Jorge Luis BORGES: "Nadie puede leer dos mil libros. Yo no habré pasado de una media docena. Además no importa leer, sino releer."
Mostrando entradas con la etiqueta Ars scribendi. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Ars scribendi. Mostrar todas las entradas

miércoles, 17 de agosto de 2016

MÁRAI: Treinta y cinco líneas

Durante la mañana desconectaba el teléfono; aunque, para evitar que los no iniciados molestaran con llamadas intempestivas al maestro mientras trabajaba, mi número era secreto. Me senté a la vieja mesa de refectorio que utilizaba como escritorio; era de madera de roble de veinte centímetros de grosor y la había comprado en un antiguo monasterio de la Alta Hungría. Encendí una lámpara de luz potente —trabajaba con luz artificial incluso de día— y estuve leyendo media hora una obra de reciente publicación. En aquella época, el correo me traía cada día una incómoda cantidad de libros, ejemplares que me enviaban los autores. Luego, durante una media hora más, leí otras cosas, sobre todo volúmenes de historia (en esos días me interesaba mucho todo lo relativo al settecento). A lo largo de las paredes de mi despacho se alineaban estanterías hasta el techo con unos seis mil libros —la mayoría en lengua extranjera, francés y alemán— ordenados sobre los estantes; cada seis meses tiraba los que me parecían superfluos. Tenía muchos diccionarios y enciclopedias. Coleccionaba todo tipo de diccionarios que explicaran las correlaciones y los orígenes de la lengua húngara. En el despacho reinaba un silencio absoluto. Me puse a escribir.

Sólo redacté unas líneas, a mano, y luego pasé rápidamente a máquina lo que había escrito; al copiar, corregía el texto. Con este método de trabajo, el libro o la obra de teatro que estuviera escribiendo avanzaba una página al día. De treinta a treinta y cinco líneas, nunca escribía más de un tirón; a veces dejaba el manuscrito a media frase y al día siguiente la continuaba con el mismo aliento. Era el método de trabajo que más se adecuaba a mi sistema nervioso. Lo cierto es que en esto era muy estricto y siempre cumplía con la tarea diaria; una única página manuscrita. Ni algún que otro exceso, haber bebido vino la noche anterior, u otras tareas pendientes; nada me impedía sentarme al escritorio a las once de la mañana y escribir aquellas pocas líneas. Esa página diaria era lo que justificaba y daba sentido a mi vida y mi trabajo. Sin embargo, primero tenía que estar un buen rato leyendo las páginas escritas los días anteriores para volver a escuchar el ritmo y la melodía del texto. Sólo consideraba como trabajo propiamente dicho aquellos escasos renglones escritos en unos pocos minutos de la mañana con un esfuerzo nervioso, pero pleno. Todo lo demás, lo que escribía luego, por la tarde o por la noche —pequeños ensayos,crónicas costumbristas o artículos para el diario del que era colaborador fijo, o relatos y reportajes para algún semanario—, lo hacía con una sola mano, fumando, sin poner mucha atención. El trabajo eran esas pocas líneas escritas por la mañana.

Sándor MÁRAI, Lo que no quise decir, Salamandra, Barcelona, 2016.

sábado, 2 de abril de 2016

RIBEYRO: La existencia de un gran escritor es un milagro

La existencia de un gran escritor es un milagro, el resultado de tantas convergencias fortuitas como las que concurren a la eclosión de una de esas bellezas universales que hacen soñar a toda una generación. Por cada gran escritor, ¡cuántas malas copias tiene que ensayar la naturaleza! ¡Cuántos Joyces, Kafkas, Célines flous, velados o sobreexpuestos habrán existido! Unos murieron jóvenes, otros cambiaron de oficio, otros se dedicaron a la bebida, otros se volvieron locos, otros carecieron de uno o de dos de los requisitos que los grandes artistas reúnen para elevarse sobre el nivel de la subliteratura. Falta de formación, enfermedades, pereza, carencia de estímulos, impaciencia, angustias económicas, ausencia de ambición o de tenacidad o simplemente de suerte, son como el billete de lotería prometedor al cual sólo le falta el número terminal para obtener el premio en la rifa de la gloria. Y algunos han probablemente reunido todas esas cualidades, pero les faltó la circunstancia azarosa, la aparentemente insignificante (la lectura de un libro, la relación con tal amigo), capaz de servir de reactivo al compuesto químicamente perfecto y darle su verdadera coloración.

