alianza, Madrid, 1997.

sábado, 23 de julio de 2011

BUKOWSKI: Morning paper

Bajé a la esquina a comprar el periódico. Regresé y leí los resultados de las carreras, los atracos, las violaciones y los asesinatos.

Charles BUKOWSKI, Mujeres, Anagrama, Barcelona, 1983.

MANSTEIN: Goering

Hizo su aparición Goering. El aspecto del personaje era realmente sorprendente: parecía ataviado para un baile de máscaras, cuando yo suponía que el motivo de convocarnos allí más bien tenía que ser cosa grave o seria por lo menos. Vestía camisa blanca de cuello bajo y, encima de ella, un jubón de cuero verde sin mangas, con gruesos botones de cuero amarillo. Seguía luego un pantalón corto y gris y, hasta la rodilla, unas medias de seda del mismo color realzaban graciosamente las ya de suyo considerables pantorrillas, terminando por abajo el indumentario en unas botas de media caña o katiuskas, en contraste con la delicada seda de las piernas. Pero a todo esto aventajaba sin duda la rutilante fantasía de un cinturón de cuero rojo, ricamente guarnecido en oro, que ceñía su vientre y alojaba en ancha funda del mismo cuero y color, profusamente esmaltada de chatones de oro, un bamboleante puñal de lujo.

Erich von MANSTEIN, Victorias frustradas, Inédita, Barcelona, 2006.

viernes, 22 de julio de 2011

BORGES: Ars amandi mulieris

"No hubo una palabra ni un beso. Le deshice la trenza y jugué con el pelo, que era muy lacio, y después con ella. No volveríamos a vernos y no supe nunca su nombre."

"No incurrí en el error de preguntarle si me quería. Comprendí que no era el primero y que no sería el último. Esa aventura, acaso la postrera para mí, sería una de tantas para esa resplandeciente y resuelta discípula de Ibsen."

"Por indecisión o por negligencia o por otras razones, no me casé, y ahora estoy solo."

"Una línea de Blake habla de muchachas de suave plata o de furioso oro, pero en ella estaban el oro y la suavidad."

"Sé que estaba enamorado de Ulrica; no hubiera deseado a mi lado ninguna otra mujer."

"Nada me dolía tanto como pensar que paralelamente a mi vida Beatriz iría viviendo la suya, minuto por minuto y noche por noche."

"Sé que mi rasgo más notorio es la curiosidad, que me condujo alguna vez a la unión con una mujer del todo ajena a mí."

"Si no hay bajo los cielos un hombre que no haya mirado a una mujer para codiciarla, todos hemos adulterado."

"Quería plenamente a su novia, pero se había dicho que un hombre no debe pensar en mujeres, sobre todo cuando le faltan. El campo lo había acostumbrado a la castidad."

"La dejé o ella me dejó, lo cual es lo mismo."

Jorge Luis BORGES, El libro de arena, Alianza, Madrid, 1997.

jueves, 21 de julio de 2011

MANSTEIN: La debilidad literaria de Rundstedt

Varias costumbres suyas arrancaban asimismo de la mocedad académica, como sucedía entre otras, con la costumbre que el coronel general tenía de distraerse del despacho de sus papeles con la lectura de emocionantes lecturas policíacas dispuestas en el cajón de su mesa de escritorio de suerte que no tenía más que empujarlo para disimular ante cualquiera de sus oficiales que entrase a despachar con él una debilidad literaria compartida con muchas otras personas de alto nivel intelectual.

Erich von MANSTEIN, Victorias frustradas, Inédita, Barcelona, 2006.

KAPUŚCIŃSKI: El emperador

"Cayó de su posición de segunda persona del Estado a la de pequeño funcionario de una remota provincia del sur."

"Antes de su llegada, era necesario preparar la provincia: hacía falta barrer, pintar, enterrar la basura, ahuyentar las moscas, construir la escuela y dar uniformes a los arrapiezos, reformar el ayuntamiento, coser las banderas y pintar los retratos del Venerable Monarca."

"Hechiceros daban de beber a niños pequeños misteriosas pócimas de hierbas y éstos, enajenados, embriagados y guiados por fuerzas sobrenaturales, entraban en alguna casa y señalaban al ladrón."

"¿Cómo se podía mover una pieza sin que se derrumbara todo lo demás?"

"Un pueblo sólo se rebela cuando alguien de repente intenta cargarle con otro fardo. Entonces el campesino no aguantará más; caerá de bruces en el fango, pero se pondrá de pie de un salto y asirá el hacha."

"Hacía ya tiempo que el mayordomo deambulaba por palacio apagando un cada vez mayor número de luces."

"Para un orden mejor y una mayor humildad de los súbditos, nada hay como dejar que el pueblo pase un poco de hambre, que adelgace."

"Para limitar los ya excesivos costes de la guerra, sólo los oficiales disfrutaban del derecho a ser enterrados, mientras que los cuerpos de los simples soldados se dejaban a merced de las hienas y de los buitres."

Ryszard KAPUŚCIŃSKI, El emperador, Anagrama, Barcelona, 1989.

miércoles, 20 de julio de 2011

BORGES: Yo no habré pasado de una media docena

-Es un libro impreso. En casa habrá más de dos mil.
El otro se rió.
-Nadie puede leer dos mil libros. En los cuatro siglos que vivo no habré pasado de una media docena. Además no importa leer, sino releer. La imprenta, ahora abolida, ha sido uno de los peores males del hombre, ya que tendió a multiplicar hasta el vértigo textos innecesarios.

