Jorge Luis BORGES: "Nadie puede leer dos mil libros. Yo no habré pasado de una media docena. Además no importa leer, sino releer."

jueves, 30 de junio de 2011

MONTERROSO: El humor y la timidez

El humor y la timidez generalmente se dan juntos. Tú no eres una excepción. El humor es una máscara y la timidez otra. No dejes que te quiten las dos al mismo tiempo.

Augusto MONTERROSO, Movimiento perpetuo

RODRÍGUEZ JIMÉNEZ: Ella le despreciaba

Cuando me vio, se giró, dándome la espalda. Me di cuenta de que ya no me tenía miedo. Ahora me despreciaba. Lentamente, sin prisa, se tomó el refresco. Me sentí como aquel rey sueco que imaginó que podía conquistar Rusia.
Miré sus pies: llevaba sandalias.

Julián RODRÍGUEZ JIMÉNEZ, Libretas, Editoral Almotacén, Córdoba, 2011.

miércoles, 29 de junio de 2011

SUÁREZ LYNCH: El mundo es ancho y ajeno

En el capítulo XL de la Vida Nueva, Dante refiere que al recorrer las calles de Florencia vio unos peregrinos y pensó con asombro que ninguno de ellos había oído hablar de Beatriz Portinari, que tanto preocupaba su pensamiento.

CARELL: Nikopol

Durante la primera semana de enero, los partes de la Wehrmacht comenzaban invariablemente con las siguientes palabras: "En la cabeza de puente de Nikopol..."

En febrero, la redacción sufrió un cambio harto significativo. El 4 de febrero, el parte empezaba como sigue: "En el día de ayer, en el sector de Nikopol..."

El 5 de febrero: "En el sector de lucha en Nikopol, los soviéticos han robustecido sus..."

El 6 de febrero: "En la zona de Nikopol, nuestras divisiones resisten..."

El 7 de febrero: "En el sector de Nikopol, el enemigo continúa sus ataques con nuevas fuerzas..."

El 9 de febrero: "Nuestras tropas se repliegan en el sector de Nikopol, sin dejar de combatir con la bravura de siempre..."

El 10 de febrero: "En la jornada de ayer fracasaron los ataques enemigos al oeste de Nikopol..."

Por fin, el 11 de febrero: "Nuestras fuerzas siguen rechazando los reiterados embates soviéticos al oeste de Nikopol y al sur de Krivoi Rog".

Luego, el nombre de Nikopol desapareció de los partes de la Wehrmacht.

Paul CARELL, Tierra calcinada, Inédita Editores, Barcelona, 2007.

martes, 28 de junio de 2011

MIQUEL: Los derrotados de Austerlitz

La victoria sobre el ala derecha del ejército aliado había sido completa, aplastante, indiscutible. No quedaba nada de las columnas rusas. ¿Habían desaparecido?

Inasequible al desaliento, Kutuzov recuperó a sus tropas lo mejor que supo. Los rusos marchaban solos, en grupos, sin unidades constituidas. Marchaban porque eran soldados, y porque no sabían donde encontrar refugio, salvo que sufrieran la suerte poco envidiable de los prisioneros. Tenían que volver a su país con el ejército. ¿Qué podía reprocharse? Los generales habían perdido la batalla, era asunto suyo. El deber de los soldados era reunirse con ellos, pues sus jefes eran también fugitivos.

El castigo para los que habían abandonado las filas en plena batalla no era la muerte ni el presidio. Para castigar al regimiento de Novgorod, el zar añadió cinco años de servicio activo a los larguísimos veinticinco que duraba el servicio.

Los rusos avanzan con el estómago vacío. Arrastraban por el fango nevado sus largos capotes grises o marrones y las botas hechas trizas. Aullaban como lobos por tanto sufrimiento. Sus tripas gritaban con el hambre. Los oficiales morían también de hambre y no dejaban de abrirse paso en la noche. Ningún saludo antes antes de la salida del sol, cuando tal vez las carretas de los víveres atraerán a los soldados para reagruparlos y seguir el camino detrás de Kutuzov, el padre de los soldados, hasta la Santa Rusia. No tenían otra elección, si querían atravesar, que seguir siendo soldados y darse a conocer como tales, aunque fuera en sus uniformes harapientos.

Pierre MIQUEL, Austerlitz. La batalla de los tres emperadores, Ariel, Madrid, 2008.

lunes, 27 de junio de 2011

ORTEGA CÓZAR: El exvoto

Lorenzo, el maldito Lorenzo. Lo encontré por la calle y me dijo, como de pasada, que Alcántara había excavado una nueva necrópolis ibera. Por la sonrisa que asomó en su rostro supe que ya le había comprado alguna pieza que pronto me mostraría orgulloso. Fui casi enseguida –al día siguiente, en realidad– al almacén de Alcántara. Conocía muy bien mis gustos. Me ofreció algunas piezas que, supongo, otros compradores habituales ya habían rechazado: una falcata de bronce deformada durante la incineración, un cuchillo afalcatado, un regatón de hierro. Me los dejaba baratos, muy baratos, como si no esperara venderlos por otro precio. Le dije que me llevaría el cuchillo. Después me enseñó otras piezas que él sospechaba no me interesarían tanto: una vasija con decoración geométrica, unos pendientes de oro y una figurilla de caliza. Aquella figura –esta figura que ahora tengo sobre mi escritorio– era –es– un diminuto, un minúsculo exvoto. Alcántara me lo puso en la mano. Lo contemplé durante unos instantes, sólo durante unos instantes. Era de una sencillez magnífica: la boca marcada por una simple marca horizontal, un triángulo como nariz, los ojos –aquellos ojos que no dejan de mirarme– dos pequeños círculos. Estaba desnuda. De pronto deseé poseer aquella figura.

–La encontré a orillas del Guadajoz –me dijo.

Quizá me mintiera o quizá me dijera la verdad.

–¿Cuánto pide por ella? –le pregunté.

–Está vendida –me dijo Alcántara–. La compró don César.

Don César, el cuñado del gobernador civil, es, era –quiero decir– el mayor coleccionista de la provincia. Alcántara mencionó para justificarse una cantidad que yo no había gastado en todos los años que le había estado comprando antigüedades.
Ahora pienso que quizá hubiera sido más fácil cogerla entonces. Pero aquella figurilla tenía propios planes. Perversos.

Esa noche no pude dejar de pensar en ella. Soñé con la figurilla, soñé que me susurraba en un idioma extraño. Supe que debía conseguirla, que tenía que ser mía –más bien, yo soy suyo–.

A la mañana siguiente regresé al almacén dispuesto a pagar lo que me pidiera. Alcántara me dijo que era demasiado tarde, ya no tenía el exvoto, se lo había llevado a don César. Llegó a ofrecerme un relieve –un guerrero sin cabeza que se protegía con una caetra– que nunca me había mostrado y que no me interesaba.