Julio Ramón RIBEYRO, Prosas apátridas, Seix Barral, Barcelona, 2007.

miércoles, 5 de agosto de 2015

BRADBURY: Fracasar es rendirse


Fracasar es rendirse. Pero uno está en medio de un proceso móvil. Entonces no hay nada que fracase. Todo continúa. Se ha hecho el trabajo. Si está bien, uno aprende. Si está mal, aprende todavía más. El único fracaso es detenerse. No trabajar es apagarse, endurecerse, ponerse nervioso; no trabajar daña el proceso creativo.

Ray BRADBURY, Zen en el arte de escribir, Minotauro, Barcelona, 1995.

martes, 4 de agosto de 2015

MÁRAI: Él cometía delitos a diario

 

Kosztolányi sabía eso. Que sólo es posible escribir en trance, pero que al mismo tiempo es necesario ser absolutamente consciente del proceso y tener la lógica del matemático cuando resuelve una ecuación de segundo grado. Decía que, al dar vida a una obra maestra, es necesario actuar como cuando se comete un delito. Él cometía delitos —importantes o insignificantes— a diario. Los cometía con rapidez porque no solamente estaba salvando la nación, sino que también vivía con inmediatez, día a día, de lo que ganaba con su escritura, para mantener a su familia y ayudar a sus amigos y a sus amantes. Al mismo tiempo era consciente de que la profesión que practicaba es una empresa similar a la de alguien que transmite sus ideas con la ayuda de frecuencias, de ondas, en lugar de con palabras. Sabía que al publicar en un periódico tenía que escribir de distintas maneras a la vez, como había afirmado San Pablo en su Epístola a los Corintios: "Cantaré con el espíritu pero también con la mente". Cuando alguien "canta con el espíritu", es poesía; cuando alguien "canta con la mente", es prosa, con la fuerza de atracción de un imán muy poderoso. Él cantaba al mismo tiempo con el espíritu y con la mente. Y cantaba allegro vivace porque le urgían los honorarios.

Sándor MÁRAI, ¡Tierra, tierra!, Salamandra, Barcelona, 2006.

domingo, 2 de agosto de 2015

ROTH: Cojo frases y les doy vueltas

 

Cojo frases y les doy vueltas. Eso es mi vida. Escribo una frase y le doy una vuelta. Luego la miro y le doy otra vuelta. Luego como algo. Luego vuelvo y escribo otra frase. Luego tomo el té y le doy una vuelta a la nueva frase. Luego vuelvo a leer ambas frases y sigo dándoles vueltas. Luego me echo en el sofá y pienso un poco. Luego me levanto, lo tiro todo a la papelera y empiezo desde el principio. Y si me desentiendo de esa rutina durante más de veinticuatro horas, me pongo frenético de aburrimiento, por la sensación de estar desperdiciando el tiempo.

Philip ROTH, La visita al maestro, Arcos Vergara, Barcelona, 1980.

domingo, 19 de julio de 2015

NAIPAUL: Cómo me llegó la voz

Estaba casi indigente —tal vez tenía seis libras— cuando me fui a Londres para instalarme como escritor. Durante cinco meses me dio asilo en un oscuro sótano en Paddington un primo mayor que respetaba mi ambición; él era muy pobre, estudiaba leyes y trabajaba en una fábrica de cigarrillos.

Nada sucedió con mi escritura durante esos cinco meses; nada sucedió durante los cinco meses siguientes. Y luego un día, en la profundidad de mi depresión casi permanente, comencé a ver lo que podría ser mi material: la calle urbana de cuya vida mixta nos habíamos mantenido alejados, y la vida rural anterior, con los modos y maneras de una India recordada. Parecía fácil y obvio cuando lo encontré; pero me había tardado cuatro años en verlo. Casi al mismo tiempo me llegó el lenguaje, el tono, la voz para ese material. Era como si voz y asunto y forma fuesen partes uno de otro.