Jorge Luis BORGES, El libro de arena, Alianza, Madrid, 1997.

SKORUPKO: Es difícil encontrar casas vacías

No voy a demorarme con infames explicaciones. Tan sólo diré que salí de casa. Unos minutos, unas horas. Poco importa. Nunca debí abandonarla tan descuidadamente, pero lo hice. Cuando regresé, ya había alguien dentro.

Pasé algún tiempo buscando otra vivienda. Todos han sufrido por esas dificultades y no voy a relatar lo que padecí todos y cada uno de esos largos, eternos días de indigencia. Vi aquella vieja casa, la que estaba pintada de verde. Juro que creí que estaba vacía. La estuve vigilando durante mucho tiempo y nada me hizo sospechar que allí vivía alguien.

Comencé a golpear la puerta. Se me resistía. No conseguía forzarla. Me estaba haciendo daño en el hombro. Me paré unos instantes a descansar. Quizá pensé que en unos minutos tendría de nuevo una mullida cama donde tenderme. Escuché un ruido en el interior. La puerta se abrió y apareció un hombre pequeño, canoso, despeinado. Tenía los ojos enrojecidos, como si se hubiera despertado de un sueño milenario. Me miró aprensivo; tenía algo en la mano. Le dije que creía que no había nadie en la casa. Le pedí disculpas. No respondió; de hecho, llegué a pensar que no hablaba mi idioma. Volví a insistirle: lo lamentaba. Cuando cerró la puerta, me di cuenta de que, inmediatamente, en el segundo piso, se subía una persiana.

Desde entonces sigo buscando. Es difícil encontrar casas vacías.

Andrzej NOWAK (ed.), Pequeña Polonia, El Olivo, Jaén, 2011.

martes, 19 de julio de 2011

BORGES: Ars fictionis

"He renunciado a las sorpresas de un estilo barroco; también a las que quiere deparar un final imprevisto. He preferido, en suma, la preparación de una expectativa o la de un asombro."

"Henry James quizá no hubiera desdeñado la historia. Le hubiera consagrado más de cien páginas de ironía y ternura, exornadas de diálogos complejos y escrupulosamente ambiguos. No es improbable su adición de algún rasgo melodramático. Me limitaré a un resumen del caso, ya que su lenta evolución y su ámbito mundano son ajenos a mis hábitos literarios."

"La literatura no es otra cosa que un sueño dirigido."

"Unos pocos argumentos me han hostigado a lo largo del tiempo; soy decididamente monónoto."

"Durante muchos años creí que me sería dado alcanzar una buena página mediante variaciones y novedades."

"Cederé a la tentación literaria de acentuar o agregar algún pormenor."

"Algunos énfasis de tipo retórico y algunas frases largas me hicieron sospechar que no era la primera vez que refería la historia."

"A lo mejor le sirve para un cuento, que usted, sin duda, surtirá de puñales."

"Una tarde en que los dos estábamos solos me confió un episodio de su vida, que hoy puedo referir. Cambiaré, como es de prever, algún pormenor."

"Dictar este relato es para mí una modesta y lateral aventura."

"No sé si la historia es verdad; lo que importa ahora es el hecho de que haya sido referida y creída."

"Había recibido por tradición oral ciertos pormenores que ahora traslado sin mayor fe, ya que el olvido y la memoria son inventivos."

Jorge Luis BORGES, El informe de Brodie, Alianza, Madrid, 1999.

lunes, 18 de julio de 2011

DENEVI: El erizo

El erizo era feo y lo sabía. Por eso vivía en sitios apartados, en matorrales sombríos, sin hablar con nadie, siempre solitario y taciturno, siempre triste, él, que en realidad tenía un carácter alegre y gustaba de la compañía de los demás. Sólo se atrevía salir a altas horas de la noche y, si entonces oía pasos, rápidamente erizaba sus púas y se convertía en una bola para ocultar su rubor.

Marco DENEVI, El erizo (Joseluís GONZÁLEZ, Dos veces cuento. Antología de microrrelatos, Ediciones Internacionales Universitarias, Madrid, 1998).

domingo, 17 de julio de 2011

BORGES: Nos parecemos a la imagen que tienen de nosotros

"Todos nos parecemos a la imagen que tienen de nosotros. Yo sentía el desprecio de la gente y yo me despreciaba también. En aquel tiempo, y sobre todo en aquel medio, era importante ser valiente; yo me sabía cobarde. Las mujeres me intimidaban; yo sentía la íntima vergüenza de mi castidad temerosa. No tenía amigos de mi edad."

Jorge Luis BORGES, El informe de Brodie, Alianza, Madrid, 1999.

CARANDELL: Celebración eucarística en Cebreiro

En un día de invierno de 1350, un monje que se disponía a decir la misa en la iglesia de Cebreiro concibió grandes dudas acerca de la realidad de la Eucaristía.

Vio entonces llegar a un paisano de Barjamayor en medio de una gran tempestad de nieve. Era el único feligrés que se encontraba en la iglesia y el monje menospreció su sacrificio preguntándole por qué había subido con tan mal tiempo desde su pueblo sólo para ver un pedazo de pan y un vaso de vino. En el momento de la consagración, la oblea que estaba en la patena se convirtió en carne; el cáliz se llenó de sangre y tiñó los corporales.