Unos días después la guardia civil encontró a Alcántara tirado en el almacén: llevaba un tiempo muerto; tenía el cráneo destrozado.

Como era de esperar, Alcántara tenía apuntados los nombres de sus clientes. Cuando la guardia civil se presentó en mi casa no halló nada: había ocultado todas las piezas de mi colección –no muchas, la verdad –, incluso las tegulae y sigilatas que había ido recogiendo por mi cuenta. Me hicieron preguntas, pero me acabaron diciendo que sospechaban de un coleccionista de Madrid. Desde luego, no molestaron a don César. No, no le molestaron.

El exvoto no se me iba de la cabeza. Todo lo que me sucedía parecía estar relacionado con aquella escultura maligna. Hasta me sorprendí hablándole a María de ella.

Buscar un plan para entrar en casa de don César me llevó varias semanas de proyectos y hesitaciones. Decidirme fue aún más arduo, porque no sabía cómo conseguiría arrebatarle el exvoto. Finalmente me hice pasar por un coleccionista necesitado de dinero. Quizá mencionara el nombre de Alcántara; no estoy seguro de que don César me hubiera visto alguna vez por su almacén. Le llevaría la joya de mi colección, un trozo de cerámica sigilata que hacía unos años había encontrado cerca del río, entre los surcos que un arado acababa de abrir. Había en su centro un relieve: un niño o un amorcillo.

Don César me dio la bienvenida con una sonrisa falsa y me tendió una mano fláccida. Le mostré la sigilata. Miró displicentemente la pieza y me condujo a su despacho: los coleccionistas son por principio vanidosos –yo también lo soy–. Me mostró una crátera ática, un pilum, una falcata que parecía recién salida del taller del herrero oretano. El exvoto ibero estaba en un anaquel, escondido entre otras figurillas y junto a la cabeza mutilada de un león pétreo. Hablamos de Alcántara; sí, era extraño lo que le había sucedido. Entonces me preguntó cuánto pedía por la sigilata. Le di una cifra ridícula, la primera que se me pasó por la cabeza; ni siquiera trató de regatear el precio. Salió del despacho para buscar el dinero. Me dejó solo, ¡solo! Pensé que el exvoto, de algún modo, quería que lo poseyera. No había duda.

– Si tienes algo más, tráemelo –me dijo, mientras me entregaba el dinero.
Dejé a don César en el despacho. Tenía la frente cubierta de sudor, la camisa se me había pegado al cuerpo y el bulto del bolsillo me pesaba cien kilos.
Me alejé rápidamente de allí. Caía un sol infernal. Metí la mano en el bolsillo y la sentí helada.

VV.AA., Ipolca. Relatos ibéricos, El Olivo de Papel, Torredonjimeno, 2011.

domingo, 26 de junio de 2011

CARELL: La División Azul en Krasni Bor

En el sector occidental del frente, el ataque ruso se produjo ante la 4ª División de la policía militar de las SS y la División Azul española. Las tropas soviéticas estaban formadas por siete divisiones de fusileros, cinco brigadas y tres brigadas acorazadas.

Los batallones españoles de los regimientos de granaderos nº 262, 263 y 269, al mando del general Esteban Infantes, sufrieron en Krasni Bor todo el peso del ataque ruso. En este sector, el enemigo llegó con tres divisiones de fusileros y dos brigadas acorazadas, un total de 33.000 hombres, apoyados por unos sesenta T-34, varias unidades antitanque y 187 baterías con un total de 1.000 piezas. Contra esta ingente fuerza, los españoles sólo disponían, para un frente de treinta kilómetros, de un regimiento de infantería reforzado, unos 2.500 hombres, y tres batallones con 2.000 soldados. A ello había que sumar varias unidades especiales y veinticuatro piezas de artillería; no disponían de carros blindados.

A su izquierda, un grupo de reconocimiento cubría una brecha de casi siete kilómetros. Con tan débiles fuerzas, el general Esteban Infantes no podía constituir una segunda línea de contención; con todo, disponía de dos escuadrones de motoristas, dos compañías de zapadores y dos baterías en concepto de reserva. No podía ser menos.

Tras encarnizados combates cuerpo a cuerpo, los rusos consiguieron avanzar tres kilómetros y apoderarse de Krasni Bor, pero perdieron 11.000 hombres y se quedaron detenidos ante el Ishora. Los españoles se defendieron heroicamente con machetes, palas y granadas de mano. Su valor será especialmente recordado.

Para citar sólo un ejemplo, tomaremos el del granadero Antonio Ponte, que atacó con minas y granadas de mano a los tanques rusos que lograron practicar una brecha en las posiciones defendidas por los españoles. Después de aniquilar a unos cuantos, desapareció en algún lugar del gélido pasaje junto al Neva, aplastado tal vez por un carro enemigo o destrozado por una granada. A título póstumo se le impuso la Gran Cruz Laureada de San Fernando.

Paul CARELL, Tierra calcinada, Inédita Editores, Barcelona, 2007.

sábado, 25 de junio de 2011

VALERA: Cartas desde Rusia

"El total de la guarnición será de unos siete mil hombres. La ciudadela de Varsovia es fuerte de veras y muy capaz y erizada de cañones. Más de veinte grandísimos morteros apuntan de continuo a la ciudad."

"Como una especie de fósil vivo de la antigua raza eslava existen aún estos sectarios, sin querer afeitarse porque Nuestro Señor no se afeitó nunca."

"Se mutilan estos desgraciados, y luego se arrepienten cuando ya es tarde."

"Hay algunos que reuniéndose en un aquelarre infame, le cortan un pecho a una doncella, y dividiéndolo en menudos trozos, comulgan con él en un infernal sacramento."

"Se ocupan mucho de las cosas asiáticas. En el ministerio de Asuntos Extranjeros hay una sección numerosísima que se emplea en ellas de continuo. No sé lo que hará, porque allí hay más sigilo que en parte alguna.

"Para saber de política hay que recurrir a los periódicos de otros países y echar a volar la imaginación, como hacen dichos periódicos."

"Como no pocos bibliófilos, conoce más títulos de libros que lo que en ellos se contiene."

"Todo bicho viviente escribe por las noches sus impresiones, y no pocos suelen luego publicarlas."

Juan VALERA, Cartas desde Rusia, Miraguano, Madrid, 2006.

viernes, 24 de junio de 2011

CARELL: Ferdinand

Las divisiones de Harpe tenían depositadas grandes esperanzas en el formidable triunfo que llevaban en la mano: noventa carros de combate superpesados del tipo Tiger Ferdinand, adscritos a las secciones cazatanques 653 y 654, al mando del teniente coronel Von Jungenfeldt, que servían de ariete a las divisiones de granaderos.

El Ferdinand era un potente coloso de 72 toneladas, dotado de un cañón de 8,8 mejorado, con una longitud de 6,40 metros. El blindaje era de hasta 20 centímetros. Dos motores Maybach generaban corriente para dos poderosos motores, cada uno para un juego de orugas. No obstante el peso, el carro se desplazaba a una velocidad máxima de 32 kilómetros por hora. ¡Una verdadera maravilla! Esta fortaleza móvil de acero había sido fabricada en la localidad austríaca de Sankt Valentin, en los talleres Nibelungo.

