Jorge Luis BORGES: "Nadie puede leer dos mil libros. Yo no habré pasado de una media docena. Además no importa leer, sino releer."

martes, 31 de julio de 2012

LIZANO: Fuga de invernadero



Unas cuantas flores
decidieron fugarse del invernadero...
Querían respirar aire libre,
perfumar y adornar como todas las flores...
El invernadero, decían,
es la cárcel de las flores...
—Si salimos del invernadero podremos vivir como flores...
Y una noche,
arrancándose suavemente de sus tiestos,
dejaron el invernadero
y se fueron por el mundo.
Y comenzaron todas las flores
a fugarse de sus encierros
y a descubrir que todo el mundo
era un invernadero.

Jesús LIZANO, El ingenioso libertario Lizanote de la Acracia o la conquista de la inocencia, Virus Editorial, Barcelona, 2009.

ROMERO: Gritos de batalla


En las guerras se solía gritar antes de entrar en combate. En la Biblia se dice que “todo el pueblo gritó tan fuerte que hasta la tierra tembló”. Los filisteos se preguntaban: “¿Por qué hacen tanto escándalo esos israelitas?” Los gritos de los hoplitas griegos eran, cómo no, rítmicos. Los galos eran unos gritones; los legionarios romanos, cada vez que tenían que enfrentarse a ellos, estaban aterrados, se les caía el alma al suelo cuando veían aparecer a los celtas desnudos, empuñando largas espadas y dando gritos, hasta que César logró convencer a sus tropas de que no era para tanto.



Antes de entrar en combate, los clanes escoceses lanzaban su sluagh ghairm, su eslogan, su grito de batalla. Poco a poco, primero en Inglaterra, luego en el resto del mundo, los partidos políticos comenzaron a utilizar eslóganes.



Los gritos de batalla han sido algo habitual. “Santiago y cierra, España”, se gritó en las Navas de Tolosa. “¡Aur!, ¡aur!, ¡desperta ferro!”, gritaban los almogávares. “¡Oh mis soldados! ¡Oh mis leones de España!”, gritó Carlos de Austria en Túnez. Los tercios españoles, evidentemente, eran los que más vociferaban. Gritaba el sargento: “¡Santiago! ¡Santiago! ¡Santiago!” Respondían los soldados: “¡Cierra! ¡Cierra! ¡Cierra, España!” Los quinientos soldados de Cortés gritaban más fuerte que los cien mil aztecas de Cuauhtémoc: “¡Me vais a soñar, hijos de puta, me vais a soñar!” Siglos después, los mexicanos aprendieron a gritar, gritaron en Dolores: “¡Mueran los malos gobernantes! ¡Viva la Virgen de Guadalupe!” Los alaridos de los apaches aterraban a sus enemigos: gritaban cuando combatían, gritaban cuando se retiraban, no paraban de gritar mientras torturaban a los prisioneros. Los zulúes cantaban y gritaban antes y durante el combate, y seguían cantando y gritando cuando el enemigo ya estaba derrotado. Los maoríes, antes de la batalla, bailaban el haka y gritaban, hasta que a los pérfidos soldados británicos les dio por dispararles mientras danzaban.



Los soldados más gritones de todos fueron los sudistas. El rebel yell hacía flaquear a las tropas federales. Cuando las filas de desharrapados soldados sudistas se acercaban a las líneas federales y lanzaban su grito de batalla, los nordistas perdían los nervios, no atinaban a cargar sus fusiles, se les caían las baquetas, huían aterrados. Poco a poco, los nordistas aprendieron a resistir el rebel yell. En Gettysburg, cuando las tropas del coronel Chamberlain se quedaron sin balas y tuvieron que cargar, improvisaron un alarido atroz que consiguió aterrorizar a los rebeldes: los doscientos soldados del regimiento de Maine pusieron en fuga a un millar de sudistas. Unos meses después, en Chattanooga, el grito nordista estaba tan perfeccionado que miles de soldados sudistas abandonaron el campo de batalla sin luchar cuando lo escucharon. Después de eso, Lee tuvo que esconder a sus soldados en trincheras.

La guerra de secesión fue una de las últimas guerras de gritones. Poco a poco, los Estados Mayores se dieron cuenta de que lo importante era la sorpresa, el silencio. Aunque no siempre. En la guerra civil, un capitán nacional no paraba de gritar: “¡A por ellos ¡ Y al que le den que se joda!” De esa manera tan atrabiliaria nació ese grito que ahora se repite en los estadios sudafricanos, polacos y ucranianos, en las plazas de toda España.



Fueron los bolcheviques los primeros que en tiempos modernos utilizaron el grito como instrumento político: gritaban en las calles, gritaban en los consejos de obreros y soldados, gritaban cuando acometían a las tropas blancas. En la segunda guerra mundial, los soviéticos continuaron lanzando sus hurras antes de entrar en combate, lo que solía alertar a los alemanes: casi diez millones de soldados soviéticos murieron en esas cargas inútiles.

Ramón ROMERO, Gerionocracia.

www.sociotopia.com

lunes, 30 de julio de 2012

XINRAN: Por favor, sálvala

Muy estimada Xinran:

Escucho todos tus programas. De hecho, todos los habitantes de mi aldea disfrutan escuchándolos. Pero el motivo de mi carta no es contarte lo buenos que son tus programas; te escribo para contarte un secreto.