Luis CARANDELL, Ultreia, Aguilar, Madrid, 1999.

sábado, 16 de julio de 2011

BUKOWSKI: Lo que más me gusta es rascarme los sobacos

"Sabía que todavía no estaba maduro para hacer de escritor, no había vivido suficiente. Así que he tenido que seguir y esperar, que pasara algo dentro de mí que me obligara a comenzar. No había manera de engañarme a mí mismo en el sentido de creer que estaba maduro para escribir algo. Y no lo estaba... Estaba vacío."

"Creo que es una cosa muy común a todos los escritores, cuando ve que todo el mundo va en una dirección, ellos automáticamente quieren ir por un lado contrario. Por este motivo son escritores. Son criaturas extrañas."

"La gente tiene los jardines delante de sus casas porque no tienen otra cosa que hacer. Tiene su trabajo, de modo que deben hacer algo que no les ocupe demasiado."

"El sexo es una cosa importante, pero no tiene una importancia decisiva. Es menos importante, desde el punto de vista fisiológico, que la defecación."

"Uno que trabaja ocho horas al día con todas las restantes cosas que tiene que hacer, recoger el permiso de conducir, comprar neumáticos nuevos para el coche, pelearse con la novia, comprar comida: a alguien que trabaja ocho horas al día le quedan sólo dos horas o una hora y media libres para sí mismo. ¿Cómo es posible amar la vida si sólo se vive una hora y media por día y se pierden todas las demás horas?"

"Más de una vez bajaba todas las persianas, con contestaba el timbre, a quien llamaba o a lo que fuera durante una semana seguida. Me limitaba a estar tendido a solas en la cama. No ver a nadie, no hacer nada. Es muy gratificante para mí."

"Un barfly es una persona que siempre está en el bar, subsiste allí, lo necesita. Ocultándome en aquel bar, no tenía que trabajar ocho horas al día."

Charles BUKOWSKI, Lo que más me gusta es rascarme los sobacos, Anagrama, Barcelona, 1983.

viernes, 15 de julio de 2011

CARANDELL: Ultreia

"Lutero escribió: No se sabe si allí yace Santiago o un perro muerto o un caballo muerto."

"Guillermo de Aquitania, hombre irascible y cruel, mató a su hermana Felicia y, arrepentido, se refugió en estas soledades para hacer penitencia por su crimen."

"Dice que los castellanos son malos y viciosos."

"Había conocido a uno que era probador de una marca de botas."

"Un padre había encargado a cada uno de sus hijos peregrinar a Jerusalén, Roma y Santiago so pena de perder la herencia si no lo hacían."

"Alfonso VI recurrió a la prueba del fuego para saber si la Iglesia de España debía adoptar el rito latino o podía seguir con el rito mozárabe. El monarca arrojó al fuego el misal mozárabe y vio como se quemaba. Arrimó a las ascuas el otro misal, que también se quemó."

"La vieja tejedora dijo de su hija: Ella tirará mientras yo tire; después, lo dejará."

"Unamuno sugirió que el cuerpo que está en la urna del altar mayor de la catedral compostelana pudiera ser el de Prisciliano."

Luis CARANDELL, Ultreia, Aguilar, Madrid, 1999.

jueves, 14 de julio de 2011

ESLAVA GALÁN: Los dientes del dragón

"Los trudentes veneraban las cabezas de los enemigos muertos. Las conservaban en sal y las momificaban exponiéndolas al ardiente sol del mediodía sobre los mástiles de sus tiendas. Creían que las cabezas de los muertos los protegían de la muerte."

"Se equivocó de habitación y entró, sin anunciarse, en la cámara donde un negro sudanés contentaba por vía posterior al cadí mayor del puerto."

"Le explicó lo que es ser soldado. Te dan de comer una bazofia diaria para que no te falten las fuerzas, pero, por Alá, te muelen a palos, te extenúan en los entrenamientos y luego te ponen delante de los francos, vestidos de hierro, unas malas bestias que cuando embisten con sus lanzas son capaces de hacer un agujero en las murallas de Babilonia."

"Quizá tuviera el don de detener las hemorragias de las doncellas, o de consolar la melancolía de las viudas, o de leer el destino de los creyentes desorientados por las complejidades de la vida."

"Una burra domitila, blanca, grandona, que nos hace hermanos de leche y cuando a uno lo hieren se reparte el dolor entre docena y media, lo que lo hace más llevadero. Pero los orgasmos también se reparten; por eso tenemos reputación de insaciables."

"Quizá servimos a la Abominación los que nos servimos a nosotros mismos, los que nos hemos rebelado contra el orden establecido, contra las jerarquías, los papas, los reyes, las leyes de los poderosos que nos oprimen y nos explotan a cambio de una dudosa promesa de felicidad futura en el brumoso reino de Dios."

"Busca al rubio en Occidente, en tierra de cristianos. Barrunto que tomará ese camino. Lo matas, te matan y ganas el Paraíso."

"Siguió el intercambio de insultos que, en los preliminares del enfrentamiento requiere la batalla por norma bizantina en la que está permitido cagarse en los muertos del adversario hasta la tercera generación y no más, a fin de evitar que el insulto afecte a gente ajena."