Una parte de la voz era la de mi padre, de sus relatos de la vida rural de nuestra comunidad. Parte era del anónimo Lazarillo, de la España de mediados del siglo XVI. La voz mixta funcionaba. No era totalmente mía cuando me llegó, pero no me sentía incómodo con ella. De hecho, era la voz de escritura que me había esforzado en encontrar. Pronto me fue familiar, era la voz que estaba en mi mente.

V.S. NAIPAUL, Leer y escribir, Dos mundos, Debolsillo, Barcelona, 2011.

miércoles, 13 de mayo de 2015

DE LA SIERRA: El adiestramiento y la preparación son imprescindibles absolutamente para todo en esta vida

Los combates no se ganan o se pierden completamente en el momento de la acción, sino bastante antes, en las tediosas horas dedicadas a los ejercicios, prácticas de tiro, maniobras y puesta a punto del material. Porque el adiestramiento y la preparación son imprescindibles absolutamente para todo en esta vida.

Luis DE LA SIERRA, Corsarios alemanes en la Segunda Guerra Mundial, Editorial Juventud, Barcelona, 1985.

sábado, 7 de febrero de 2015

CARD: La autoestima del escritor


Los escritores creen simultáneamente estas dos cosas:
- La historia en la que estoy trabajando es la mayor muestra de genio de la historia de la literatura.
- La historia en la que estoy trabajando es una tontería sin valor alguno.

Es bueno que crea en ambas cosas simultáneamente, porque puede apelar a la 1 cuando decida enviar la historia, a la 2 cuando la revise, a la 1 cuando elija adonde remitirla, a la 2 cuando reciba un rechazo (por supuesto, esperaba que no me aceptaran esta cosa), y a la 1 de nuevo cuando vuelva a remitir el manuscrito a su siguiente destino.

Por supuesto, creer en dos hechos contradictorios a la vez se menciona en ocasiones como un síntoma de locura, pero ésa es también una baza del escritor.

Orson Scott CARD, Cómo escribir ciencia-ficción y fantasía, Alamut Ediciones, Madrid, 2013.

lunes, 20 de octubre de 2014

BRADBURY: Al final de cada jornada el menor esfuerzo significa una especie de victoria

Debemos alzar las armas cada día, sin excepción, sabiendo quizá que la batalla no se puede ganar del todo, y que debemos librar, aunque más no sea, un flojo combate. Al final de cada jornada el menor esfuerzo significa una especie de victoria. Acuérdense del pianista que dijo que si no practicaba un día, lo advertiría él; si no practicaba durante dos, lo advertirían los críticos, y que al cabo de tres días se percataría la audiencia. Hay de esto una variante válida para los escritores. No es que en esos pocos días se vaya a fundir el estilo, sea lo que fuere. Pero el mundo le daría alcance a uno, e intentaría asquearlo. Si no escribiese todos los días, uno acumularía veneno y empezaría a morir, o desquiciarse, o las dos cosas. Uno tiene que mantenerse borracho de escritura para que la realidad no lo destruya. Porque escribir facilita las recetas adecuadas de verdad, vida y realidad, que permiten comer, beber y digerir sin hiperventilarse y caer en la cama como un pez muerto.

Ray BRADBURY, Zen en el arte de escribir, Minotauro, Barcelona, 1995.

jueves, 28 de agosto de 2014

RENARD: No serás nada


23 de noviembre. No serás nada. Por más que hagas: no serás nada. Comprendes a los mejores poetas, a los prosistas más profundos, pero aunque digan que comprender es igualar, serás tan comparable a ellos como un ínfimo enano puede compararse con gigantes. Trabajas todos los días. Te tomas la vida en serio. Crees fervorosamente en tu arte. Pero no serás nada. Eres libre, y el tiempo te pertenece. Solo tienes que querer. Pero te falta poder. No serás nada. Llora, grita, agárrate la cabeza con las dos manos, espera, desespera, reanuda la tarea, empuja la roca. No serás nada.

