Tiene mucha fama su relato Bartleby el escribiente, pero hay otro que nada tiene que envidiarle: Yo y mi chimenea (Barataria), buena traducción de Adrià Edo. En ese cuento tenemos a un viejo granjero, aficionado a fumar en pipa ante la descomunal y desproporcionada chimenea de su casa, y poco amigo de los cambios y de las modernidades. Su mujer, hijos y vecindario le acosan para que derribe la inmensa chimenea y remodele la casa con un sentido práctico y económico. Pero él no está por la labor: “A partir de esta habitual primacía de mi chimenea sobre mí, algunos incluso piensan que he entrado en un triste camino de retroceso; en resumen, que de tanto permanecer detrás de mí antigua chimenea, me he acostumbrado a situarme también por detrás de la actualidad, y que debo de andar atrasado en todo lo demás”.
Supuestamente anticuado, se opone a la destrucción de lo más esencial de su finca, porque para él sin ese gran fuego la casa perdería su espíritu. Al final del relato, le veremos montando guardia ante su vieja chimenea cubierta de musgo: “Porque eso es algo decidido entre yo y mi chimenea: que yo y ella nunca nos rendiremos”.
Enrique VILA-MATAS, Melville y su chimenea.
El País, lunes 16 de abril de 2012.
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Supuestamente anticuado, se opone a la destrucción de lo más esencial de su finca, porque para él sin ese gran fuego la casa perdería su espíritu. Al final del relato, le veremos montando guardia ante su vieja chimenea cubierta de musgo: “Porque eso es algo decidido entre yo y mi chimenea: que yo y ella nunca nos rendiremos”.
Enrique VILA-MATAS, Melville y su chimenea.
El País, lunes 16 de abril de 2012.
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