"Los abades archimandritas estaban obligados a igualar la Santísima Erección antes de ordenarse en el cargo porque, como había dicho el santo Focio, la iglesia no quiere eunucos."

"Exploró la guarida de la dragona: un dilatado lecho de huesos viejos y de cadáveres en distinto estado de consunción, no sólo de humanos sino, a juzgar por las trazas, de animales grandes y de orcos. Había también fragmentos de lanzas, espadas cubiertas de herrumbre, hierros corroídos por la poderosa orina del reptil."

"Se había apuntado en la lista de los spiracos, como llamaban a los profesionales que visitaban a domicilio a las damas de casas pudientes y palacios."

"La puerta tenía un picaporte de trinquete, que permitía cerrarla desde fuera sin llave."

"Su vida es como una rosa al sol del estío, pero esa misma brevedad la hace sublime."

"El justillo apretado para resaltar unos encantos que formaban parte de la oferta del establecimiento."

"Los mozos levantaron al muerto y se lo llevaron a la corraliza trasera para alimentar a los cerdos, según la incivil pero higiénica costumbre del Peloponeso. Aunque sólo lo hacen con los que mueren en pecado, sin confesión."

"Soñó que atravesaba una región devastada por la guerra, las aldeas quemadas, los trigales incendiados, los árboles talados, los buitres hartos de carroña a lo largo de los caminos."

"Había acumulado demasiados recuerdos terribles en la bolsa de la memoria, tantos que incluso los fugaces recuerdos felices se teñían de amargura."

"La verdad turba. El que atisba la luz no puede vivir ya en la oscuridad y eso, es, a veces, un peso insoportable."

Juan ESLAVA GALÁN, Los dientes del dragon, Devir, Barcelona, 2004.

miércoles, 13 de julio de 2011

CARANDELL: El Codex Calixtinus, salvado

El prólogo es una carta de Calixto II, elegido papa en 1119 y gran devoto de Santiago, en que se narran las vicisitudes que su autor pasó para salvar el códice:

"¡Oh rara fortuna! Cuando caí en manos de salteadores que me despojaron de todas mis pertenencias, no me quedó más que este códice. Encerrado en prisión y perdida toda mi hacienda, sólo me quedó el manuscrito. Muchas veces naufragué en mares de aguas profundas y estuve a punto de morir; pero, al salir yo, salió el manuscrito sin mácula. Se prende fuego a la casa en que yo estaba y, abrasado todo mi ajuar, sale el códice indemne. A la vista de lo cual comencé a reflexionar si no sería que este códice que yo deseaba hacer con mis manos sería grato a Dios."

Luis CARANDELL, Ultreia, Aguilar, Madrid, 1999.

UGARTE: Ballenas

La realidad no es con las ballenas menos cruel que los seres humanos, a pesar de que éstos urdieron, hace tiempo, la infundada hipótesis de que quien sufre una terrible desgracia está de algún modo liberado de otras penalidades. Así, las ballenas azules, inofensivas, elegantes en su parsimoniosa lentitud, ni siquiera se encuentran a salvo de otros animales porque también modernos barcos balleneros las persigan.

Las orcas, unos cetáceos carnívoros, que cazan, como los lobos, en manada, atacan también a las ballenas y lo hacen con una crueldad que convierte a cualquier arpón en un arma de la misericordia. Las orcas localizan una ballena solitaria, la rodean y acompasan su nadar al suyo; incluso salen a tomar aire a la vez que su majestuosa víctima. Navegan a ambos lados y van arrancando de ella a dentelladas enormes trozos de carne. La ballena no puede hacer otra cosa sino seguir nadando, incapaz de huir de la jauría asesina. El mar se va tiñiendo de rojo, mientras la manada de orcas sigue mordiendo con furor, en un terrible festín sobre un ser que todavía respira. Las manadas de orcas, veinte, treinta, jamás podrán devorar por completo a su presa, pero pueden saciarse cuando ya han arrancado de ésta cuatro o cinco toneladas de carne.

Y la enorme ballena azul sigue nadando, torpemente, y agoniza.

Pedro UGARTE, Ballenas (Joseluís GONZÁLEZ, Dos veces cuento. Antología de microrrelatos, Ediciones Internacionales Universitarias, Madrid, 1998).

martes, 12 de julio de 2011

ESLAVA GALÁN: Constantinopla, Babel de la cristiandad

Se veían asiáticos de nariz aguileña y cejas espesas, mardaítas de Siria y Líbano, con sus largas camisas terminadas en flecos azules; turcos de Vadar, con sus turbantes cónicos; babilonios de larga caballera extendida en cascada por la espalda; sirios con chalecos de carnero adornados con volutas de cuero; tracios de espesos bigotes; búlgaros rasurados, con la cara brillante untada con grasa de caballo, que apesta a medida que avanza el día; rusos de largos mostachos colgantes, despuntados cuando el sujeto tiene deudas; armenios de nariz ganchuda; valacos llegados del Pindo, con sus tatuajes en el dorso de las manos, por los que se distingue el clan al que pertenecen; eslavos de Tesalia y Tesalónica, de caras anchas y mirada afable; árabes del Éufrates que palpan con la mirada los traseros de las paseantes; mujeres de Persia enfundadas en sus largos mantos azules que sólo dejan al descubierto los ojos negros, de mirada profunda; jázaros y pechenegos; lombardos, genoveses, catalanes, pisanos, vestidos cada cual según su moda y costumbre de su nación. Paseando entre ellos, el visitante puede oír, en sólo un día, cuantas lenguas pueblan el orbe.