Jules RENARD, Diario, Debolsillo, Barcelona, 2008.

miércoles, 13 de agosto de 2014

BUKOWSKI: No hay derrota posible en la escritura

Nada impediría a un hombre escribir a menos que ese hombre se lo impida a sí mismo. Si un hombre desea verdaderamente escribir, lo hará. El rechazo y el ridículo no harán más que fortalecerle. Y cuanto más tiempo se le reprima, más fuerte se hará, como una masa de agua que se acumula contra una presa. No hay derrota posible en la escritura; hará que rían los dedos de tus pies mientras duermes; te hará dar zancadas de tigre; te encenderá los ojos y te pondrá cara a cara con la Muerte. Morirás como un luchador, serás honrado en el infierno. La suerte de la palabra. Ve con ella, envíala. Sé el payaso en la oscuridad. Es divertido. Es divertido. Otra línea más…

Charles BUKOWSKI, El capitán salió a comer y los marineros tomaron el barco, Anagrama, Barcelona, 2002

lunes, 28 de julio de 2014

MARTIN: We should never forget about our true passion

Needless to say, we all have to make the best of the opportunities that come our way, but we should never forget about our true passion. If in the deepest part of yourself you feel that you are a poet, regardless of whether you are a doctor or an accountant, you shouldn’t stop writing your poetry. On the contrary: It is important to remember that what you do and what you are are not always the same thing. Both are part of life, part of the same journey. If you don’t try to do what you are really passionate about, you will never make your dreams come true. You may have lots of things, like beautiful houses or fancy cars. You may find love and have a family that adores you. You can have all that and a lot more. But if you are a poet, and you don’t write poems, how will you win the award for poetry that you have always dreamed of? If you don’t cultivate your passion, you will always feel a void. You will always feel that something is missing. I am not saying that you have to leave your work and write poems twenty-four hours a day, but each and every one of us should always try as hard as possible to never abandon our dreams.

Ricky MARTIN, Me, Celebra, Toronto, 2010.

domingo, 30 de marzo de 2014

BORGES: Desvarío

Desvarío laborioso y empobrecedor el de componer vastos libros; el de explayar en quinientas páginas una idea cuya perfecta exposición oral cabe en pocos minutos.

Jorge Luis BORGES, Ficciones,  Alianza, Madrid, 2002.

jueves, 26 de septiembre de 2013

DeGENERES: When I first sat down to write

When I first sat down to write, I stared at the blank page and tried to think of some strategies for getting started. When I want a guest on my show to start talking and telling a good story, I ask them a question. So I asked myself a question that I would ask a guest: “When did you first fall in love with Tim McGraw?”

That didn’t get me anywhere and I quickly realized I shouldn’t ask myself questions that are so specific to Faith Hill.

So I asked myself a different question.“What made you take on the role of Precious?”

That didn’t work, either. So then I began to think about you, the readers. Who are you? What are you doing? What are you wearing? (Not in a weird way.) I thought it would help to put myself in your shoes for a moment. It always helps to think about other people instead of just ourselves.

Ellen DeGENERES, Seriously... I'm kidding, Grand Central, N.Y., 2011.

viernes, 12 de julio de 2013

GOLDBERG: Seven rules for writing practice

Keep these in mind when you’re writing in your notebooks. 
1. Keep your hand moving 
2. Be specific 
3. Don’t think 
4. Lose control 
5. Don’t worry about spelling, punctuation, or grammar 
6. You are free to write the worst junk in America 
7. Go for the jugular (don’t be afraid to write about difficult things)

miércoles, 1 de mayo de 2013

CHERRYH: Writing



Ok, let’s admit it. Some of you have novels and other length fiction in the closet. I hope it will be helpful to offer some advice here, and to answer questions that you may have. Here’s a set of The Rules :

1. “Follow no rule off a cliff”—CJ Cherryh, I forget when. When advice conflicts with your concept of your story, don’t try to go there. Seek other advice. 

2. “Editors excuse and expect typos, not bad grammar.” Words are your equipment. Respect them. Use them precisely. And write a lot. Your natural mode of expression is talking. You have to make it so words flow out of your fingers accurately spelled, accurately typed, and making exactly the sense you want. This skill comes with practice. Months and years of practice. You have time to make up for: get cracking, no matter what you write. The corollary to this is: “Never trust Grammatik or a computer spell checker.” 