El pacífico nombre de Ferdinand asignado a tal mastodonte provenía de su constructor, Ferdinand Porsche. Hitler prometió efectos decisivos con el empleo en el frente de esta verdadera casamata artillada móvil. Una ofensiva con la intervención de estos carros debía resultar insostenible.

Pero el Ferdinand tenía su talón de Aquiles: el tren de rodaje era relativamente débil y las cadenas, vulnerables. Y así sucedió que muchos de estos gigantes acorazados quedaban inmovilizados en el campo de batalla por averías en las cadenas. Además, el Ferdinand no servía para luchar a corta distancia con la infantería enemiga, puesto que, aparte del enorme cañón, no disponía a bordo ni de una sola ametralladora con la que hostigar a los destacamentos anticarro del enemigo.

Guderian ya había advertido sobre el insuficiente armamento y la complicada naturaleza de los Ferdinand. Sin embargo, Hitler no le hizo el menor caso. La batalla de Kursk fue la primera y la última aparición de esos gigantescos tanques.

Paul CARELL, Tierra calcinada, Inédita Editores, Barcelona, 2007.

jueves, 23 de junio de 2011

LEWIS: Nápoles 1944

"Parece que nadie sabe muy bien lo que somos y lo que hacemos. Debido a ello, nos encargan trabajos que ninguna otra división del ejército quiere realizar."

"Los reclutas de ojos azules eran los que conseguían los destinos de responsabilidad y a veces los más atractivos, mientras que los otros iban al cubo de basura."

"Enviaron a hispanohablantes a Italia, dando por supuesto que el español y el italiano hablados y escritos eran casi iguales. También era típico que un colega que hablaba rumano se encontrara gesticulando entre los guerrilleros yugoslavos (ambas lenguas eran balcánicas) y que el oficial con quien yo fui a Argelia fuera una autoridad en noruego antiguo y no tuviera ni idea de francés."

"Habían pasado directamente al ejército desde la eterna paz de lugares como Kansas o Wisconsin."

"Lo que nosotros hemos visto ha sido el caos resultante del miedo y la cobardía que se propagaron desde el mando. Y lo que yo nunca entenderé es qué impidió a los alemanes liquidarnos."

"Rodeamos el pueblo, esperamos que empezaran que a hacer las señales; entonces intervinimos y capturamos a un hombre que se dirigía con una linterna al único retrete que hay en el pueblo."

"Un soldado un poco achispado y azuzado continuamente por sus amigos, depositó al fin su lata junto a una mujer, se desabrochó y se echó sobre ella."

"El noventa y nueve por ciento de la información registrada allí era increíblemente trivial y en general reveló que casi todos los italianos llevaban una vida política de absoluta neutralidad, aunque eran proclives a las aventuras sexuales."

"Era frecuente que ni siquiera identificaran a los sospechosos por el nombre, sino por descripciones del estilo de 'altura media', 'edad, de treinta a cuarenta', 'de extraordinaria fealdad' o, en un caso, 'se sabe que tiene un miedo obsesivo a los gatos'."

"Según la teoría de la policía, respaldadada por muchos rumores y cierta evidencia verosímil, una patrulla de SS se había ofrecido voluntaria para quedarse en Nápoles tras la retirada de los alemanes y se había ocultado en las catacumbas."

"Ella le había explicado mediante gestos que su difunto marido nunca había dejado de tener relaciones sexuales con ella como mínimo seis veces al día."

"Saqué la conclusión de que eran demasiado pobres para casarse, demasiado pobres para hacer algo más que persistir con notable tenacidad en la lucha por mantener las apariencias."

"El objetivo de su visita era averiguar si podíamos encargarnos de que su hermano entrara en un burdel del ejército. Le explicamos que no existía semejante institución en el ejército británico."

"Me dijo que había ingresado en una organización separatista consagrada a la restauración de las Dos Sicilias. Quieren vestir a la gente con túnicas romanas, imponer un mínimo legal de diez hijos por familia y reimplantar la servidumbre con uno u otro disfraz."

"El general quería una ejecución, como todos los generales."

"Un muchacho de trece años había esperado emboscado y había disparado contra el hombre que había matado a su padre antes de que él naciera."

"En Pomigliano hay un monje que vuela. El año pasado, durante un ataque aéreo, se elevó hasta el cielo para coger en sus brazos al piloto de un avión italiano derribado."

"La oficina de guerra psicológica expone en su boletín que hay actualmente en Nápoles 42.000 mujeres que se dedican de forma habitual o esporádica a la prostitución. Eso en una población de unas 150.000 mujeres en edad núbil."

"Las fuentes oficiales llevan meses asegurándonos que roban el equivalente al cargamento de una barco aliado de cada tres que llegan al puerto de Nápoles."

"La semana pasada detuvieron por pura casualidad el coche del legado pontificio en un control rutinario de carretera, y descubrieron que llevaba un juego de neumáticos robados."

"Me dio la impresión de un hombre animado por el conocimiento secreto del curso que tomaría su futuro."

"En la defensa de un cliente pronunció un discurso que duró dos días y medio, y en determinado momento se interrumpió la sesión para que el juez y el jurado recuperaran el control emocional."

"Se ha informado de que es habitual que dos marroquíes violen simultáneamente a una mujer; uno practica el coito normalmente mientras el otro la sodomiza."

"Mientras permanecían plenamente conscientes los castraron. Luego los decapitaron."

"En un aparador había varios cientos de pares de medias de seda, cada una de las cuales valía lo que el honor de cualquier mujer de Nápoles cuyo honor estuviera en venta."

"Se había dejado crecer exageradamente las uñas de los meñiques al viejo estilo sureño para demostrar que no trabaja."

"Mientras esperaba que preparara la receta, rodeé el mostrador para observar las actividades de un chiquillo que despegaba afanosamente etiquetas inglesas para pegar otras italianas."

"Entre ellos se cuenta el que tengo que investigar, que se llama Forza Italia! y al que se suponen tendencias neofascistas."

"Vivíamos prácticamente en la Edad Media. Sólo habían cambiado los edificios, y la mayoría eran ruinas. Epidemias, bandidos, entierros con plañideras, mendigos deformes y mutilados, tullidos sin piernas."

Norman LEWIS, Nápoles 1944, Ediciones Folio, Barcelona, 2004.

miércoles, 22 de junio de 2011

RODRÍGUEZ JIMÉNEZ: Libretas

Se asombraron los legatarios al encontrar aquella muchedumbre de libretas en el despacho, libretas de todos los tamaños, cuadernos de música con las hojas pautadas, libretas con las hojas lisas, rayadas, cuadriculadas, cuadernos de dibujo, libretas con espiral, grapadas, encuadernadas. La habitación rebosaba de libretas.