Juan ESLAVA GALÁN, Los dientes del dragón, Devir, Barcelona, 2004.

lunes, 11 de julio de 2011

CARELL: El ejército fantasma

Por la noche, mientras los soldados rusos se entregaban al descanso, otro ejército se ponía en marcha. Pequeños grupos de veinte o treinta hombres, a menudo más reducidos aún, atravesaban las líneas enemigas camino del oeste. Eran los soldados más duros, que en modo alguno deseaban verse prisioneros de los rusos. La mayoría de ellos eran elementos jóvenes o soldados con muchos años de experiencia en el combate. Se calcula que unos cincuenta mil eludieron la captura por este procedimiento. Cruzaron el Beresina en su marcha hacia el oeste, en busca de las propias líneas. Durante el día se quedaban al acecho, descansando, no lejos de las carreteras y de las vías férreas, atacando los convoyes de aprovisionamiento enemigos y las cocinas de campaña. Luego, al amparo de la oscuridad, caminaban por los espesos bosques, persiguiendo y siendo acosados. Cuando no había suerte, comían lo que daba el terreno, robaban animales domésticos de los corrales, bebiendo el agua de los arroyos y de las charcas. Las horas de luz eran consagradas al reposo; la noche les brindaba cierta seguridad para la marcha y la busca de alimento.

Paul CARELL, Tierra calcinada, Inédita Editores, Barcelona, 2007.

domingo, 10 de julio de 2011

ESLAVA GALÁN: En busca del unicornio

"Hasta se me pasó por la imaginación, en la flaqueza de un momento, que me escogieran por más mentecato y menos avisado que los otros, antes que por más valiente y esforzado, como creía."

"El caso es que ellos son demasiadamente desconfiados y no sé si serán tan desconfiados porque son muy embusteros y engañadores o si son así de embusteros o engañadores porque son muy desconfiados."

"Soy ferviente cristiano y en todo presto a admitir lo que la Iglesia enseñe tanto si lo entiendo como si no lo entiendo."

"No cumplía ponerse a llorar sobre los tiestos rotos."

"Un catalán es mal entendido en Castilla y un castellano es mal entendido en Valencia y un vascongado es mal entendido en todas partes."

"Y había por todas partes griterío y luces con que los moros celebraban la victoria del Miramamolín igual que hubieran celebrado su derrota y la victoria de su enemigo Abdamolica."

"Y otra cosa de maravilla y digna de nota es cómo entre los negros hay dos o tres rostros y no hay más, no como entre los blancos, que cada uno tiene su cara y por mucho que se busque no se encuentran dos iguales, como no sea en hermanos del mismo vientre. Por eso, los negros, para distinguirse entre ellos, van todos marcados de un modo u otro y unos tienen cicatrices en el rostro, que ellos mismos se hacen cuando son niños, como si se bautizaran, y a otros les falta un dedo o media oreja o están señalados de pedradas o tienen un chirle o alforzas de látigo y otras señas igualmente buenas."

"¿Qué puede decirse de una ley que prohíbe a los hombres el vino y el cochino, tan consoladores?"

Juan ESLAVA GALÁN, En busca del unicornio, Planeta, Barcelona, 1999.

sábado, 9 de julio de 2011

HAWTHORNE: Argumentos

"Que un hombre escriba un cuento y compruebe que éste se desarrolla contra sus intenciones; que los personajes no obren como él quería; que ocurran hechos no previstos por él y que se acerque a una catástrofe, que él trate, en vano, de eludir. Este cuento podría prefigurar su propio destino y uno de los personajes sería él."

"Un hombre, en la vigilia, piensa bien de otro y confía en él plenamente, pero lo inquietan sueños en que ese amigo obra como enemigo mortal. Se revela, al fin, que el carácter soñado era el verdadero. La explicación sería la percepción instintiva de la verdad."

"En medio de una multitud imaginar a un hombre cuyo destino y cuya vida están en poder de otro, como si los dos estuvieran en un desierto."

"Un hombre de fuerte voluntad ordena a otro, moralmente sujeto a él, la ejecución de un acto. El que ordena muere y el otro, hasta el fin de sus días, sigue ejecutando aquel acto."

"Un hombre rico deja en su testamento su casa a una pareja pobre. Ésta se muda allí; encuentran un sirviente sombrío que el testamento les prohíbe expulsar. El sirviente los atormenta; se descubre, al fin, que es el hombre que les ha legado la casa."