No es realmente un secreto, porque todo el mundo en la aldea lo sabe. En la aldea hay un anciano lisiado de sesenta años que recientemente compró una joven esposa. La muchacha parece muy joven. Creo que la han secuestrado. Ocurre con cierta frecuencia por aquí, pero muchas de las chicas suelen escaparse más tarde. El anciano teme que su esposa se escape y la tiene atada con una gruesa cadena de hierro. Su cintura está en carne viva por el roce con la pesada cadena: la sangre se ha filtrado a través de sus ropas. Creo que eso la matará. Por favor, sálvala.

Hagas lo que hagas, no menciones mi carta en la radio. Si los aldeanos lo descubren, expulsarán a mi familia.

Espero que tu programa sea cada vez mejor.

Tu leal oyente,

Zhang Xiaoshuan

XINRAN Xue, Nacer mujer en China. Las voces silenciadas, Planeta, Barcelona, 2007.

RAMÓN: Prop, prop, prop

Comenzó el martes por la noche. Clap, clap, clap, clap. Irritado, lo acabé desenchufando. Estaba viendo una película no sé si bélica o carcelaria, La colina, cuya acción se desarrollaba, ay, en el desierto libio. Cuando acabó, tenía la ropa mojada y estaba sudando, chorreaba. Pensé en darme una ducha, pero acabé yendo a la nevera y trasegué medio litro, medio litro de agua fría.

El miércoles decidí darle otra oportunidad. Al principio, no hizo nada extraño, pero al cabo de una hora, el ruido se reanudó. Clap, clap, clap, clap. Quizá fuera algún tornillo que se había soltado, una tontería. Decidí ignorarlo. Sólo lo enciendo cuando estoy en la habitación de estar y allí estoy un rato, al mediodía y por la noche: suelo pasar casi todo el día en la cama, leyendo.

Ayer, cuando lo enchufé, me recibió un nuevo ruido. Prop, prop, prop, PROP, prop, prop, prop, PROP.

-¿Qué diablos te pasa? –le pregunté-. ¡Deja de hacer ruidos!

No me hizo el menor caso. Siguió con lo mismo. Prop, prop, prop, PROP, prop, prop, prop, PROP, prop, prop, prop, PROP, prop, prop, prop, PROP.

Hoy, mientras devoraba la ensalada, ha seguido con sus ruidos. Prop, prop, prop, PROP. Bastante molesto. Acababa de prepararme un vaso de café con hielo y de empezar a ver un nuevo episodio de Reilly, as de espías, cuando el maldito ha iniciado su agonía. Priiiiiiiiiiiiiiiiiiii, PROP, priiiiiiiiiiiiiiiiiiii, PROP. Lo desenchufé y apagué la tele y me fui a la cama. Me puse a leer las memorias de Robert Graves, me quedé dormido, me desperté, seguí leyendo a Graves. Las sábanas, mojadas.

Hace un rato, he vuelto a enchufarlo. Priiiiiiiiiiiiiiiiiiii, PROP, priiiiiiiiiiiiiiiiiiii, PROP. Ha seguido así durante unos minutos y después, simplemente, se ha parado. La habitación se ha llenado de olor a quemado.

No siento ningún vínculo por él: lo compré hace dos o tres veranos, el más barato del hipermercado, marca Acme. El problema es que se ha estropeado un sábado: de alguna manera, el bribón había planeado dejar de funcionar un sábado. ¿Qué voy a hacer hasta el lunes?

Francisco RAMÓN, Prop, prop, prop.

www.elagote.blogspot.com

martes, 24 de julio de 2012

CAMBA: El admirador

Recientemente, me ha salido un admirador, un verdadero admirador, en la provincia de Guadalajara. "Soy —me viene a decir este hombre magnífico— uno de sus lectores más asiduos y más inteligentes, y me he suscrito a El Sol con el único objeto de ver los artículos de usted..."

Y desde entonces, yo no puedo escribir, porque la imagen de mi admirador me obsesiona por completo. Se me ocurre un asunto bonito, cojo la pluma e inmediatamente me digo:

—¿Le gustará este tema al señor de Guadalajara?

Yo tengo la sensación de que escribo únicamente para este señor, y no quisiera defraudarle. Este señor vive en un pequeño pueblo de la provincia, donde, por desgracia, yo no he estado nunca. Ignoro en absoluto la ideología local, y esto pone en mi trabajo dificultades enormes. De buena gana me pasaría varias noches en claro leyendo, con unas gafas muy gordas, unos volúmenes muy grandes, si a esta costa pudiera llegar a conocer las opiniones políticas, estéticas y religiosas que predominan en el distrito. Por desdicha, la cosa es imposible, y yo temo siempre desilusionar a mi admirador. Tal párrafo que acabo de escribir creo que le parecerá vulgar, y lo borro. Pongo en tensión todos mis nervios hasta que se me ocurre una cosa más fina, y entonces me asalta un pensamiento terrible.

—¿Entenderá esto mi admirador?—me pregunto—. ¿No resultarán estas consideraciones demasiado sutiles para un pueblo de pocos vecinos?

Verdaderamente, el señor de la provincia de Guadalajara ha tenido una idea bien peregrina cuando se ha decidido a admirarme. Ahora comprendo por qué tantos escritores malos tienen tantos y tan buenos admiradores. Con dos admiradores más, yo me volveré completamente idiota.