3. “Don’t plan: do. The plan will occur to you as you go.” Some writers do plan everything. They must not be as often distracted as I am. Get it on paper, in any form you can. But if the muse strikes, go for it. Just take notes before the sun sets. 

4. “Study word derivations.” Learn them in families, as, for instance, the Latin reg-rect (Rule, govern, regulate) gives us: regent, regnant, regulation, regular, cor-RECT, insurrection, rectangular, regent, Rex, incorrigible, (why did that e change to i? accented double consonant in front of it.) Etc. When you need a word, think of one of your core groups and let that core instruct you. In the huge Webster’s International, there are some fine-print pages at the front that nobody ever reads. Read them. They contain all the rules for English grammar and spelling ever concocted, in less than 25 pages. Mastery of that section is all that’s between you and Gandalf-like wisdom, at least where it regards the English language. 

 5. “Plan to publish or don’t. Both are honorable ways to write.” Nuff said. Write for yourself and your friends, or do it for pub. And if you do it for pub, I’d recommend going for paper books, not e-pub. If you can do it, it will give you a springboard you can’t get online. 

6. “Don’t drive or handle operate heavy equipment while working out a scene in your head.” Your vision may switch without warning to a spaceport dock or a mediaeval castle. This is no time to be navigating downtown or running a lathe. 

7. “Never imagine that you are a better writer while on substances.” You aren’t. Don’t even write on aspirin if you can avoid it. You need as keen a mind as you can muster. 

 8. “Don’t ask your Aunt Hattie to critique. She loves you too much.” Find some reader who’ll ask the hard questions, and the proper questions for the kind of story you write. 

9. “Do not mix up advice about short stories with advice about novels.” I’ve seen more confused young writers who took a short course from some writer and never thought to ask what that writer writes. The mediums are vastly different. 

10. “Write. Write often. Write daily. If you can’t do anything else that day, keep a journal of your thoughts and observations and take on life in general, just to keep your fingers in practice.” Thinking about writing is not practice. Writing is practice. You wouldn’t expect to look at a piano and think about the piano and listen to people play the piano and then hope to go to Carnegie Hall rarely having touched a keyboard yourself. Same problem. 

11. “Don’t be too critical.” Ted Sturgeon said “98 percent of everything is crap.” Yep. Write garbage. Write, write, write. Then learn to edit brilliantly. 

12. “If your book has one brilliant scene, and you’re now stalled, that scene is your problem, especially if it’s the best thing you ever wrote.” Get it out of there, however lovingly crafted. Back up, and get going. 

13. “You can say anything if you can punctuate it correctly.” —”Good No Fear to kill the King.—rough literal translation of a famous Latin sentence. It can read: ”Not good situation. Fear to Kill the King.” Or. “Situation ok. No fear. OK to kill the king.” Where you put the period matters. In this instance, the bearer could assess the situation, add one dot on the paper—or not—and poor king Edward was toast. Pay meticulous attention to dots, whether 3, or 4, or over commas… … …. ; : etc. 

14. “If you’ve mailed out a book to a publisher, get busy on another one.” Or you’ll go nuts. An answer can take months. 

15. “Rejection means I’m bad.” Nope. It can mean the book needs work: assume that, and you’ll send out a better book. But it can also mean the publisher just bought a book very like yours and wants to balance the list. It can also mean everybody on the editorial committee liked it but the company president, and that did it. It can also mean the new-hire first reader was scared to bring a really innovative manuscript to the scary 3rd editor, and just sent it back as the easier course. Or it can mean that somebody backed into the editor’s car this morning and the editor is not in the mood for humor. Reasons vary. Don’t second guess or blame your skills. Just send out the best book you can.

C.J. CHERRYH, Writing for Fun and Profit.