Las revisaron cuidadosamente, esperando encontrar alguna anotación íntima, curiosa, impertinente. Pero nada había escrito en ellas. Nada. Las hojearon, y nada hallaron, ni dibujos, ni palabras. No habían sido utilizadas. Quizá el finado no tuvo nada interesante que escribir en ellas.

Julián RODRÍGUEZ JIMÉNEZ, Libretas, Editoral Almotacén, Córdoba, 2011.

martes, 21 de junio de 2011

LEWIS: Vincente Lattarullo

Lattarullo había conseguido mantenerse gracias a un legado equivalente en principio a una libra mensual, pero que con la devaluación ha quedado reducido a unos cinco chelines; y para arreglarse con ello había ideado un sistema científico de autocontrol. Se quedaba casi todo el día en la cama y, cuando se levantaba y salía, recorría distancias cortas en un itinerario programado, parándose a descansar de vez en cuando en una iglesia. Tomaba sólo una comida al atardecer, que consistía normalmente en un trocito de pan untado con tomate y aceite de oliva. A veces visitaba a otro profesional que se hallaba en circunstancias parecidas a las suyas e intercambiaban habladurías, tomaban una taza de sucedáneo de café, hecho con bellotas tostadas, y hambreaban juntos durante una hora o así. Daba la impresión de que sabía todo lo que ocurría en Nápoles. Le acompañé caminando hasta su piso y descubrí que vivía en dos habitaciones que tenían por todo mobiliario tres sillas, una cama y una mesa desvencijada, sobre la que había una planta mustia. Hacía años que le habían cortado la luz y el agua, según me dijo.

Norman LEWIS, Nápoles 1944, Ediciones Folio, Barcelona, 2004.

lunes, 20 de junio de 2011

KOESTLER: El cero y el infinito

"Un golpe sordo le dio en la nuca. Lo esperaba desde hacía mucho tiempo, y, sin embargo, le cogió de improvisto."

"Debajo de la confortable manta se sentía casi feliz y no temía más que una sola cosa, tener que levantarse y moverse."

"Se hallaba devorado por el deseo de probar su inocencia."

"Respetables viajantes de comercio, con falsos pasaportes y maletas de doble fondo, llegaban del extranjero; eran los delegados. Habitualmente eran arrestados, torturados y decapitados."

"Todos nuestros principios eran buenos, pero nuestros resultados han sido malos."

"Conocen las cárceles europeas tan bien como los viajantes de comercio conocen los hoteles."

"El individuo no era nada, el Partido lo era todo; la rama que se arranca de un árbol debe secarse."

"Como has observado muy justamente, tenemos la costumbre de emplear siempre el plural nosotros y de evitar en lo posible la primera persona del singular."

"Déjame que a mi vez te haga otra pregunta. ¿Crees tú realmente eso o haces como si lo creyeras?"

"Desde luego, yo no esperaba que aceptases enseguida. Una conversación de esta clase suele tener efectos retardados."

"Ya sólo faltaba publicar una nueva edición corregida y revisada de la colección completa de todos los periódicos."

"Anualmente mueren varios millones de seres humanos sin ninguna utilidad, por epidemias y otras catástrofes naturales. ¿Y nosotros vamos a retroceder por el sacrificio de algunos centenares de miles en pro de la experiencia más prometedora de toda la historia?"

"Representaba a la nueva generación; la vieja debía pactar con ella, o verse aplastada."

"Era una generación gastada por los años de lucha clandestina, roída por la humedad de los calabozos donde había transcurrido la mitad de su juventud; desecada espiritualmente por el permanente esfuerzo nervioso que exigía el temor físico del que nunca se hablaba, pero que cada uno tenía que dominar por sí mismo durante años, durante docenas de años. Era una generación gastada por los años de destierro, por la actitud de las facciones dentro del Partido, por la ausencia total de escrúpulos con que era perseguida; gastada por las derrotas incesantes y la desmoralización de la victoria final."

Arthur KOESTLER, El cero y el infinito, Debolsillo, Barcelona, 2011.

domingo, 19 de junio de 2011

VALTIN: La noche quedó atrás

"Raras veces habló mi padre de su pasado lleno de aventuras. Sin embargo, lo hacían por él los tatuajes de sus brazos y de su cuerpo, que representaban anclas, barcos y mujeres exóticas con unas cinturas enormes, como así también sus pesadas condecoraciones de plata, que mostraban un dragón chino o un león persa."

"Creía firmemente en un futuro socialista, justo y bello."

"No te pongas triste, me consolaba mi padre. No hay nada que hacer. Somos gente de segundo clase."

"Los muchachos, como una manada de lobos, merodeábamos por todos los rincones de las granjas y de los depósitos del ejército, robando leña, patatas y conservas."

"Reaccionó contra su propia miseria y comenzaba y terminaba el día, en la escuela, propinando los más brutales castigos a sus alumnos."

"Bebía grandes cantidades de café, un café malo, negro, sin azúcar, y contaba, contaba hasta quedarse ronco."

"Solía despertarme con hambre y estaba hambriento cuando me acostaba. El hambre destruyó en mí límites entre la adolescencia y la edad viril. Una bolsa de harina tenía más valor que una vida humana."

"Recibía una pensión, pero el importe mensual no le alcanzaba para comprar una caja de fósforos."

"Más y más me convencí de que la dedicación a la labor revolucionaria era la única cosa digna de hacerse en esta vida."

"Sí, una niña. Desearía que hubiera nacido muerta."

"Me sentí como un engranaje vivo de la maquinaria del partido. Crecí tornándome más flaco, más duro, pero me sentí sublimemente feliz."

"Necesitamos hombres como él para ganar las peleas, pero después de la revolución tendremos que matarlos a balazos."

"Compañeros que vienen con sus bolsas llenas de modelos de plataformas políticas, con grandes teorías y grandes proyectos. Compañeros que huyen de los peligros; pies de palo en una nube de polvo. Compañeros que todas las mañanas exigen huevos y jamón."

Jan VALTIN, La noche quedó atrás, Seix Barral, Barcelona, 2008.

sábado, 18 de junio de 2011

CARELL: Kluge y Guderian

En aquella conferencia tuvo lugar una escena penosa, que hoy parece casi fantástica, y que el único tetigo viviente de la misma, el teniente general retirado Wolfgang Thomale, describe así: "Se volvieron a reunir por primera vez desde que Kluge obtuvo de Hitler la dimisión de Guderian en el invierno 1941".

El mariscal buscaba una reconciliación, y tendió la mano a Guderian, pero éste ignoró el gesto. Kluge enrojeció y se volvió al entonces coronel Thomale, jefe de Estado Mayor de Guderian: "Comunique usted al capitán general Guderian que le ruego me siga a la estancia contigua".

