Hubo una época en que me gustaba emborronar telas con pinturas al óleo. Tampoco era un inepto total, pero un día... No lo abandoné gradualmente, sino que lo dejé de golpe. No sentí interés por continuar un solo minuto más. Me acosté una noche loco por pintar y, al despertar por la mañana, se me había pasado por completo la afición.
Stephen KING, La larga marcha, Plaza y Janés, Barcelona, 1998.
Stephen KING, La larga marcha, Plaza y Janés, Barcelona, 1998.