Julio CAMBA, La rana viajera, Espasa-Calpe, Madrid, 1981.

MARTIN: Escribir siempre ha sido duro


Como muchos escritores, secretamente aspiro a ser el mejor escritor que haya caminado por la tierra, y que de aquí a mil años se me recuerde, pero después tengo pensamientos ambiciosos más modestos en los que lo único que quiero hacer es terminar la historia y tomarme unas buenas vacaciones. Todos estamos expuestos a diferentes niveles de ambición con las cosas que soñamos y que nos atrevemos a alcanzar. Siempre intento desarrollar el mejor trabajo del que soy capaz de hacer. Así que en ese sentido soy ambicioso. Intento rebasar mi techo. Me fuerzo hasta el límite en el que veo que no soy capaz de hacerlo mejor.

Escribir siempre ha sido duro. No depende de la cantidad de gente que esté esperando los libros y comentándolos. La historia es la dificultad principal, contarla de la manera que quiero. Es como imaginar un maravilloso castillo, que asciende hacia el cielo, que tienes que construir, ladrillo a ladrillo, tablón a tablón, con sus martillos y clavos…. Igual no es el castillo de tus sueños al final, igual tienes que quitar clavos y ponerlos en otros sitios y volver a empezar. Siempre ha sido así el proceso. No creo que el éxito de lectores y espectadores afecte la situación de una forma u otra. Ninguna de esas personas está en la habitación. Sólo estoy yo, el ordenador, el cursor parpadeando en la pantalla y la preocupación de qué va a ser lo siguiente. La gente, mis editores, los que dan premios, los críticos, los lectores, los espectadores de la serie, es como si no existieran. Somos yo y los personajes.

Álvaro P. RUIZ DE ELVIRA, George R.R. Martin: Sólo somos yo y los personajes

El País, martes 24 de julio de 2012.


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lunes, 23 de julio de 2012

TARKOVSKI: Una película de la que vivo


EN CONTRA:
¡Qué tontería carente de sentido y gusto! ¡Realmente detestable! Su película, para mí, es un error, carente de valor. No llega al espectador... y el espectador es lo más importante, ¿o no? Sorprende que los responsables de la distribución de películas en nuestra URSS hayan permitido esta porquería.


A FAVOR:
El motivo de mi carta es El espejo. Una película sobre la que ni siquiera soy capaz de escribir, pero de la que vivo. La capacidad de escuchar y comprender tiene un alto valor... Si dos personas son capaces de sentir lo mismo, aunque sea sólo una vez, entonces siempre se comprenderán. Aunque uno viviera en la edad de piedra y el otro en la nuclear. Quiera Dios que las personas al menos puedan comprender y sentir los impulsos humanos más fundamentales, los propios, los ajenos.

Andrei TARKOVSKI, Esculpir en el tiempo, Rialp, Madrid, 1991.

S.T.T.L. Busquets



Las mujeres ahora publican mucho, algunas venden muchísimo, pero en la crítica hay una diferencia. Y si hablan de los escritores importantes de este momento no hay a veces ni una mujer. Hay muchas escritoras, leen más las mujeres que los hombres... pero la crítica no nos acaba de tomar en serio...

María del Mar LÓPEZ CABRALES, Palabras de mujeres. Escritoras españolas contemporáneas, Narcea, Madrid, 2000.












BUKOWSKI: El mundo no me tenía agarrado por la garganta

Cuando estuve de vuelta en Los Ángeles encontré un hotel barato justo al lado de Hoover Street, y una vez allí me quedé en la cama y bebí. Estuve bebiendo durante un cierto tiempo, tres o cuatro días. No conseguí levantarme para leer las ofertas de trabajo. La idea de sentarme enfrente de un hombre sentado detrás de un escritorio y contarle que deseaba un trabajo, que estaba capacitado para hacer ese trabajo, era demasiado para mí. Francamente, estaba horrorizado de la vida, de todo lo que un hombre tenía que hacer sólo para comer, dormir y poder vestirse. Así que me quedaba en la cama y bebía. Mientras bebías, el mundo seguía allí afuera, pero por el momento no te tenía agarrado por la garganta.

Charles BUKOWSKI, Factotum, Anagrama, Barcelona, 2000.

viernes, 20 de julio de 2012

CAMBA: Váyase al Congreso



El toro no es un animal más feroz que el torero. Es, al contrario, una bestia pacífica que ama la naturaleza y que sigue un régimen estrictamente vegetariano. Algunos se dejan lidiar, y el público los llama bravos. Ahora, sin embargo, la mayoría parece que van a declararse en huelga. Yo he visto recientemente un toro que, a los dos minutos, se dio cuenta de que todo en la plaza estaba organizado en contra suya y adoptó una actitud que pudiéramos llamar de cuernos caídos. Los toreros corrían detrás de él enseñándole unas telas vistosas y llamándole con sus voces más dulces; pero todo era en vano. A veces, el toro se paraba un instante y parecía que iba a dejarse conquistar. Unos toreros le sonreían con sonrisa tentadora. Otros procuraban excitar su orgullo... El toro reflexionaba un rato. Luego hacía un movimiento de cabeza como diciendo:

—¡No! ¡Nunca!... Este negocio no me conviene...

Y seguía su camino, insensible a todos los requerimientos.

Fue entonces cuando el viejo aficionado me dijo que ya no había toros:

—Ya no hay toros. Ya no hay emoción. ¡Vaya un veranito el que nos espera!