Una vez en ella, irritado, preguntó a Guderian: "¿Qué motivos tiene para haber adoptado una postura tan ofensiva?" Guderian se enojó también, e intentando calmarse, respondió: "Herr mariscal, no creo que sean tan difíciles de adivinar. Hace dos años que usted informó al Führer de cosas falsas acerca de mí. Me apartó de mis tropas y ha arruinado mi salud. No creo que después de esto espere que le tenga simpatía".

Kluge giró sobre sus talones y salió de la pieza sin saludar.

Unos días después, el primer ayudante de Hitler, general Schmundt, hizo entrega a Guderian de una nota de Kluge, en que le exigía un duelo a pistola. El mariscal pretendió darle mayor fuerza a su petición haciendo intervenir al ayudante del Führer, con lo que éste también se enteraría del asunto. Hitler era enemigo de los duelos; consintió en que la nota llegase a manos de Guderian, pero no autorizó el duelo. Por orden suya, Schmundt reconvino a los duelistas.

Y de este modo se evitó que pasara a la historia un asunto de honor entre dos altos jefes militares, ambos excelentes comandantes de tropa, aun cuando de carácter dispar.


Paul CARELL, Tierra calcinada, Inédita Editores, Barcelona, 2007.

viernes, 17 de junio de 2011

VALTIN: Hasta que la revolución hubiera triunfado

Tenía conciencia de mi clase, pues eso era ya una tradición familiar. Estaba orgulloso de ser un obrero y despreciaba a la burguesía. Mi actitud frente a la respetabilidad convencional era más bien burlona. Tenía un sentido de la justicia, agudo pero unilateral, lo que impulsaba a un odio loco contra los que yo creía responsables de los sufrimientos y la opresión de las masas. Los policías eran enemigos. Dios era una mentira inventada por los ricos para mantener a los pobres satisfechos con su yugo, y sólo los cobardes se prestaban a rezar. Todos los patronos eran hienas con forma humana, malévolas, eternamente glotonas, desleales y despiadadas. Creía que un hombre que lucha solo no podía triunfar nunca. Los hombres debían luchar unidos y luchar juntos para mejorar la vida de todos los que estaban dedicados a obras útiles. Tenían que luchar con todos los medios a su alcance, no retrocediendo ante ninguna violación de la ley si ello podía servir a la causa, y no dando cuartel hasta que la revolución hubiera triunfado.

Jan VALTIN, La noche quedó atrás, Seix Barral, Barcelona, 2008.

jueves, 16 de junio de 2011

ESLAVA GALÁN

"Se suben viajeros de cercanías y otros que van a Madrid o más lejos: soldados taciturnos a los que se les acaba el permiso, viajantes con la maleta del muestrario, un lego del convento de Pastrana que ha enterrado a su madre, meleros de la Alcarria que regresan de vender sus pellejos de miel en Sevilla o en Córdoba, queseros manchegos ataviados con amplios blusones negros, criadores de perdices para la caza de reclamo que van a Ávila a comprar pájaros, un funcionario de bigotito lineal y pelo engominado que ha cambiado su billete de segunda por el de tercera para ahorrar en dietas, una madre que lleva a su niña al concurso de Radio Madrid."

Juan ESLAVA GALÁN, De la alpargata al Seiscientos, Planeta, Barcelona, 2010.

miércoles, 15 de junio de 2011

GLOBISZ: El contador de historias

Aquella noche, como todas las noches, me puse delante de la máquina de escribir y pasé a limpio las notas que había ido tomando. Ese día, habíamos visitado una granja colectiva cosaca. Después de varios años de dificultades, habían conseguido superar las cuotas establecidas. Estaba buscando las palabras adecuadas cuando me di cuenta de que el cherkés me miraba con curiosidad.

-¿Usted no toma notas? –le pregunté.

Su respuesta se hizo esperar, como si buscara las palabras adecuadas.

-No soy escritor, sino contador de historias.

Su ruso tenía una sonoridad especial.

-¿Contador de historias?

-Sí. Voy de aldea en aldea contando historias.

Estuve a punto de preguntarle qué iba a contar de los cosacos, pero finalmente no lo hice. Continúe un rato más y después me tendí en la cama. Él llevaba un rato dormido.
Sentí envidia de su memoria, llena de cuentos hermosos y antiguos, a la que pronto se añadirían historias de colectivización y socialismo.

Andrzej NOWAK (ed.), Pequeña Polonia, El Olivo, Jaén, 2011.

martes, 14 de junio de 2011

RODRÍGUEZ JIMÉNEZ: La alegría de la victoria

Habían conseguido una gran victoria sobre los oretanos, que les dejaran el campo de batalla. Saquearon su campamento; el botín había sido abundante. Botilkos ordenó quemar a los caídos oretanos sin ceremonias; a sus muertos les levantaron un túmulo. Y rezaron al dios, por haberles concedido una muerte tan gloriosa.

La alegría de la victoria se fue apagando cuando llegaron a la ciudad, cuando vieron a las madres en lo alto de las murallas; se asomaban para buscar al hijo que ya no volvería, al marido que había dejado la azada para ir a la guerra.

A Botilkos, el comandante, le hubiera gustado que la batalla todavía continuara, que los oretanos no hubieran huido tan cobardemente. Hubiera querido que una falcata oretana le hubiera herido mortalmente: habría alcanzado una gloria eterna. Porque las madres de los caídos le parecieron más temibles que todo el ejército oretano.

Julián RODRÍGUEZ JIMÉNEZ, Cuentos y apuntes procaces, Editoral Almotacén, Córdoba, 2011.

lunes, 13 de junio de 2011

KAFKA: Salir de aquí, ésa es mi meta

Ordené sacar mi caballo del establo. El criado no me comprendió. Fui yo mismo al establo, ensillé el caballo y monté. A lo lejos oí el sonido de una trompeta; le pregunté lo que aquello significaba. Él no sabía nada, no había oído nada. En el portón me detuvo para preguntarme:
-¿Hacia dónde cagalga el señor?
-No lo sé -respondí-. Sólo quiero irme de aquí, solamente irme de aquí. Partir siempre, salir de aquí, sólo así puedo alcanzar mi meta.
-¿Conoce, pues, su meta? -preguntó él.
-Sí -contesté yo-. Lo he dicho ya. Salir de aquí, ésa es mi meta.

Franz KAFKA, La partida

ESLAVA GALÁN

"Toda palabra que pueda ser pecaminosa se sustituye por una equivalencia inocente o se suprime. El español, la lengua del Imperio, dispone de recursos para expresar cualquier concepto sin ofender a la moral."

"La radio y la prensa se ocupan de airear, incluso con aumentos, cualquier mala noticia que proceda del extranjero (inundaciones, descarrilamientos, alumbramientos monstruosos), al tiempo que minimizan u ocultan las malas noticias de ámbito nacional."