"Dos personas esperan en la calle un acontecimiento y la aparición de los principales actores. El acontecimiento ya está ocurriendo y ellos son los actores."

viernes, 8 de julio de 2011

ESLAVA GALÁN: La Santísima Trinidad

Acudió el fraile y Miguel Castro abrió un ojo y habló para decir que quería confesión. Apartámonos todos una pieza y fray Jordi lo anduvo confesando, mas antes de darle la absolución, Miguel Castro tuvo un escrúpulo y dijo a fray Jordi: "Padre cura, algo más hay que decir." Y dijo fray Jordi: "Dilo, hijo mío, y descansa en el Señor." Y él dijo: "Es una duda que he tenido toda mi vida y no quiero irme con ella: la Santísima Trinidad, ¿es una persona o son tres?" "Hijo mío -le dijo el fraile-, ése es un misterio de la Santa Teología. Son tres personas, Padre, Hijo y Espíritu Santo, juntas en una." Mas este comento no satisfizo a Miguel Castró y tornó a preguntarle la misma duda. Y fray Jordi le explicó, con muy concertadas razones, el misterio de la Trinidad y ponía la voz persuasiva para decirle que es como tres regatos que se juntan en un solo arroyo, que es como tres cabos de velas juntas en una sola llama, que es como dedos que se juntan en una mano. A lo que replicó Miguel Castro, que ya tenía los ojos cerrados y estaba más blanco que el papel, que los dedos de la mano eran cinco y fray Jordi contestó, impacientándose, que la mano que él tenía pensada sólo tenía tres dedos. Calló un poco Miguel Castro y siguió el fraile hablándole paternalmente y ya parecía que lo tenía convencido y levantaba la mano para la bendición absolutoria cuando en ese momento abrió Miguel Castro los ojos muy abiertos y le dijo: "Fray Jordi, que aún no me tiene persuadido, que no entiendo si es una persona o si son tres." A lo que fray Jordi le replicó, con voz incomodada y enfadosa: "Y a ti que te importa si son tres personas. ¿Es que acaso las vas a tener que mantener?" Y luego le dio la absolución sin más plática y le dejó caer la cabeza muy enfadadamente.

Juan ESLAVA GALÁN, En busca del unicornio, Planeta, Barcelona, 1999.

jueves, 7 de julio de 2011

GIBBON: El noveno esclavo

Ibrahim, príncipe de Shirvan, besó la ínfima grada del trono de su conquistador. Sus ofrendas de sedas, de alhajas y de caballos constaban, según es uso de los tártaros, de nueve piezas cada una. Un espectador observó que sólo había ocho esclavos. El noveno soy yo, declaró Ibrahim. Su lisonja mereció la sonrisa de Tamerlán.

miércoles, 6 de julio de 2011

REVERTE: Dios, el diablo y la aventura

"Será olvidado en los siglos siguientes. Y no sólo por sus compatriotas, sino en buena medida por la Iglesia a la que sirvió y por la que entregó su vida."

"Cuando era niño, probablemente soñó con ir a África."

"Los españoles fueron los que más se distinguieron en la crueldad. Gozaban en derramar sangre, en profanar los templos, en perseguir a los obispos."

"Me regocijé tanto que todos los padecimientos del pasado me parecieron nada."

"Muchos juicios de Dios son un abismo."

"El número de los que se han ordenado de primeras órdenes estos últimos años es tan grande que apenas se halla mozo soltero en muchos lugares que no esté ordenado en ellas; y muchos de crecida edad, después de haber enviudado, las procuran y consiguen, y casi todos las desean, para gozar del privilegio del fueron, vivir con más libertad, excusarse de pagar los tributos y otros motivos temporales."

"Se recordaba del abuna Petrus que había violado a una mujer casada."

"Tenemos en nuestra tierra unos enemigos gentiles que se llaman gallas, y cuando vamos en contra ellos no los encontramos, porque huyen, y cuando regresamos a nuestra casa, ellos vuelven donde no estamos como ladrones."

Javier REVERTE, Dios, el diablo y la aventura, Plaza y Janés, Barcelona, 2001.

martes, 5 de julio de 2011

RODRÍGUEZ JIMÉNEZ: Los haradrim

Nuestro campamento fue despertado por los cuernos de las compañías de caudones: la batalla se iniciaría pronto. Angol Mir, el guía del asser, nos preparó para el combate: encendió un hachón con madera de takaro y lo pasó por encima de nuestras cabezas, purificándonos. El comandante caudón que iba a dirigirnos durante la batalla daba vueltas, impaciente.

Cuando el hachón se hubo consumido, pasamos por nuestro hanach un cuenco de satir, del que todos –excepto el caudón– bebimos el sorbo ritual. Nuestro cuerpo se llenó de fuerza: ahora estábamos preparados para morir en la próxima batalla.

Fuimos a los establos para preparar nuestro tilik, que ellos llaman en su lengua mûmakil, le dimos hierba y wain y, después, le colocamos el kaab sobre el espinazo.

De nuevo sonaron los cuernos y nos pusimos en marcha. Durante la noche, los caudones, oprimidos por los látigos de sus comandantes, habían construido en Osgiliath un puente de maderas oscuras apoyadas sobre barcas y pilares ruinosos. También habían erigido torres para asaltar los muros de la Ciudad, que, ahora, vimos a lo lejos por vez primera . Resplandeciente, amenazante.

Cruzamos el puente, que resistía voluntarioso el paso de decenas de mûmakil. Miles de caudones atravesaban el río en barcazas y algunos, obligados por los oficiales, a nado. Subidos en el kaab, nos sorprendimos al descubrir que las aguas estaban cubiertas por las cuadrillas del Amo.

–Eh, vosotros, haradrim –nos gritó el comandante caudón en la lengua común–, traed acá vuestra bestia.

El Capitán Negro había dado órdenes de arrastrar las torres de asalto con los mûmakil, de llevarlos hasta los muros de la Ciudad. Se decía que los muros de esa ciudad nunca habían caído, pero los caudones, en su soberbia, creían que la arruinarían en una sola jornada.