The craft of writing

viernes, 8 de febrero de 2013

BORGES: Cómo nace un cuento


Empieza por una suerte de revelación. Pero uso esa palabra de un modo modesto, no ambicioso. Es decir, de pronto sé que va a ocurrir algo y eso que va a ocurrir puede ser, en el caso de un cuento, el principio y el fin. En el caso de un poema, no: es una idea más general, y a veces ha sido la primera línea. Es decir, algo me es dado, y luego ya intervengo yo, y quizá se echa todo a perder. En el caso de un cuento, por ejemplo, bueno, yo conozco el principio, el punto de partida, conozco el fin, conozco la meta. Pero luego tengo que descubrir, mediante mis muy limitados medios, qué sucede entre el principio y el fin. Y luego hay otros problemas a resolver; por ejemplo, si conviene que el hecho sea contado en primera persona o en tercera persona. Luego, hay que buscar la época; ahora, en cuanto a mí eso es una solución personal mía, creo que para mí lo más cómodo viene a ser la última década del siglo XIX. Elijo si se trata de un cuento porteño, lugares de las orillas, digamos, de Palermo, digamos de Barracas, de Turdera. Y la fecha, digamos 1899, el año de mi nacimiento, por ejemplo. Porque ¿quién puede saber, exactamente, cómo hablaban aquellos orilleros muertos? Nadie. Es decir, que yo puedo proceder con comodidad. En cambio, si un escritor elige un tema contemporáneo, entonces ya el lector se convierte en un inspector y resuelve: "No, en tal barrio no se habla así, la gente de tal clase no usaría tal o cual expresión." 

El escritor prevé todo esto y se siente trabado. En cambio, yo elijo una época un poco lejana, un lugar un poco lejano; y eso me da libertad, y ya puedo fantasear o falsificar, incluso. Puedo mentir sin que nadie se dé cuenta, y sobre todo, sin que yo mismo me dé cuenta, ya que es necesario que el escritor que escribe una fábula por fantástica que sea crea, por el momento, en la realidad de la fábula.

miércoles, 6 de febrero de 2013

ROYO-VILLANUEVA: Hay muchos que sólo son capaces de hacer el esfuerzo un día



Hay que tener una afición desbocada y, cuando lleguen las ocasiones, decir: bueno, aquí está y no la voy a dejar pasar. Hay muchos que son capaces de hacer el esfuerzo un día, pero luego se desinflan, muchacho. ¿Por qué? Pues porque no dan más de sí. Hay que tener una concentración fuera de lo normal, que es la que tiene el matador. Lo más duro es mantener ese ritmo y esa batalla año tras año y no bajar la guardia.

Manuel DÍAZ, Jaime ROYO-VILLANUEVA, De frente y por derecho, Planeta, Barcelona, 2012.

martes, 11 de septiembre de 2012

BORGES: Capdevila y Mastronardi

Lo peor de Capdevila es peor que lo peor de Mastronardi, pero lo mejor es mejor y esto es lo que importa.


Adolfo BIOY CASARES, Borges, Destino, Barcelona, 2006.

martes, 14 de agosto de 2012

BUÑUEL: Quince días buscando un adjetivo


Conocí a ese poeta extraño y magnífico que se llamaba Pedro Garfias, un hombre que podía pasar quince días buscando un adjetivo.

Cuando lo veía, le preguntaba:

—¿Encontraste ya ese adjetivo?

—No; sigo buscando —contestaba él, alejándose pensativo.

Aún me acuerdo de memoria de una poesía suya titulada Peregrino, de su libro Bajo el ala del Sur:

Fluían horizontes de sus ojos,
Traía rumor de arenas en los dedos
Y un haz de sueños rotos
Sobre sus hombros trémulos.
La montaña y el mar, sus dos lebreles,
Le saltaban al paso
La montaña, asombrada, el mar, encabritado...


Garfias compartía una modesta habitación con su amigo Eugenio Montes en la calle Humilladero. Fui a verles una mañana, a eso de las once. Mientras charlaba, Garfias, con ademán indolente, se quitaba las chinches que se le paseaban por el pecho.

Durante la guerra civil publicó unas poesías patrióticas que ya no me gustan tanto. Emigró a Inglaterra sin saber ni una palabra de inglés y lo recogió en su casa un inglés que no sabía absolutamente nada de español. No obstante, parece ser que conversaban animadamente durante horas.

Después de la guerra vino a México, como tantos españoles republicanos. Hecho casi un mendigo, muy sucio, entraba en los cafés a leer en voz alta poesías. Murió en la miseria.


Luis BUÑUEL, Jean-Claude CARRIÈRE, Mi último suspiro, Debolsillo, Barcelona, 2008.