"Es seguro que Stalin fue al infierno. A finales del año 1952, el ministro de Informaciones, Gabriel Arias-Salgado, comunicó a un grupo de periodistas que, según informes fidedigno, el dictador ruso estaba en comunicación directa con el diablo. Al parecer, el maligno se le aparecía en el fondo de un pozo petrolífero abandonado de Bakú. Stalin seguía las luciferinas instrucciones al pie de la letra y eso explicaba sus éxitos pasajeros."

"Bien, venga el material, el necesario, pero no dejemos de fomentar nuestros valores morales, que si en la pasada contienda nacional se cazaban tanques con una simple botella de gasolina y a cuerpo limpio, ya inventaremos otra táctica para el futuro en que, con parecidos medios, nos defenderemos y venceremos a nuestros adversarios."

"Usted se arruinará, pero que conste que yo le he salvado el alma, que es más importante que la hacienda."

"Lo que se envidia de España es su hombría: lo que el hombre técnico, fisiócrata, clubman, maltusiano y spenceriano, liberal y maquinalístico, capitalista o socialista, confortable y frigorífico, filántropo de gatos y pardo puritano, no le perdona al español es que sea, a más, hombre."

"Gracias a los desvelos de la censura estoy en condiciones de anunciaros que los españoles se masturban menos que durante la Segunda República."

"Vive en una pensión con olor a coliflor cocida."

"¡Castigo eterno, niñas, castigo sin fin! ¡Fuego en las carnes, plomo derretido en la boca, espadas que se atraviesan, mazos que te trituran los huesos, serpientes venenosas, repugnantes, viscosas, que te introducen en la boca y te muerden en la lengua, cuchillos que te tajan las carnes hasta convertirlas en picadillo sanguinolento, espuertas de sal vertidas en las heridas abiertas, humo que ahoga los pulmones!"

"Un buen día Inmaculada echó una rata muerta en la tinaja del aceite del año y salió con la cabeza cubierta por un velo camino de los ejercicios espirituales para criadas, en los que la señora la inscribía todos los años, pero en lugar de dirigirse a la iglesia se encaminó a la estación de ferrocarril, se compró un billete y se presentó con lo puesto en la pensión madrileña donde vivía una prima suya."

"Cuarenta afiliados de las Falanges Juveniles de Franco trasladan a hombros un sillar de doscientos kilos desde el santuario de Santa María de la Cabeza. El objetivo es transportarlo hasta el pico más alto de España, el Mulhacén."

"¡Vaticano y americanos! A cada español le corresponden diez dólares y cien indulgencias."

"Coge el tren en Espeluy y se sienta al lado de un hombre enteco, fiado en que los delgados ocupan menos espacio y sudan menos. Al rato se percata de que el vecino se rasca mucho en las muñecas y detrás del cogote."

"Lo que más me gusta es la hamburguesa, que es como una albóndiga grande aplastada, con un churretazo de salsa encarnada y otro de amarilla: los americanos han tenido el detalle de ponerle los colores de nuestra bandera nacional."

"El Jaén, también conocido como el Trepabarcos, por las cifras exageradas de hundimientos que atribuía a los submarinos alemanes, al principio de la guerra mundial. Un impertinente lector llevó la cuenta y al final de la guerra resultó que triplicaban el tonelaje mundial."

"Lo mira todo con asombro de niña. A sus cuarenta años es la primera vez que sale del pueblo. Olivares. Hazas de pan llevar. Barbechos. Chimeneas arruinadas de las minas antiguas. Pasada La Carolina, el tren se interna por las gargantas de Despeñaperros, murallones de peñascos grises matizados de musgo y matojos verdes."

Juan ESLAVA GALÁN, De la alpargata al Seiscientos, Planeta, Barcelona, 2010.

domingo, 12 de junio de 2011

VALTIN

No trate de hacer todas las cosas a la vez. Sabrá que antes de la guerra me mandaron por diez años a la cárcel. Pronto aprendí allí que no podía hacer los diez años a la vez. Los hice día por día, y así me fue posible pasar tanto tiempo en prisión. Así tiene que proceder usted también.

Jan VALTIN, La noche quedó atrás, Seix Barral, Barcelona, 2008.

sábado, 11 de junio de 2011

KODAMA: El inesperado estudiante de árabe

Se sabe poco de la intimidad de Borges, y, menos aún, de la de sus días finales. La viuda, María Kodama, aprovechó estos días su presencia en Casa América para desvelar a una legión de fieles lectores borgianos algunos detalles poco conocidos de la coda vital del que fue su marido. “Para Borges la intimidad era sagrada, él se autodenominaba como un caballero del siglo XIX. Y fue ese pudor lo que le llevó a querer morir en Ginebra. .No quería ver su agonía empapelando su ciudad”, relató Kodama.

Como prueba de su insaciable y legendario apetito intelectual, Kodama recordó que el escritor “pasó sus últimos días estudiando árabe”. “Él quería que continuáramos nuestros estudios del japonés, pero no encontré ningún profesor a domicilio. Buscando al japonés vi el anuncio de un egipcio de Alejandría que enseñaba árabe. A Borges le animó la idea. Le llamé sin más, sin reparar en que eran las once de la noche, que en Suiza es como las cuatro de la madrugada en el resto del mundo, y le di todo tipo de explicaciones porque no podía tener un no por respuesta. Yo estaba desesperada. Le cité el fin de semana en el hotel. Cuando le abrí la puerta y vio a Borges se puso a llorar. ‘¿Pero por qué no me lo dijo?’, me preguntó entre sollozos. ‘He leído toda la obra de Borges en árabe’. Yo no le dije nada porque quería que fuera el destino el que decidiera, no quería decirle que las clases eran para Borges, prefería que pensara que yo era solo una señora loca. Aquel profesor le dedicó horas bellísimas en los últimos días de Borges, dibujando en su mano las preciosas letras del alfabeto árabe. Bebíamos té, hablábamos. Lo pasamos divino”.

Borges murió un 14 de junio de hace 25 años. Y ahora sabemos que entre todos los saberes que se extinguieron con él se contaba también un incipiente conocimiento de árabe.

El País, sábado 11 de junio de 2011

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GUTIÉRREZ: El yugo y las flechas

En la parte inferior del escudo están el yugo y las flechas.

Su origen se remonta a los Reyes Católicos. Fernando eligió como símbolo el yugo, cuya letra inicial, Y, es la de Ysabel. Isabel escogió las flechas, cuya letra inicial es la F de Fernando.

El yugo significa el trabajo y la unión. Las flechas, el espíritu combativo y la expansión.

La Falange adoptó como emblema el yugo y las flechas porque sus aspiraciones de trabajo, unión y combatividad eran las mismas que las de los Reyes Católicos.

