Un árabe, sobre su lecho de muerte llama a su hijo y le dice:
-Dime hijo mío, cuántos amigos te has hecho en esta vida?
El hijo le respondió diciendo:
-Creo que he hecho unos cien.
Su padre le dijo:
-El Filósofo dice: ¡No alabes a un amigo antes de haberlo puesto a prueba! Mira, yo he nacido antes que ti y me he hecho apenas la mitad de un amigo. ¿Cómo es que tú te has hecho ya cien? Ve y ponlos a prueba a fin de saber si entre todos ellos habrá uno que sea realmente un amigo perfecto.
Y el hijo le dijo:
-¿Cómo deberé ponerlos a prueba?
El padre le dijo:
-Pon en una bolsa un ternero cortado en trozos, de manera que la bolsa se vea bañada en sangre. Cuando llegues a la casa de un amigo dile: amigo mío por accidente he matado a un hombre, te ruego entiérralo en algún lugar escondido; nadie sospechará de ti y así me podrás salvar.
El hijo hizo como el padre le había ordenado. El primer amigo que encontró le dijo:
-Llévate contigo ese muerto sobre tu espalda! Ya que has hecho mal, sufre las consecuencias! No entrarás en mi casa!
Hizo lo mismo con varios amigos y todos le respondieron de la misma manera. Llegando de nuevo a su padre le contó lo que había hecho y lo que le había pasado. El padre le dijo:
-Te cabe lo que dijo el filósofo: Los amigos son muchos cuando uno los cuenta, son raros cuando uno está necesitado. Ve a encontrar el medio amigo que yo tengo y fíjate lo que te dice.
Fue y mostrándole la bolsa le dijo lo mismo que le había dicho a los demás. El medio amigo le dijo:
-Entra en la casa, no es este un secreto que los vecinos deben propagar.
Entonces hizo salir a su mujer con toda su familia y cavó una tumba. Cuando vio el hijo que todo estaba terminado, le contó toda la historia y le agradeció. Luego volvió a su padre y le contó lo que había pasado.
PEDRO ALFONSO, Disciplina clericalis.