Jorge Luis BORGES: "Nadie puede leer dos mil libros. Yo no habré pasado de una media docena. Además no importa leer, sino releer."

martes, 14 de junio de 2011

RODRÍGUEZ JIMÉNEZ: La alegría de la victoria

Habían conseguido una gran victoria sobre los oretanos, que les dejaran el campo de batalla. Saquearon su campamento; el botín había sido abundante. Botilkos ordenó quemar a los caídos oretanos sin ceremonias; a sus muertos les levantaron un túmulo. Y rezaron al dios, por haberles concedido una muerte tan gloriosa.

La alegría de la victoria se fue apagando cuando llegaron a la ciudad, cuando vieron a las madres en lo alto de las murallas; se asomaban para buscar al hijo que ya no volvería, al marido que había dejado la azada para ir a la guerra.

A Botilkos, el comandante, le hubiera gustado que la batalla todavía continuara, que los oretanos no hubieran huido tan cobardemente. Hubiera querido que una falcata oretana le hubiera herido mortalmente: habría alcanzado una gloria eterna. Porque las madres de los caídos le parecieron más temibles que todo el ejército oretano.

Julián RODRÍGUEZ JIMÉNEZ, Cuentos y apuntes procaces, Editoral Almotacén, Córdoba, 2011.