Jorge Luis BORGES: "Nadie puede leer dos mil libros. Yo no habré pasado de una media docena. Además no importa leer, sino releer."

viernes, 9 de diciembre de 2011

ZWEIG: Fouché

"Y ni Lamartime, ni Michelet, ni Luis Blanc intentan seriamente estudiar su carácter, o, por mejor decir, su admirable y persistente falta de carácter."
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"Cuesta trabajo imaginarse que el mismo hombre que fue sacerdote y profesor en 1790, saquease iglesias en 1792, fuese comunista en 1793, multimillonario cinco años después y Duque de Otranto algo más tarde."
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"Ya en el escalón inicial, en el primero y más bajo de su carrera, resalta un rasgo característico de su personalidad: la antipatía a ligarse completamente, de manera irrevocable, a alguien o a algo."
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"Lectura solitaria en libros científicos, comidas pobres y sueldos mezquinos."
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"No conoce pasiones recias, avasalladoras; no es arrastrado hacia las mujeres ni hacia el juego; no bebe vino, no le tienta el despilfarro, no mueve sus músculos, no vive más que en su estudio, entre documentos y papeles."
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"El marais, a los que en todas las decisiones carecen de pasión."
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"No conoce más que un partido, al que es leal y al que permanecerá fiel hasta el fin: al más fuerte, al de la mayoría."
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"Tiene plena concienca de su rostro feo y repulsivo."
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"Le importa una sola cosa: estar siempre con el vencedor, nunca con el vencido."
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"El tempo revolucionario de la capital y el del país no coinciden."
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"El hecho de negar desesperadamente más tarde el duque de Otranto las palabras escritas como simple ciudadano José Fouché."
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"Del que circula la leyenda de que, por haber recibido una rechifla como actor en Lyon, es el verdadero hombre para castigar a sus habitantes."
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"Sabe que un gesto de feroz y un ademán de terror ahorran casi siempre el terror mismo."
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"No pecó por embriaguez de sangre la Revolución francesa, sino por haberse embriagado con palabras sangrientes."
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"Por desgracia, no es siempre la Historia, como nos la cuentan, historia del valor humano; es también historia de la cobardía humana."
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"Los dos rezagados de la gran matanza son el verdugo de Lyon y su ayudante."
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"Collot es mandado a la guillotina seca, es decir, a las islas, contaminadas por la fiebre, de la India occidental, donde sucumbe a los pocos meses."
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"Otra vez se ha probado por la experiencia la sabia máxima de Mirabeau (hoy aún valedera para los socialistas) que los jacobinos, como ministros, dejan de ser jacobinos."
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"Fouché calculó bien: contra los hombres hay que luchar; a los charlatanes se los derriba con un gesto."
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"Bromea como el juez de Raskolnikow, de manera ingeniosa y verdaderamente diabólica, precisamente cuando al culpable le corre por la espalda el escalofrío."
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"No le despide, ni le reprocha, ni le castiga. Pero desde ese momento pierde la confianza en él."
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"Es inmortal la historia de Plutarco del soldado que salvo la vida amenazada del rey en la batalla, y en vez de huir enseguida, como le aconsejo un sabio, contó con la gratitud del rey y perdió así la cabeza: los reyes no quieren bien a las personas que los vieron en un momento de debilidad."
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"Para este hecho tuvo Fouché la frase ya célebre: Fue peor que un crimen: fue una equivocación."
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"Talleyrand, que tiene piel de elefante para semejantes agresiones y de quien se cuenta que se durmió una vez leyendo un libelo contra él."
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"Sin duda ha cometido el señor Fouché una falta, pero si yo tuviera que darle un sucesor, y se lo daría, no sería otro que el mismo señor Fouché."
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"Diez años de enemistad enconada unen a veces a los hombres con mayor intensidad que una amistad mediocre."
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"No he sido yo quien ha traicionado a Napoleón, ha sido Waterloo."
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"Deliberadamente ha mandado retardar la marcha del coche para llegar secretamente, cubierto por la oscuridad."
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"Los reyezuelos familiares por la gracia de Napoleón vagan sin reino, con los bolsillos vacíos, escondiéndose."
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"Simula apoyar ante el Parlamento al hijo de Napoleón; ante Carnot, defender la República; ante los aliados, al Duque de Orleáns, pero en realidad ofrece secretamente el timón al antiguo rey Luis XVIII."
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"Viendo lo triste y solo que estaba allí, advirtiendo como se alegraba si cualquier empleado iniciaba una conversación con él o le proponía una partida de ajedrez, tenía que pensar, instintivamente, en la veleidad de todo Poder y de toda grandeza terrenales."
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"De vez en cuando se quita el sombrero ante él, achacoso y doblegado, algún comerciante. Por lo demás, ya no le conoce nadie en el mundo y nadie piensa en él."


Stefan ZWEIG, Fouché. El genio tenebroso, Editorial Juventud, Barcelona, 2004.