Jorge Luis BORGES: "Nadie puede leer dos mil libros. Yo no habré pasado de una media docena. Además no importa leer, sino releer."

domingo, 26 de junio de 2011

CARELL: La División Azul en Krasni Bor

En el sector occidental del frente, el ataque ruso se produjo ante la 4ª División de la policía militar de las SS y la División Azul española. Las tropas soviéticas estaban formadas por siete divisiones de fusileros, cinco brigadas y tres brigadas acorazadas.

Los batallones españoles de los regimientos de granaderos nº 262, 263 y 269, al mando del general Esteban Infantes, sufrieron en Krasni Bor todo el peso del ataque ruso. En este sector, el enemigo llegó con tres divisiones de fusileros y dos brigadas acorazadas, un total de 33.000 hombres, apoyados por unos sesenta T-34, varias unidades antitanque y 187 baterías con un total de 1.000 piezas. Contra esta ingente fuerza, los españoles sólo disponían, para un frente de treinta kilómetros, de un regimiento de infantería reforzado, unos 2.500 hombres, y tres batallones con 2.000 soldados. A ello había que sumar varias unidades especiales y veinticuatro piezas de artillería; no disponían de carros blindados.

A su izquierda, un grupo de reconocimiento cubría una brecha de casi siete kilómetros. Con tan débiles fuerzas, el general Esteban Infantes no podía constituir una segunda línea de contención; con todo, disponía de dos escuadrones de motoristas, dos compañías de zapadores y dos baterías en concepto de reserva. No podía ser menos.

Tras encarnizados combates cuerpo a cuerpo, los rusos consiguieron avanzar tres kilómetros y apoderarse de Krasni Bor, pero perdieron 11.000 hombres y se quedaron detenidos ante el Ishora. Los españoles se defendieron heroicamente con machetes, palas y granadas de mano. Su valor será especialmente recordado.

Para citar sólo un ejemplo, tomaremos el del granadero Antonio Ponte, que atacó con minas y granadas de mano a los tanques rusos que lograron practicar una brecha en las posiciones defendidas por los españoles. Después de aniquilar a unos cuantos, desapareció en algún lugar del gélido pasaje junto al Neva, aplastado tal vez por un carro enemigo o destrozado por una granada. A título póstumo se le impuso la Gran Cruz Laureada de San Fernando.

Paul CARELL, Tierra calcinada, Inédita Editores, Barcelona, 2007.