Marta GUTIÉRREZ, España para tí, Doncel, Madrid, 1965.

viernes, 10 de junio de 2011

ESLAVA GALÁN: Un obispo a lomos del diablo

A Eufrasio, uno de los siete varones apostólicos que evangelizaron España, le fue asignada la diócesis de Iliturgi, junto a Mengíbar, no lejos de Jaén. Tenía este santo varón a tres diablillos prisioneros en una garrafa, y una noche, espiando lo que hablaban entre ellos, supo que Lucifer estaba a punto de hacer pecar al Papa. El astuto prelado no dudó un momento en proponer a sus prisioneros un desafío: a ver cuál de vosotros es capaz de llevarme a Roma en menos tiempo. Uno de los diablillos se ofreció a llevarlo a la Ciudad Eterna a cambio de la donación a perpetuidad de las sobras de la cena episcopal. Accedió Eufrasio y el diablillo lo transportó por los aires en un santiamén hasta la alcoba donde estaba el Papa a punto de cometer su pecado. En palabras del eximio historiador giennense Mozas Mesa:

Tales fueron los exorcismos de San Eufrasio y tantas sus bendiciones distribuidas por la habitación en la que se hallaba el Supremo Jerarca de la Iglesia, que se oyó un ruido infernal, acompañado de rechinar de dientes, aullidos espantosos y fuerte olor a azufre: había triunfado la virtud y Satán huía humillado y colérico.

Agradecido el Papa por la oportuna intervención del prelado, lo despidió regalándole las más preciada reliquia que poseía: el Santo Rostro. Ya de vuelta a su palacio andaluz, asegura la tradición que el santo obispo cumplió cada noche con la promesa hecha al diablillo de darle las sobras de la cena, sólo que desde entonces merendaba fuerte y cenaba solamente nueces. Las sobras eran las cáscaras.

Juan ESLAVA GALÁN, El fraude de la sábana santa y las reliquias de Cristo, Barcelona, Planeta, 2005.

jueves, 9 de junio de 2011

KAPUŚCIŃSKI: Un día más con vida

"La gente se despierta sin pensar que tal vez ése sea el último día de su vida. Una sensación maravillosa, pero que se ha vuelto tan ordinaria que nadie le presta atención."

"Actuaban con la mayor impunidad; en Luanda no existía poder alguno y ellos querían vengarse por todo: por la revolución de los claveles, por la pérdida de Angola, por sus carreras rotas."

"A lo mejor pertenecía a esa clase de personas -me he topado con gente así en muchas ocasiones- que sacan más satisfacción, antes que del propio acto de matar, de tener esa posibilidad; de saber que podrían matar y que, sin embargo, no lo hacen."

"Hay que guardarse muy mucho de los nganguela porque son muchos, muchísimos, y hablan una lengua que no hay manera de entender y que les sirve para ocultar sus malas intenciones."

"En aquel instante nos pareció hermosa. ¿Por qué? Porque nuestro estado de ánimo así nos lo dictaba, porque lo necesitábamos, porque así lo queríamos. Siempre creamos la belleza de las mujeres, así que en aquel momento creamos la belleza de Carlota."

"Hacía muchos años que habían perdido todas sus guerras. Desde entonces sabían que no podían ganar y que su única salvación consistía en ocultarse en la selva."

"La lengua bantú no conoce el tiempo futuro, para los bantúes no existe tal noción, no les atormenta la inseguridad de lo que pueda pasar dentro de un mes o de un año."


Ryszard KAPUŚCIŃSKI, Un día más con vida, Anagrama, Barcelona, 2003.

miércoles, 8 de junio de 2011

ESLAVA GALÁN: Condenado por abusos deshonestos y ofensas al jefe del Estado

-Léame el titular.

-Condenado por abusos deshonestos y ofensas al jefe del Estado -lee Diego.

El jefe de Negociado cierra el periódico y cruza los brazos sobre él.

-En obsequio de la brevedad, le resumiré la noticia: un mozo de la localidad extremeña de Oliva compra una moto Ossa de segunda mano e invita a la novia a dar un paseo. La prometida del interfecto, una muchacha de familia afecta al Movimiento, de derechas de toda la vida, de moralidad intechable, obtiene el pertinente permiso de la madre. Extremando la modestia, la muchacha se monta a mujeriegas en el transportín del vehículo, despliega un púdico pañuelo sobre las rodillas y avisa al novio: "Cuando quieras". Él arranca, mete gas al motor, petardea un poco por la plaza del pueblo espantando a las gallinas y, con el pretexto de que quiere ver cómo se porta la Ossa en carretera, sale del pueblo y lleva la moto hasta un lugar solitario, donde corta el gas detrás de una tapia, y le espeta a la novia: "¡Bájate, que hoy no te salva ni Franco!" Ya se puede imaginar lo que sigue. Cuando el juez lo llama a declarar, el tío alega que ella había dicho "cuando quieras" ante testigos.

Diego comprende:

-¡Claro, leyendo el texto uno capta la situación -prosigue el aspirante a censor -, pero el titular de la noticia, tal como está redactado, mueve a pensar que el que fue objeto de abusos deshonestos fue... el Caudillo.

-¡Exacto! -aprueba don Tancredo-. ¡Ha dado usted en el clavo! ¡Imagínese la enormidad: el Caudillo víctima de abusos deshonestos a manos de un gañán de la dehesa extremeña! ¡Sólo pensarlo produce alferecía!

Juan ESLAVA GALÁN, De la alpargata al Seiscientos, Planeta, Barcelona, 2010.

martes, 7 de junio de 2011

S.T.T.L. Semprún

Este hacinamiento de cuerpos en el vagón, este punzante dolor en la rodilla derecha. Días, noches. Hago un esfuerzo e intento contar los días, contar las noches. Tal vez esto me ayude a ver claro. Cuatro días, cinco noches. Pero habré contado mal, o es que hay días que se han convertido en noches. Me sobran noches; noches de saldo. Una mañana, claro está, fue una mañana cuando comenzó este viaje. Aquel día entero. Después, una noche. Levanto el dedo pulgar en la penumbra del vagón. Mi pulgar por aquella noche. Otra jornada después. Aún seguíamos en Francia y el tren apenas se movió. En ocasiones, oíamos las voces de los ferroviarios, por encima del ruido de botas de los centinelas. Olvídate de aquel día, fue una desesperación. Otra noche. Yergo en la penumbra un segundo dedo. Tercer día. Otra noche. Tres dedos de mi mano izquierda. Y el día en que estamos. Cuatro días, pues, y tres noches. Avanzamos hacia la cuarta noche, el quinto día. Hacia la quinta noche, el sexto día. Pero ¿avanzamos nosotros? Estamos inmóviles, hacinados unos encima de otros, la noche es quien avanza, la cuarta noche, hacia nuestros inmóviles cadáveres futuros.

Jorge SEMPRÚN, El largo viaje, Tusquets, Barcelona, 2004.

VALTIN: El Lucy Wörmann y su carga de lunáticos

El barco estaba lleno de polizontes. En tres botes, algunos fueron devueltos a tierra. Antes de que las rocas rojas de Heligoland fueran avistadas, se descubrieron a bordo cinco prostitutas, en los compartimientos de los contramaestres, y entre la tripulación se encontró otras tres mujeres jóvenes, que probaron ser las esposas de antiguos guardias de las despensas de a bordo. Todas ellas fueron trasladadas a barcos de pescadores que se dirigían a puerto. Pero muchas otras, encontradas posteriormente, quedaron a bordo.

