Jorge Luis BORGES: "Nadie puede leer dos mil libros. Yo no habré pasado de una media docena. Además no importa leer, sino releer."

martes, 4 de agosto de 2015

MÁRAI: Él cometía delitos a diario

 

Kosztolányi sabía eso. Que sólo es posible escribir en trance, pero que al mismo tiempo es necesario ser absolutamente consciente del proceso y tener la lógica del matemático cuando resuelve una ecuación de segundo grado. Decía que, al dar vida a una obra maestra, es necesario actuar como cuando se comete un delito. Él cometía delitos —importantes o insignificantes— a diario. Los cometía con rapidez porque no solamente estaba salvando la nación, sino que también vivía con inmediatez, día a día, de lo que ganaba con su escritura, para mantener a su familia y ayudar a sus amigos y a sus amantes. Al mismo tiempo era consciente de que la profesión que practicaba es una empresa similar a la de alguien que transmite sus ideas con la ayuda de frecuencias, de ondas, en lugar de con palabras. Sabía que al publicar en un periódico tenía que escribir de distintas maneras a la vez, como había afirmado San Pablo en su Epístola a los Corintios: "Cantaré con el espíritu pero también con la mente". Cuando alguien "canta con el espíritu", es poesía; cuando alguien "canta con la mente", es prosa, con la fuerza de atracción de un imán muy poderoso. Él cantaba al mismo tiempo con el espíritu y con la mente. Y cantaba allegro vivace porque le urgían los honorarios.

Sándor MÁRAI, ¡Tierra, tierra!, Salamandra, Barcelona, 2006.