Cuando me siento a escribir cualquier obra de ficción, nunca tengo una idea preconcebida, estoy muy lejos de cualquier idea plenamente desarrollada de cómo se debe escribir. No sé lo que pasa con otros escritores, pero en mi caso al principio tengo una imagen estática de la escena inicial, tal vez sólo la primera frase. En el nivel consciente. Pero en algún lugar debajo de ella, en la agitación constante de mi mente subconsciente, la historia que voy a escribir ya existe en su forma final. Sólo espera el momento adecuado para salir. Eso pasa siempre por la mañana, en la frescura, tras una noche de sueño reparador. De repente me despierta un cuadro muy vívido en el que está contenida toda la historia futura, aunque al principio no sé mucho al respecto. Me apresuro entonces a mi ordenador y empiezo a escribir antes de que la imagen se disuelve por diversas distracciones mundanas.
Escribo casi exclusivamente por la mañana. A veces, no muy a menudo, siento la necesidad de escribir en otros momentos del día, pero nunca por la noche, porque mi subconsciente, la fuente misma de mi ficción, es más activo durante el sueño. Resisto a la tentación de escribir por la tarde o por la noche, porque por experiencia sé que no soy capaz de hacer ningún trabajo de calidad. Soy en verdad un escritor de la mañana.
Mientras escribo, estoy en una posición extraña, casi esquizofrénica. Soy al mismo tiempo un escritor y un lector. El lector está deseoso de pasar las páginas, insatisfecho por lo general por la lentitud del escritor. Pero, ya que sólo escribo con el dedo índice de la mano derecha, es poco lo que el escritor pueda hacer para realizar su trabajo más rápido, por lo que el lector no tiene más remedio que ser paciente.
Jason Erik LUNDBERG, Interview: Zoran Zivkovic.
Strange Horizons, jueves 9 de septiembre de 2004.
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