Y yo, condolido, le di lo que consideraba un buen consejo.

—Váyase usted al Congreso —le dije—. Un viejo aficionado como usted no lo pasará allí del todo mal.

Julio CAMBA, La rana viajera, Espasa-Calpe, Madrid, 1981.

miércoles, 18 de julio de 2012

Arquitectura soviética

Ministerio de Transporte por Carretera (Tiflis, Georgia)


Sanatorio Amistad (Yalta, Crimea)


Sanatorio de Druskininkai (Lituania)


Universidad Técnica de Minsk (Bielorrusia)


Palacio de los Sóviets (Kaliningrado, Rusia)


Circo de Kazán (Tartaristán)


Palacio del Matrimonio (Tiflis, Georgia)


Revista Mundo Ruso

martes, 17 de julio de 2012

CAMBA: El ascensor

Todas estas casas tienen ascensor, y todos estos ascensores tienen un letrero que dice: "No funciona". En una, sin embargo, el ascensor carecía de letrero, lo que me hizo pensar muy mal del servicio.

—Esta casa es la que no funciona bien —me dije.

Y, dirigiéndome a la portera, la interrogué sobre el particular. Me había equivocado. El ascensor marchaba admirablemente, y para demostrármelo, la portera me aseguró que tres días antes, aquella perfecta maquinaria había matado al inquilino del tercero.

—Por eso tenemos el piso libre —añadió.

La historia del piso no era muy seductora; pero un inquilino tiene que estar en Madrid dispuesto a todo.

—¿Y cuánto renta el piso desocupado? —inquirí.

—Rentaba treinta duros; pero lo han subido a treinta y ocho. ¡Qué quiere usted! Es un piso muy bueno y tiene un ascensor magnífico...

Julio CAMBA, La rana viajera, Espasa-Calpe, Madrid, 1981.

lunes, 16 de julio de 2012

The celebrated red-coat-wearing dandy who flirts with nurses



ATKINS, Thomas, celebrated red-coat-wearing dandy who flirts with nurses and cooks, spends his time boasting about South Africa and the U. S. A., posing for motion pictures, and exhibiting royalty. Authorities differ as to his marksmanship, although it is now conceded he can often hit a man-sized target at the distance of 4 feet 3 inches. Weather, however, must be clear. Is an authority on creases, backbone, accent, and tea. Beverage: Everything. Recreation: Jacks, collecting stamps, Kipling, blindman's-buff, parlor tricks, May-pole festivities. Ambition: Tortoise-shell monocles, camp manacurists, pocket bath-tubs, and restoration of the tea canteen. Epitaph: See Emperor William.

Irwin L. GORDON (ed.), Who Was Who 5000 B.C. To Date. Biographical Dictionary of the Famous and Those Who Wanted to Be.

Project Gutenberg

domingo, 15 de julio de 2012

BROWNE: The dissipating effect of many books


Those who have witnessed the dissipating effect of many books upon the minds of modern children do not find it hard to believe that Abraham Lincoln's poverty of books was the wealth of his life. The few he had did much to perfect the teaching which his mother had begun, and to form a character which for quaint simplicity, earnestness, truthfulness, and purity, has never been surpassed among the historic personages of the world.

Francis Fisher BROWNE, The Every-day Life of Abraham Lincoln. A Narrative And Descriptive Biography With Pen-Pictures And Personal Recollections By Those Who Knew Him.

Project Gutenberg

sábado, 14 de julio de 2012

TARANTINO: But painful as it may be, ability don't last


I think you're gonna find -- when all this shit is over and done -- I think you're gonna find yourself one smilin' motherfucker. Thing is Butch, right now you got ability. But painful as it may be, ability don't last. Now that's a hard motherfuckin' fact of life, but it's a fact of life your ass is gonna hafta git realistic about. This business is filled to the brim with unrealistic motherfuckers who thought their ass aged like wine. Besides, even if you went all the way, what would you be? Featherweight champion of the world. Who gives a shit? I doubt you can even get a credit card based on that.

Quentin TARANTINO, Pulp Fiction (1994).

jueves, 12 de julio de 2012

ASIMOV: Las victorias de McClellan en Virginia... Occidental


McClellan condujo sus fuerzas a Virginia Occidental hallando muy poca resistencia. El 3 de junio de 1861, en la primera escaramuza entre los ejércitos de la Guerra Civil (siete semanas después del bombardeo de Fort Sumter), fuerzas unionistas expulsaron a un contingente confederado de la ciudad de Philippi, a unos 310 kilómetros al noroeste de Richmond. El encuentro fue breve y, militarmente, sin importancia; no hubo bajas de la Unión, y sólo unos pocos heridos en el contingente confederado. Pero fue el primer enfrentamiento de las fuerzas enemigas, y McClellan lo aprovechó al máximo. Tenía el hábito de dirigirse a sus hombres con una fraseología bombástica, y cuidó de que sus declaraciones recibiesen la máxima publicidad. En esto imitaba conscientemente a Napoleón, y por un momento fue llamado, en verdad, "el joven Napoleón del Oeste". Su reputación aumentó cuando sus fuerzas ganaron otra pequeña escaramuza en Rich Mountain, a cuarenta kilómetros al sur de Philippi.

