Jorge Luis BORGES: "Nadie puede leer dos mil libros. Yo no habré pasado de una media docena. Además no importa leer, sino releer."

martes, 10 de julio de 2012

HERVÁS: Los carlistas y las misas


El inicio de la expedición sorprendió a Espartero, que tenía su ejército desorganizado. Ferreiro dice que el general estuvo pensando durante algún tiempo cuál iba a ser su plan de campaña: los carlistas se hallaban adelantados a sus propias tropas y, si algo no les detenía, no tendrían problemas para alcanzar Madrid. La caída de la capital sería un desastre para la causa isabelina.

Algunos atribuyen el plan subsiguiente al propio Espartero y otros a Martínez Palacios, uno de los capellanes de su ejército. Aunque la mayor parte del clero apoyaba a los carlistas, también existía una pequeña minoría de simpatizantes liberales. Espartero, envío a quince curas, al menos, hacia el norte, con la orden de celebrar misa en los pueblos a los que llegaban los carlistas. La marcha de las tropas carlistas se ralentizó, hasta el punto de que Carlos V estuvo a punto de prohibir las celebraciones religiosas hasta que sus tropas no llegaran a Madrid. Sin embargo, dada la religiosidad de vascos y navarros, que constituían la columna vertebral de su ejército, sus asesores le disuadieron.

Finalmente, cuando las tropas carlistas llegaron a las afueras de Madrid, se encontraron con el ejército de Espartero, mucho más numeroso y armado con las piezas de artillería enviadas por los británicos. Los generales carlistas querían repetir un nuevo Oriamendi, pero Carlos V decidió retornar al norte. La expedición había fracasado.

Francisco HERVÁS, Historia apócrifa de España, Editoral Almotacén, Córdoba, 2010.