Jorge Luis BORGES: "Nadie puede leer dos mil libros. Yo no habré pasado de una media docena. Además no importa leer, sino releer."

domingo, 9 de enero de 2011

RUSSELL

"Pasé la noche del 4 de agosto andando por las calles, principalmente por los alrededores de Trafalgar Square, percibiendo la excitación de la multitud y dándome cuenta de las emociones de los transeúntes. Durante ese día y los siguientes, descubrí con asombro que la mujer y el hombre medio estaban contentos ante la perspectiva de la guerra. Había acariciado tiernamente la idea de que gobiernos despóticos y maquiavélicos imponían la guerra a pueblos que no la querían, como se imaginaron la mayoría de los pacifistas.El patriotismo me torturó. Los éxitos de los alemanes antes de la batalla del Marne fueron horribles para mí. Deseé la derrota de Alemania tan ardientemente como un coronel retirado. Mi sentimiento más intenso es probablemente el amor a Inglaterra y, en aquellos momentos, significaba una renuncia muy difícil mi aparente despego hacia ella. A pesar de todo, no dudé ni un sólo momento lo que debía hacer. A veces, el escepticismo me ha paralizado; he sido cínico en ocasiones; otras veces, indiferente; pero, cuando llegó la guerra, actué como si oyese la voz de Dios. Sabía que mi cometido era protestar, por inútil que la protesta pudiese ser. Todo mi ser estaba comprometido en la empresa. Como amante de la verdad, la propaganda nacional de todas las naciones beligerantes me enfermaba. Como amante de la civilización, la regresión a la barbarie me aterraba. Como hombre de sentimientos paternales frustrados, la matanza de la juventud atormentaba mi corazón. Apenas podía suponer lo que ganaría oponiéndome a la guerra, pero tenía la impresión de que, por el honor de la naturaleza humana, los que no se habían derrumbado debían demostrar que se mantenían de pie. Después de ver los trenes de tropas salir de Waterloo, solían asaltarme extrañas visiones de Londres, en las que éste aparecía como un lugar irreal. Solía ver, con la imaginación, los puentes desplomándose y hundiéndose, y toda la gran ciudad desvaneciéndose como la niebla de la mañana."

Bertrand RUSSELL, Retratos de memoria y otros ensayos, Alianza, Madrid, 1982.