Las victorias de McClellan ayudaron a Virginia Occidental a consolidar su separación de Virginia. Sin embargo, el resultado final fue que la Unión creyó que McClellan era un gran general. Éste fue un desastroso error, pues no lo era.

Isaac ASIMOV, Los Estados Unidos desde 1816 hasta La Guerra Civil, Alianza Editorial, Madrid, 1985.

miércoles, 11 de julio de 2012

REVILLA: La Torre de Oro


El rey Fernando III el Santo llevaba diez años asediando Sevilla sin ningún éxito. Sevilla era la capital de los almohades y posiblemente la ciudad más populosa de Europa en el siglo XIII. Un buen día, el rey recibió la visita del almirante Bonifaz, que le expuso a Fernando III más o menos lo siguiente: "Majestad, si usted me otorga fondos me comprometo a construir o reconstruir en cuatro años más de veinte barcos de guerra con tripulaciones de Castro Urdiales, Laredo, Santander y San Vicente de la Barquera para atacar por sorpresa y desde el Guadalquivir Sevilla". El rey le concedió la autorización y los fondos.

Fueron cuatro años de intensos trabajos, algunos barcos se hicieron nuevos, pero la mayoría fueron adaptaciones de barcos balleneros. En los primeros días de abril de 1248, los barcos de Castro Urdiales se unieron a los de Laredo, recogiendo por el camino a los de Santander y llegaron a San Vicente de la Barquera, donde esperaban los de esa villa. Todos juntos doblaron el cabo de Finisterre. Bordearon las costas portuguesas y en la primera semana de mayo ya estaban en la desembocadura del Guadalquivir, en Sanlúcar de Barrameda, frente al coto de Doñana, esperando el inicio de la pleamar. Desplegadas las velas y con viento favorable, el 4 de mayo aparecen enfilados los veintisiete navíos en medio de las dos Sevillas que parte el Guadalquivir. Podemos imaginarnos la incredulidad de los almohades. El primer objetivo de la flota era partir Sevilla en dos y aislarla.

Las dos partes de la ciudad estaban unidas por puentes de barcas adosadas, que en la base se sustentaban con dos filas de gruesas cadenas. Romper el primer puente fue encomendado al barco El Faro de Castro. Una caída del viento hizo que la quilla del navío se estrellara contra las cadenas sin romperlas. Le sustituyó en la tentativa el barco Carceña, así llamado por estar construido con el roble del monte Carceña de Castañeda. A este barco le cabe el honor de haber roto con estrépito el primer puente que unía el barrio de Triana con la Torre del Oro. En menos de una hora no quedaba ningún puente sano sobre el Guadalquivir.

Miguel Ángel REVILLA, Nadie es más que nadie, Espasa, Madrid, 2012.

martes, 10 de julio de 2012

HERVÁS: Los carlistas y las misas


El inicio de la expedición sorprendió a Espartero, que tenía su ejército desorganizado. Ferreiro dice que el general estuvo pensando durante algún tiempo cuál iba a ser su plan de campaña: los carlistas se hallaban adelantados a sus propias tropas y, si algo no les detenía, no tendrían problemas para alcanzar Madrid. La caída de la capital sería un desastre para la causa isabelina.

Algunos atribuyen el plan subsiguiente al propio Espartero y otros a Martínez Palacios, uno de los capellanes de su ejército. Aunque la mayor parte del clero apoyaba a los carlistas, también existía una pequeña minoría de simpatizantes liberales. Espartero, envío a quince curas, al menos, hacia el norte, con la orden de celebrar misa en los pueblos a los que llegaban los carlistas. La marcha de las tropas carlistas se ralentizó, hasta el punto de que Carlos V estuvo a punto de prohibir las celebraciones religiosas hasta que sus tropas no llegaran a Madrid. Sin embargo, dada la religiosidad de vascos y navarros, que constituían la columna vertebral de su ejército, sus asesores le disuadieron.

Finalmente, cuando las tropas carlistas llegaron a las afueras de Madrid, se encontraron con el ejército de Espartero, mucho más numeroso y armado con las piezas de artillería enviadas por los británicos. Los generales carlistas querían repetir un nuevo Oriamendi, pero Carlos V decidió retornar al norte. La expedición había fracasado.

Francisco HERVÁS, Historia apócrifa de España, Editoral Almotacén, Córdoba, 2010.


lunes, 9 de julio de 2012

BAGEANT: Redneck lifestyle and culture



  • Belief that no law is above God's law, not even the US Constitution.

  • Hyper patriotism. A fighting defence of native land, home and heart, even when it is not actually threatened: ie, Iraq, Panama, Grenada, Somalia, Cuba, Nicaragua, Vietnam, Haiti and dozens more with righteous operations titles such as Enduring Freedom, Restore Hope, and Just Cause.

  • A love of guns and tremendous respect for the warrior ideal. Along with this comes a strong sense of fealty and loyalty. Fealty to wartime leaders, whether it be FDR or George Bush.

  • Self effacement, humility. We are usually the butt of our own jokes, in an effort not to appear aloof among one another.

  • Belief that most things outside our own community and nation are inferior and threatening, that the world is jealous of the American lifestyle.

  • Personal pride in equality. No man, however rich or powerful, is better than me.

  • Perseverance and belief in hard work. If a man or a family is poor, it is because they did not work hard enough. God rewards those who work hard enough. So does the American system.

  • The only free country in the world is the United States, and the only reason we ever go to war is to protect that freedom.