Apenas se hubo dejado atrás los cabos de Cornwall, el Lucy Wörmann enfiló en el Atlántico, hacia el oeste, se establecieron a bordo, durante la noche, antros de juego y hasta un burdel, en los comedores y camarotes. Barracas de tatuaje, bandas de música, profesores de inglés y español y de jiu-jitsu surgían de pronto, tratando de hacer negocio; los espartaquistas, los anarquistas y los misioneros con teorías propias trataron de formar círculos de discusión. Grupos de los bajos fondos asaltaron y robaron a los viajeros pudientes. Un hombre viejo fue hallado con la garganta cortada. Otro hombre, de edad madura, se puso el traje de fiesta y, con una sonrisa, se arrojó al océano.

Los oficiales de a bordo, reforzados con algunos marineros leales de la escuela de preguerra, se atrincheraron en el puente y en la sala de máquinas. En cualquier rincón del barco reinaban unas pésimas condiciones. Surgió un club de piratas, que anunció su propósito de apoderarse del barco para realizar un paseo hacia los mares del Sur. Más allá de las Azores, la jefatura de todos cayó en manos de un tal Hermann Kruse.

Kruse, un antiguo miembro de la Liga Espartaquista, convocó a un mitin general a todos sus partidarios a bordo del Lucy Wörmann, haciéndose elegir cabeza de un nuevo sóviet de a bordo. Formó su cheka en el barco y, mediante un verdadero terror, sometió a todos los merodeadores independientes. Kruse, de unos veinticinco años, era rubio, de maneras torpes y temperamento tranquilo, pero tenía el don de la elocuencia. Logró establecer algún orden a bordo, en medio de tanta confusión, y entonces exigió el control sobre el vapor. El capitán armó a sus oficiales con revólveres, para la entrevista con el sóviet de Kruse. Como represalia, la fuerte pandilla de Kruse secuestró toda la provisión existente a bordo, iniciando el bloqueo de hambre contra el puente y la sala de máquinas. Durante mucho tiempo el barco marchó con baja presión y hubo momentos en que fue dejado a la buena de Dios, sin dirección alguna. Al avistarse la verde tierra de Jamaica, un petrolero, en el que supusieron que algo ocurría a bordo del Lucy Wörmann, hizo señales.

-¿Puedo ofrecerles alguna ayuda?

-Gracias, tengo una carga de lunáticos -contestó el capitán.

Jan VALTIN, La noche quedó atrás, Seix Barral, Barcelona, 2008.

lunes, 6 de junio de 2011

KAPUŚCIŃSKI: Esos islotes nos mantienen en la superficie de la existencia

La noción de totalidad existe en la teoría pero en la vida, jamás. Incluso en la muralla más compacta se abre alguna grieta (o al menos tenemos esa esperanza, cosa que ya significa mucho). Aun cuando nos da la impresión de que ya no funciona nada, algo sí lo hace y nos proporciona un mínimo de existencia. Aunque nos rodee un océano de mal, siempre emergerán de él islotes verdes y fértiles. Se ven, ahí están, en el horizonte. Incluso la peor de las situaciones, si en tal nos hallamos, se descompone en elementos simples entre los cuales habrá algunos a los que asirse, como las ramas de un arbusto que creciese en la costa, para oponer resistencia a los remolinos que nos tiran hacia el fondo. Esa grieta, ese islote y esa rama nos mantienen en la superficie de la existencia.

Ryszard KAPUŚCIŃSKI, Un día más con vida, Anagrama, Barcelona, 2003.

domingo, 5 de junio de 2011

CALVINO

El emperador Carlomagno se enamoró, siendo ya viejo, de una muchacha alemana. Los nobles de la corte estaban muy preocupados porque el soberano, poseído de ardor amoroso y olvidado de la dignidad real, descuidaba los asuntos del Imperio. Cuando la muchacha murió repentinamente, los dignatarios respiraron aliviados, pero por poco tiempo, porque el amor de Carlomagno no había muerto con ella. El emperador, que había hecho llevar a su aposento el cadáver embalsamado, no quería separarse de él. El arzobispo Turpín, asustado de esta macabra pasión, sospechó un encantamiento y quiso examinar el cadáver. Escondido debajo de la lengua muerta, encontró un anillo con una piedra preciosa. No bien el anillo estuvo en manos de Turpín, Carlomagno se apresuró a dar sepultura al cadáver y volcó su amor en la persona del arzobispo. Para escapar de la embarazosa situación, Turpín arrojó el anillo al lago de Constanza. Carlomagno se enamoró del lago de Constanza y no quiso alejarse nunca más de sus orillas.

sábado, 4 de junio de 2011

RODRÍGUEZ JIMÉNEZ: La mujer del ministro

La ruidosa moto se fue alejando, dejando un maléfico olor a gasolina quemada. Ni siquiera se había fijado en el rostro del motorista. Todavía no había abierto el sobre, pero sabía lo que contenía, pues su predecesor, cuando fue al ministerio a recoger, le había dicho que aquello sucedería, que llegaría el oscuro motorista con la carta de frío agradecimiento por los servicios prestados. Sin ninguna explicación.

Se preguntó si tendría que asistir al acto que habían programado para el mediodía. Probablemente no. Quizá su sucesor ya estuviera nombrado y camino del despacho del ministerio. Sintió, de pronto, un alivio inmenso. Siete años atrás, fue toda una sorpresa que llegara el nombramiento, e incluso hubo rumores de que se había querido nombrar a un catedrático de Granada, pero que, por alguna razón, habían confundido los nombres. No tendría que aguantar más a los secretarios, ni asistir a más inauguraciones, ni recibir a más peticionarios ni solicitantes. Quizá con un poco de suerte podría regresar a sus libros y a su cátedra. (Sabía que esto último no sería posible.)

Quedaba explicárselo a su mujer. Lo duro sería explicárselo a su mujer, que ya no sería, nunca más, la mujer del ministro.

viernes, 3 de junio de 2011

MONTERROSO: La oveja negra

En un país vivió hace muchos, muchos años una oveja negra.
Fue fusilada.
Un siglo después, el rebaño, arrepentido, le levantó una estatua que quedó muy bien en el parque.
Así, en lo sucesivo, cada vez que aparecían ovejas negras eran rápidamente pasadas por las armas para que las futuras generaciones de ovejas comunes y corrientes pudieran ejercitarse también en la escultura.

jueves, 2 de junio de 2011

ARREOLA

Para distraernos, la última vez que nos encontramos Jorge Luis Borges y yo nos pusimos a hablar de la eternidad.
Estábamos muertos.

miércoles, 1 de junio de 2011

AUB

Lo maté en sueños y luego no pude hacer nada hasta que lo despaché de verdad. Sin remedio.