Jorge Luis BORGES: "Nadie puede leer dos mil libros. Yo no habré pasado de una media docena. Además no importa leer, sino releer."

domingo, 28 de abril de 2013

STERNBERG: El empleado de correo

 

En los diez años que había vivido enjaulado detrás de la ventanilla, al fondo de la vasta oficina de correo, el empleado no había recibido una sola queja. 

Recibía, canjeaba, entregaba, anotaba, estampillaba, sellaba, firmaba, contaba y devolvía. Todo lo hacía con una calma perfecta, sin el menor nerviosismo y siempre afable, cortés, sonriendo sin pausa a vecinos, a clientes, a vigilantes, al mundo entero, a todas las cosas, a él mismo... A su día de trabajo. Ante todo, su trabajo, que el empleado juzgaba una tarea muy fastidiosa, pero soportaba gracias a una pequeña obsesión estrictamente personal. 

Porque el empleado, en efecto, hace diez años que comete cada noche, antes de irse, lo que se llama un delito cotidiano: un gesto que se ha vuelto obligatorio, una razón de vivir. 

Todas las noches introduce en su valija un fajo de cartas escogidas al azar. Se las lleva, vuelve cuanto antes a su hogar, arroja las cartas sobre la mesa, las abre con ansiedad y cada noche, desde las nueve hasta el amanecer, las responde, una por una, sin olvidarse de una sola, sin escribir una palabra a la ligera.

Jacques STERNBERG, El empleado de correo.

sábado, 27 de abril de 2013

TÁCITO: El ejército de la noche

Son feroces, aumentando su natural fiereza con el arte de buscar ocasiones: llevan los escudos y los cuerpos teñidos de negro, y eligen para el combate las noches más oscuras. Por su formidable aspecto y negrura, este ejército salvaje va extendiendo el terror, de modo que no hay enemigo que resista aquella extraña y casi infernal apariencia, pues en todo combate son los ojos lo primero que se vence.

TÁCITO, Germania.

miércoles, 24 de abril de 2013

ROY: Rechazo feminista

Señor: 

Hay sin duda una confusión. Usted nos ha hecho llegar un manuscrito que, a pesar de estar correctamente escrito, no corresponde en absoluto a nuestros criterios editoriales ni tampoco a la época. Nos basta con leer el primer capítulo para comprender su posición con respecto a las funciones que deben ocupar las mujeres en nuestra sociedad. Se lo digo con toda honestidad: su pensamiento está basado en principios de un arcaísmo descarado. ¿Cómo puede usted relegar a los personajes femeninos de su manuscrito a papeles tan insípidos como degradantes? La época de la secretaria sumisa y de la enfermera discreta ya hace tiempo que ha pasado. Usted, señor, se ha quedado atascado en un pasado anticuado e impropio. Nunca encontrará lectoras para una novela tan irrespetuosa con la mujer. Desconozco si vive en una isla o está encerrado en el fondo de un mausoleo, pero usted no está a tono con el mundo de hoy. Un consejo: salga de su agujero y compruebe adonde han llegado las mujeres que lo rodean. Le hará mucho bien. Lo necesita realmente para que se disperse esa espesa capa de polvo que recubre sus ideas. 

Camilien ROY, El arte de rechazar una novela, Bruguera, Barcelona, 2008.

domingo, 21 de abril de 2013

BENNI: El planeta de la Sagrada Mierda

 

El planeta más extraño del que he oído hablar es el planeta de la Sagrada Mierda. En él la mierda es la mayor riqueza, la moneda con la que se compra todo. Los habitantes no llevan carteras, sino grandes orinales, y cuanto mayores son y más apestan, más ufanos se sienten. Los bancos son unos gigantescos pozos negros, vigilados día y noche por policías y vigilantes. Allí se efectúan los pagos. Desde los más pequeños, de la viejecita que acude a depositar dos bolitas de conejo, todos sus ahorros, al comerciante que trae los ingresos del día, un carro bien oloroso. Naturalmente, en las casas no se dice «voy al water», sino que se dice «pongo en la hucha». Todos los niños tienen su orinalito en forma de cerdito. ¡Ay! ¡También en esta tierra hay quien vende alma y cuerpo para llegar a ser desmesuradamente mierdoso! ¡Hay quien atraca, y bajo la amenaza de una pistola te obliga a depositar allí, en la calle, todo el mogollón que llevas en la barriga! Si alguien, incautamente, se detiene en un prado para hacerse con unas cuantas monedas, que vaya con cuidado porque en el breve tiempo que se baja los pantalones, alguien ya le habrá sustraído su patrimonio. Por no hablar de los exhibicionistas: aquellos que, cuando entran en el restaurante, untan de mierda las manos de los camareros, y dejan de propina un cagarro como una salchicha, y dicen: «¡No es por vanagloriarme, pero tengo tanta mierda que ya no sé dónde meterla!» 