    BBC, sábado 6 de septiembre de 2008.

    Artículo completo

domingo, 8 de julio de 2012

FOZ: De él la sentencia que más se celebra

Y de él la sentencia que más se celebra es ésta: que el mucho rezar a nadie ha hecho santo, ni el mucho leer sabio, ni el mucho comer robusto y fuerte.

Braulio FOZ, Vida de Pedro Saputo, Editorial Laia, Barcelona, 1977.

sábado, 7 de julio de 2012

Ocho días encerrado en el sótano


El pasado 27 de junio se celebraban las semifinales de la Eurocopa. Después de un partido muy disputado, que acabó en empate, la selección española eliminaba a la portuguesa en la tanda de penaltis. C.O.J., residente en Hoyo de Manzanares, nunca olvidará ese día. Ayer se ha sabido que, cuando terminó la prórroga, ya no podía aguantar más los nervios. Según contó más tarde, se fue al dormitorio, pero desde allí seguía escuchando a los vecinos, que se habían reunido en el jardín para ver el partido. Fue por eso que decidió encerrarse en el sótano.

"Iba a esperar media hora, pero no sé qué me pasó. Me quedé dormido. Cuando desperté, traté de salir, pero no pude. La manija estaba rota por dentro. Llevaba un tiempo rota, pero con los nervios se me había olvidado."

Pasó más de una semana encerrado en el sótano. Al menos, allí guardaba agua y alimentos en abundancia. "Siempre guardo algo de comida en el sótano, por lo que pueda pasar", –dice con una sonrisa. "No, hambre no pasé."

Ocho días después, el jueves 5 de julio, la hermana, preocupada porque no contestaba al teléfono, fue a su casa. Al principio creyó que se había marchado de vacaciones sin decir nada, pero se sorprendió del desorden que encontró. La televisión estaba encendida y un trozo de pizza se encontraba sobre la mesa. "Me pasaron mil cosas por la cabeza, pero casi inmediatamente pensé que estaba en el sótano."

Allí le encontró acostado en el suelo, enflaquecido, macilento.

"Abrí los ojos cuando escuché el ruido", dice C.O.J. a los periodistas. "Lo primero que le pregunté a mi hermana fue que quién había ganado la Eurocopa."

No responde cuando se le pregunta qué hizo cuando se enteró que la selección española había ganado la Eurocopa. Sólo sonríe.

Madrid Norte, sábado 7 de julio de 2012.

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HERVÁS: Botilkos


“Se metieron por los montes que no tuve lugar de les hacer daño ninguno, más de quemarles sus maizales. Y luego les hice mensajeros a los señores, diciéndoles que viniesen a dar la obediencia a sus majestades, y a mí en su nombre, y si no que les haría mucho daño.” Pedro de Alvarado, 1524.


Se han adentrado en el bosque de encinas, bajo cuyas sombrías copas se sienten más seguros. Los pocos hombres que escaparon de la batalla, que han sobrevivido a la guerra interminable, marchan en la retaguardia, prestos a defender a los fugitivos de cualquier ataque. Los ancianos, desfallecidos, caminan delante, junto a las mujeres. Son éstas las que cargan los fardos. Pesados, gigantescos. Ropa, comida, joyas de plata, la estatuilla de bronce con la que obsequiarán al dios. Hubieran querido ayudarse de los caballos, de los bueyes, pero Botilkos lo prohibió; dijo en la asamblea que sólo había que llevar lo que pudieran cargar sobre sus hombros, que las bestias, más que una ayuda en la fuga, la acabarían retardando. Él mismo ha tenido que separarse de su alazán favorito, cuyos hermanos sirvieron bien a Hamelqart y a Athrubaal. Los caballos, orgullo de la ciudad durante diez generaciones, han quedado abandonados en las cuadras; también han renunciado a los tesoros, a los silos repletos de grano, a la plata extraída con tanto esfuerzo de las minas. Los romanos podrán ahora tomar lo que quieran o destruirlo o, como se rumorea, premiar a los renegados que han traído la derrota, que traicionaron a Maqon en la última batalla.

Todos confían en Botilkos, pues su familia siempre ha formado parte del senado de la ciudad. Su padre luchó contra los de Kart Hadtha y, después, cuando la suerte se torció, supo encontrar la forma de aliarse con ellos. Botilkos militó en el ejército cartaginés, y, aunque no marchó con el general tuerto, con Hennubaal, el hijo de Hamelqart, movió a muchos jóvenes, incluso a su hermano, les movió a que se alistaran en el ejército púnico bajo la promesa de fabulosas recompensas. Hace mucho tiempo que todos comprendieron que aquellos jóvenes nunca regresarán, que han muerto en una tierra lejana. Sus cuerpos quedaron abandonados en el campo de batalla; nadie les ha rezado una oración fúnebre.

En el senado, Botilkos ha sugerido aceptar la oferta de alianza de los romanos, no enviar las tropas que con apremio reclama Maqon. No atienden a sus palabras; ¿acaso no acabarán los púnicos por imponerse? Quizá por eso, porque lamentan aquella decisión, cuando llega la triste derrota, sí que le escuchan: deciden abandonar la ciudad siguiendo sus consejos. Abandonarla quizá para siempre. Para siempre. Bartar, Eikebor y otros proponen enviar emisarios al romano, pedirle clemencia; Botilkos dice que Roma no olvidará que ellos le han combatido en la última batalla.