Angol Mir dirigió el anclaje de la torre al mûmakil y le gritó al comandante caudón que ya podíamos avanzar. A nuestro alrededor decenas de mûmakil como el nuestro arrastraban hasta los altos muros las torres de asalto; de otras tiraban torpemente cuadrillas de caudones. Los kabaros comenzaron a ser tocados por los asser de los haradrim; los caudones respondieron con sus cuernos y sus gruñidos, que emitían para darse ánimos.

Los graznidos de los zeyis, que ellos llaman nâzgul, se escuchaban sobre nuestras cabezas. El cielo estaba rojo, tal vez a causa de alguna funesta magia del Amo. Era un preludio de la sangre que correría ese día.

Julián RODRÍGUEZ JIMÉNEZ, Libretas, Editoral Almotacén, Córdoba, 2011.

RODRÍGUEZ JIMÉNEZ: El mago

Ilias fue el primero en encontrarle, en el camino de Bayasa. El hombre hizo aparecer de repente una paloma de la oreja del asombrado chiquillo. Después, como si estuviera muy cansado, el extranjero se sentó en el huerto de los Banu Kun.

Hacía años que ningún mago llegaba a la aldea, quizá desde los tiempos de Abd ar-Raman. La gente se acercó al mago y le ofreció regalos: dátiles, agua fresca, vino, que el extranjero rechazó con un gesto apático y con palabras que delataron su origen oriental. Unos decían que procedía de Fars. Otros, que de más allá.

Finalmente, el caíd le dio permiso para entrar y descansar en la aldea. Durante dos días. Después podría continuar su peregrinaje. El extranjero, agradecido, anunció que sorprendería a todos con su magia.

El caíd le llevó a su casa, donde le cortaron el pelo y la barba y le lavaron las ropas, sucias por el polvo del camino. Cuando se hubo aseado, parecía más joven, a pesar de los hilos blancos que ya recorrían su barba.

El segundo día se sentó en la fuente que había junto a la mezquita, y allí pareció dedicar el tiempo a reflexionar.

Pasó la tarde y llegó la noche. La gente comenzó a rodear al extranjero. Que permanecía inmóvil. Parecía distraído, como si una profunda cuestión teológica le preocupara.

Alguien se atrevió a tocarle el hombro para sacarle de su ensimismamiento, pero lo único que consiguió fue que apareciera una nube de humo blanco, que no tardó en desvanecerse. Nada quedó allí donde había estado sentado el mago.

La gente alabó el truco y esperó que el extranjero apareciera por algún lado. Pero nada más se supo de él.

Julián RODRÍGUEZ JIMÉNEZ, Libretas, Editoral Almotacén, Córdoba, 2011.

lunes, 4 de julio de 2011

SETH: Desde el lago del Cielo

"Hay que vigilar al extranjero todo el tiempo, de modo que no vea demasiado, no actúe demasiado por su cuenta ni influya en la conducta de los habitantes locales."

"Los tratados de las dos potencias imperiales dejaron sin resolver el litigio fronterizo y, por causa de él, han luchado a sangre y fuego sus dos sucesores socialistas."

"Un niño prorrumpe en sollozos y es consolado con un trozo de albaricoque seco. Las moscas se posan sobre él en el acto. Las moscas de Dunhuang son monstruosas e innumerables."

"Nuestro guía nos proporciona nombres y fechas que se escapan directamente de mi cabeza, se evaporan."

"Toda la China rural está prohibida, excepto los lugares pintorescos famosos o -de modo ocasional- algunas comunas modelo."

"Una agente amable y servicial más allá de lo obligado."

"A veces me parece que vago por el mundo sólo para acumular material para futuras nostalgias."

"No hay variación básica en el diseño de los apartamentos para trabajadores, las oficinas gubernamentales, los parques, las librerías y ni siquera las farolas. El Estado realiza casi todas las construcciones modernas: hace falta pensar y gastar mucho menos si es posible poner en práctica el mismo diseño en todas partes."

"Se debate el sistema gubernamental de asignación de empleo. ¿Qué empleo se me asignará cuando vuelva a casa? Cuando digo que yo mismo me buscaré uno, despierto un asombro y un interés considerable."

"Vino de lejos sin otra intención que ver el antiguo templo y lo vio y lloró."

"Como en toda China, parte del atractivo de sentarse detrás del volante es el placer de poder darle a la bocina, una facultad que se ejerce al máximo incluso de noche."

"Si doy el regalo ahora al señor Ho, quizá lo considere inadecuado ya que mi caso está bajo consideración. Si se lo doy después de conseguir la aprobación especial de salida, podría considerarlo una recompensa; de nuevo algo inadecuado. Pienso que la única circunstancia apropiada en que puedo entregárselo es en el caso de que no me concedan el permiso para salir por el Tíbet."

Vikram SETH, Desde el lago del Cielo. Viajes por Sinkiang, Tíbet y Nepal, Ediciones B, Barcelona, 1998.

domingo, 3 de julio de 2011

MIQUEL: Rapp y la carga de los mamelucos

Una carga no podía llegar a destino si no la conducía un líder a toda prueba, conocido entre sus hombres por su arrojo. El Emperador pensaba en Rapp, cazador del 10º Regimiento que, en 1795, había rechazado a los húsares austríacos en una lucha de uno contra cinco, jinete al que había tomado como adjunto el día de Marengo. Conocía bien el valor del colmariano por haberlo comprobado en todos sus combates.