Naturalmente, la economía de este planeta está sometida a las fluctuaciones de esa materia prima: aquí la falta de inversión se llama estreñimiento, y la diarrea se llama inflación. Confiamos en mantener el techo de la diarrea por debajo del diez por ciento, dicen los gobernantes. Y luego estallan los escándalos, y se descubre que, secretamente, los gobernantes recibían quintales de mierda de los industriales, y hacían la vista gorda al contrabando de mierda con el exterior. Existen también las letras, uno puede comprar un coche, por ejemplo, tomando diez purgantes en el momento de la adquisición, pero si luego la letra es protestada, será declarado en panzarrota. Y se producirán investigaciones y a veces incluso secuestros por parte de los cirujanos–financieros. Pero esto ocurre sólo a cuatro desgraciados: este planeta es rico. Todos los meses, cuando llega el día seis, San Libero, se celebra la fiesta de la Santa Mierda. Los mayores mierdosos del país acuden con enormes coches de color crema y marrón, y llenan salones llenos de arañas y hermosos cuadros y mosaicos de cuarto de baño. Todas las señoras van vestidas de blanco y los señores de rosa. Se oye decir: «¿Ves a aquél? Ha hecho la mierda en garitos: es un advenedizo. Aquel otro, en cambio, uy, es de sangre azul, su familia siempre ha sido un estercolero.» Y todos bailan, y sobre todo se pedean, para mostrar su riqueza. Las señoras gordas se pedean en tonalidad grave hinchando como velas los estrechos vestidos de raso, las damas jóvenes se pedean deliciosamente con virtuosismos de flauta y clarinete, los ricos comerciantes se pedean como cañones intercambiándose manotazos en los hombros, los intelectuales se desahogan con cara de sufrimiento, explicando que, al fin y al cabo, la mierda no lo es todo en el mundo, los jóvenes brillantes sueltan cuescos punzantes que levantan las faldas de sus fracs en elegantes revoloteos, los viejos aristócratas carraspean y se pedorrean y no pocas veces al hacerlo cae en sus calzoncillos alguna moneda suelta, los niños despiden vientos, los recién nacidos lloriquean y el dueño de casa, apareciendo en el umbral colorado y triunfal, dispara un pedazo histórico con tembloroso e interminable petardeo que hace tambalearse las cristalerías y dice en voz alta: 

–La comida está servida.

Stefano BENNI, ¡Tierra!, Círculo de Lectores, Barcelona, 1987.

jueves, 18 de abril de 2013

ALONSO: Insomnio

Madrid es una ciudad
de más de un millón de cadáveres
(según las últimas estadísticas).
A veces en la noche yo me revuelvo y me incorporo
en este nicho en el que hace 45 años que me pudro,
y paso largas horas oyendo gemir al huracán, o ladrar los perros,
o fluir blandamente la luz de la luna.
Y paso largas horas gimiendo como el huracán,
ladrando como un perro enfurecido,
fluyendo como la leche de la ubre caliente de una gran vaca amarilla.
Y paso largas horas preguntándole a Dios,
preguntándole por qué se pudre lentamente mi alma,
por qué se pudren más de un millón de cadáveres en esta ciudad,
por qué mil millones de cadáveres se pudren lentamente en el mundo.
Dime, ¿qué huerto quieres abonar con nuestra podredumbre?
¿Temes que se te sequen los grandes rosales del día,
las tristes azucenas letales de tus noches?

Dámaso ALONSO, Insomnio.

miércoles, 17 de abril de 2013

PLA: Galimatías catalán

En la fachada del Ayuntamiento de Mataró hay tres medallas esculpidas: la del arzobispo de Tarragona, Creus, gran personaje carlista de la Junta de La Seo de Urgel; la del señor Biada, promotor y constructor del primer ferrocarril de España, de Barcelona a Mataró; y la del pobre y liberal Puigblanch. ¡Qué galimatías más catalán!

Josep PLA, Madrid. El advenimiento de la República, Alianza, Madrid, 1986.

lunes, 15 de abril de 2013

Fantasías bélicas

Presentación del libro Fantasías bélicas, del escritor Plácido Romero, premio Diputación de Jaén.


Tendrá lugar el próximo 8 de junio a las 12:30 en la Casa-Museo de Antonio Machado.

La introducción estará a cargo de Juan Ortega Cózar, escritor tosiriano y profesor del IES Ciudad de Arjona.

Posteriormente se celebrará una comida-coloquio en los Salones Baeza.

Para comprar el libro pulsa aquí.

lunes, 8 de abril de 2013

DENEVI: Polifemo & Cia

 

En todas las historias de amor que conocemos figura un personaje que, porque es feo, no es amado. Ignoramos una historia anterior en la que ese mismo personaje, porque no fue amado, se volvió feo. 

Marco DENEVI, Falsificaciones, Thule Ediciones, Barcelona, 2008.

miércoles, 3 de abril de 2013

OCHOA: Nunca te quise tanto como para no matarte

Javier Ochoa Palop

No me gusta que valoren la obra en su conjunto por el título, que es un juego literario, una licencia que se toma el escritor para que sea un buen reclamo publicitario. Hay que ser muy intuitivo, quizás demasiado, para hacer las afirmaciones que estoy oyendo en los últimos días. Tal vez para algunos iluminados sea suficiente leer un título para dar una opinión sobre una novela. Pero el público, en general, necesita leerla para emitir un veredicto. Es un título violento, lo reconozco, como tantos otros ejemplos de la literatura... pero no sexista. Es imposible adivinar si él mata a ella, ella mata a él, él mata a él o ella mata a ella. A fin de cuentas, vivimos en una sociedad libre sexualmente hablando, ¿no? 

El Mundo, miércoles 3 de abril de 2013. 

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Ésta es mi segunda novela. La primera, El hombre que no se reflejaba en los espejos, que se menciona en Nunca te quise tanto como para no matarte, existe. La que presenté al premio Diputación de Jaén la escribí en doce días, aunque llevaba trabajándola algún tiempo, mientras terminaba Los príncipes no comen macarrones

Diario Jaén, jueves 28 de marzo de 2013.

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