Cuando se reúne la asamblea, Botilkos es el portavoz del senado. Explica lo que ha sido decidido. Diez generaciones atrás, si las historias que cuentan los ancianos no mienten, sus antepasados llegaron a aquellas tierras desde más allá de los montes: ahora, buscarán otro lugar donde plantar el árbol sagrado y donde edificar una nueva ciudad. No se puede hacer otra cosa.

La asamblea ha escuchado en silencio las palabras de Botilkos. Ahora pueden hablar todos los que así lo quieran. Se levantan varios brazos. Neseltuko, Biurno, algunos más. Botilkos, taciturno, les da la palabra. Biurno dice que las familias encontrarán refugio entre sus parientes, en alguna de las ciudades neutrales o en aquellas que ya se han pasado a Roma. Botilkos le interrumpe. El senado le ha investido de plenos poderes y no ha convocado la asamblea para comenzar nuevas discusiones. La propuesta de Neseltuko de quemar la ciudad ni siquiera es considerada; Botilkos defiende con vehemencia lo contrario. Hay que refugiarse en el monte. Y esperar. Quizá, los romanos queden satisfechos destruyendo las casas y saqueando las tumbas y santuarios. Mientras los romanos despojan la ciudad, señala, ellos podrán adentrarse en la montaña, ocultarse cerca del santuario. Otros más hablan en la asamblea, pues en la asamblea todos los hombres tienen derecho a hablar. Alguien asegura que los romanos entregarán su ciudad a los traidores edetanos que les han ayudado en la batalla.

Botilkos da las órdenes para la partida. Hace colocar los estandartes en las rojas murallas, como si fueran a defenderlas, y apremia a todos. Y cuando los vigías avistan a los exploradores romanos en la otra orilla del río, ordena abandonar con rapidez la ciudad. Sólo han pasado diez días desde la batalla que Maqon perdió por su torpeza.

La fortuna sin duda, o alguna traición, permite que los romanos hallen el vado y que crucen el río. De otro modo, habrían tenido que traer barcas o construirlas, pues la balsa que utilizan los de la ciudad fue hundida al conocerse la terrible derrota de los de Kart Hadtha.

Cuando ven al enemigo cruzar por el vado, nadie habla todavía de traición, pero por muchas cabezas pasa la idea de que todas aquellas desgracias no son casuales. Botilkos asegura que los romanos son guiados por un desertor de Kastilo. Los oretanos también traicionaron, pues, a Maqon. Los de Kastilo conocen el río tan bien como ellos.

Han abandonado la ciudad a media mañana. Algunos lanzaron una mirada postrera a las rojas murallas, que en unos días, quizá, habrán sido derruidas; ya no tendrán que guardar sino ruinas. Han caminado sin detenerse hasta que el sol desaparece por las copas de los árboles. Los viejos están agotados; algunos se arrepienten ahora no haberse quedado en la ciudad, aunque no tanto como lo lamentarán más adelante. Marchan sin descanso hasta que ya sólo quedan sombras. Botilkos ordena, por fin, detenerse. Pernoctaremos aquí, dice.

Botilkos conferencia con los pocos miembros del senado que escaparon de la batalla. Pasarán allí la noche. Al amanecer continuarán, hasta adentrarse en los montes. Con un poco de suerte, evitarán a las patrullas romanas y llegarán al santuario. Allí, ocultos, esperarán a que los cartagineses envíen un nuevo ejército. Esperarán. Quizá el nuevo general púnico sea más capaz que Maqon.

Botilkos pide que no enciendan ningún fuego, pues el humo puede alertar a los exploradores del enemigo. Nadie protesta, aunque la noche de primavera es tan fría como caluroso ha sido el día y todos se sienten cansados. Mordisquean un mendrugo de pan y piensan en su ciudad. Ahora, en sus casas dormirá un romano o un sucio edetano. Ya no tendrán que preocuparse de arreglar el tejado para el invierno ni de que el perro del vecino aúlle en la calle por la noche. Sus casas, el templo, las tumbas de sus antepasados, pronto serán ruinas. Sus campos se llenarán de malas hierbas. En una generación, los chaparros volverán a crecer en las fértiles lomas. Y alguien verá los edificios derruidos en la cima de la colina y se preguntará quién vivía allí. Ahora sí, sienten de verdad que la desgracia ha caído sobre ellos, que el dios no ha escuchado sus rogativas, que les ha dado la espalda, aunque sospechan que le han dado un motivo.

Están cansados, pero no pueden dormir. Los fugitivos están inquietos. Un rumor alcanza a todos: Bartar y toda su familia se han unido a los romanos. Bartar el traidor. Sí, al final todo se debió a una traición. A la traición de Bartar. Y eso que fue él quien en el senado había discutido con Botilkos cuando éste propuso romper la alianza con los cartagineses. ¡Bartar y su familia se han unido a los romanos! Hilerno, que ha sido su criado durante largos años, dice a quien quiera oírle que Bartar tiene parientes en Iliberi, que se ha refugiado entre sus parientes. Pero nadie escucha a Hilerno. Necesitan a un traidor, alguien a quien culpar de todas las desgracias.