Rapp partió al galope a la cabeza de sus mamelucos, seguidos por los cazadores. Se vistió con su uniforme de gala de general y se tocó con el bicornio. A los treinta y tres años, el fogoso alsaciano ardía en deseos de dirigir la carga más espectacular del Imperio ante los ojos del Emperador y de que la historia recogiese su nombre.

No galopaba, sino que volaba. El sable levantado, el bicornio caído en la nieve, lanzó a su caballo blanco sobre los guardias y los coraceros de Constantino, que iban a morder el polvo.

Pierre MIQUEL, Austerlitz. La batalla de los tres emperadores, Ariel, Madrid, 2008.

sábado, 2 de julio de 2011

SETH: Curso intensivo de chino en seis meses

Mientras dormito bajo el soporífero zumbido de las moscas, sueño que he inaugurado un curso intensivo de chino de seis meses de duración. Cada semana corresponde a un año en la vida del niño chino. Durante la primera semana mis estudiantes están tumbados en camastros en el aula y balbucean mientras otros dos profesores y yo hablamos en chino entre nosotros. Los estudiantes tienen berrinches, aunque no con tanta frecuencia como los bebés estadounidenses. Son paseados en cochecitos por el campus y envueltos en prendas muy acolchadas, como los bebés chinos: siempre me recuerdan buñuelos recalentados. En mi universo totalitario, se hacer dormir a intervalos regulares a los estudiantes, cantándoles nanas. La segunda semana se les enseña unas pocas palabras elementales: baba, mam y demás. Durante las comidas o cuando se les saca a pasear tienen que mostrar cierto grado de curiosidad por los nombres de los objetos, aunque, de acuerdo con el principio de la mayonesa, hay que controlar el suministro de información léxica. (El principio de la mayonesa afirma que el aprendizaje de una lengua es como hacer mayonesa: si se añade demasiado de golpe la mezcla se corta.) Lentamente, a través de los años comprimidos, los estudiantes entran en contacto con las canciones infantiles, los caracteres escritos, los tebeos sencillos, la jerga y las burlas escolares, el vocabulario de las compras y las ventas, el uso de los palillos, el lápiz, el pincel y el ábaco. A continuación, participan en la conversación adulta, leen historias cortas, entonan canciones para los dignatarios del Partido de visita y los visitantes extranjeros, beben interminables tazas de agua caliente de unos termos de brillantes colores, etcétera. Cuando pasan por la adolescencia y los primeros años de la vida adulta, introduzco el pensamiento político, la historia, la literatura, la burocracia, las consignas y las obscenidades. Al final del curso de seis meses, en su vigesimosexto año, mis estudiantes (todos a punto de casarse, partir para las guarniciones a las que han sido destinados o las dos cosas) tienen cierta idea de la experiencia de sus iguales chinos.

Vikram SETH, Desde el lago del Cielo. Viajes por Sinkiang, Tíbet y Nepal, Ediciones B, Barcelona, 1998.

viernes, 1 de julio de 2011

RODRÍGUEZ JIMÉNEZ: La moneda rusa

-¿Qué moneda es la que utilizan en Rusia?
-No lo sé. ¿Lo has mirado?
-No sale. Espera…, a ver… El franco suizo.
-¿El franco suizo? No puede ser.
-Quizá hayan adoptado el franco suizo. Hay muchos países que tienen monedas extranjeras.
-Creo que es la corona. Busca la corona. Estoy segura de que la moneda rusa es la corona.
-Sí, me suena a mí.

Julián RODRÍGUEZ JIMÉNEZ, Libretas, Editoral Almotacén, Córdoba, 2011.

DOSTOIEVSKI: La cebolla

Había una perversa mujer que murió sin dejar a su espalda la menor sombra de virtud. El Diablo se apoderó de ella y la arrojó al Lago de Fuego. Su Ángel de la Guarda se devanaba los sesos para recordar alguna buena obra de la condenada y poder referírsela a Dios. Al fin, se acordó de que una vez la mujer había dejado que un mendigo se comiera una cebolla podrida que había quedado después de la cosecha. El Ángel le dijo al Señor: «Dio una cebolla de su campo a un mendigo.» Dios le contestó. «Toma esta cebolla y tiéndesela a la mujer del Lago para que se aferre a ella. Si consigues sacarla, irá al Paraíso; si el tallo de la cebolla se rompe, la pecadora se quedará allí donde está.»

El Ángel corrió hacia el Lago de Fuego y le tendió la cebolla a la mujer. «Toma —le dijo—. Cógete fuerte.» El Ángel empezó a tirar con cuidado y pronto estuvo la mujer casi fuera. Los demás pecadores, al ver que sacaban del Lago de Fuego a la mujer, se aferraron a ella para aprovecharse de su suerte. Pero la mujer, en su maldad, empezó a darles puntapiés. «Es a mí a quien sacan y no a vosotros; la cebolla es mía y no vuestra.» En este momento, el tallo de la cebolla se rompió y la mujer volvió a caer en el ardiente Lago, donde está todavía. El Ángel se marchó llorando...

Fiodor DOSTOIEVSKI, Los hermanos Karamazov