La noche ha sido larga y pocos han podido conciliar el sueño, sólo los niños, pues sus madres les han dicho que se dirigen, como otras veces, al santuario, a honrar al dios. Al amanecer, los fugitivos esperan a que Botilkos dé la orden de marcha, pero Botilkos no aparece, nadie lo ha visto desde que llegaron allí.

Los soldados romanos surgen entre los árboles. No se sobresaltan los fugitivos: el enemigo se ha acercado tan cautelosamente. Para muchos, para la mayoría, para todas las mujeres y para los ancianos, aquellos son los primeros soldados romanos que ven. Así que estos son los que han vencido a los invencibles púnicos.

Y entonces se dan cuenta de que Botilkos camina junto a los enemigos, que habla con ellos.

Uno de los romanos vocifera, grita algo en su idioma. El centurión ordena que se acerquen los ancianos, traduce Botilkos, que parece entender la jerigonza extranjera. Están demasiado sorprendidos para obedecer, por lo que Botilkos tiene que volver a gritar la orden. Los ancianos, cuando comprenden lo que va a suceder, no protestan, no dicen nada. Pasaron su juventud luchando en muchas batallas, y siempre han envidiado a los que murieron entonces. Han aceptado su destino, quizá urdido por el dios desde el principio de los tiempos. Los soldados romanos les abren el vientre con su ancha espada; por allí se les escapan las entrañas y la vida. Los viejos caen y mueren en silencio. Sólo algunos niños lloran, los que todavía no saben que no hay que llorar. Pronto serán entregados al mercader de esclavos. Como sus madres.

Algunas mujeres lanzan terribles maldiciones contra Botilkos. Ahora está claro que les estaba llevando hasta su perdición. ¿Por qué?, se preguntan. La mayoría, empero, piensa que ha sucedido lo que tenía que suceder. Si no hubiera sido Botilkos, cualquier otro hubiera sido el traidor. El dios había decidido mucho tiempo atrás que todo aquello pasara y nada se puede hacer contra sus designios.

De pronto, todos lo ven, el oficial romano entrega su puñal a Botilkos. Uno a uno, el príncipe Botilkos degüella a los que agonizan en el suelo. Ni siquiera vacila cuando se acerca a su tío, el hermano de su madre. Antes de degollarle, le susurra al oído unas palabras. Quizá le explica por qué lo ha hecho. Lo último que escucha el anciano son las palabras de un traidor, las palabras de Botilkos.

Francisco HERVÁS, El lagarto y otros cuentos de Auringis y de Yayyan, Editoral Almotacén, Córdoba, 2011.

viernes, 6 de julio de 2012

GÓMEZ BOLAÑOS: Un buen hombre

Se nos comunicó que, a la edad de 58 o 59 años, acababa de morir mi tío Ernesto, el más joven de los hermanos de mamá. Murió de cáncer, después de haber vivido callada y discretamente, sin causar daños, sin generar rencores, sin provocar rencillas, sin ofender. Fue una de esas personas que, en opinión de algunos, jamás logró destacar. Pero yo no puedo pensar lo mismo, pues estoy seguro de que él destacó sobradamente en algo fundamental: fue un buen hombre.

Roberto GÓMEZ BOLAÑOS, Sin querer queriendo, Aguilar, México, 2006.

jueves, 5 de julio de 2012

ŞAFAK: My hard work and imagination is evident


I don’t take seriously the accusations levied by a handful of people whose intention is to wear me down. As with all of my books, my hard work and imagination is evident in this novel. I’m fed up, we’re fed up with the reckless attacks against people who do different work. My reader knows me. Iskender is my eleventh book, my eighth novel. This is what I say to those dealing in slander, gossip, and delusional behavior.

miércoles, 4 de julio de 2012

Amistoso intercambio epistolar entre el sultán turco y los cosacos zaporogos

Como Sultán, hijo de Mahoma, hermano del Sol y de la Luna, nieto y virrey de Dios, gobernante de los reinos de Macedonia, Babilonia, Jerusalén, Alto y Bajo Egipto, emperador de emperadores, rey de reyes, extraordinario caballero, nunca derrotado, guardián de la tumba de Jesucristo, delegado del poder divino, esperanza de los musulmanes, gran defensor de los cristianos… Os ordeno, cosacos zaporogos, someterse a mí, voluntariamente sin resistencia alguna, y cesar en vuestros ataques.


¡Cosacos zaporogos al sultán turco!

¡Despojo babilónico, loco macedónico, cervecero de Jerusalén, follador de cabras de Alejandría, porquero del Alto y Bajo Egipto, cerdo armenio, ladrón de Podolia, pederasta tártaro, verdugo de Kamianets, tonto de todo el mundo y el submundo, idiota ante nuestro Dios, nieto de la serpiente y calambre en nuestros penes, morro de cerdo, culo de yegua, perro de matadero, rostro del anticristianismo, follamadres!

Oh sultán, demonio turco, hermano maldito del demonio, amigo y secretario del mismo Lucifer. ¿Qué clase de caballero del demonio eres que no puedes matar un erizo con tu culo desnudo. El demonio caga y tu ejército lo come. Jamás podrás, hijo de perra, hacer presos a hijos cristianos. No tememos a tu ejército: te combatiremos por tierra y por mar. Púdrete.

¡Los zaporogos declaran, basura de la basura, que nunca podrás apacentar ni a los cerdos de los cristianos! Concluimos. No sabemos la fecha ni poseemos calendario: el mismo día es aquí que allí. ¡Bésanos el culo!