Si yo les era tan perjudicial, ¿por qué no se deshacían de mí? Unas cuantas balas en el corazón o la cabeza hubieran bastado; por lo menos, este crimen hubiera probado alguna energía. ¿Cómo esos soberanos de Europa pueden dejar profanar en mí el carácter sagrado de la soberanía? Yo he entrado vencedor en sus capitales; si hubiese tenido sentimientos como los suyos, ¿qué hubiera sido de ellos? Todos me han llamado hermano; y llegué a serlo por la elección de los pueblos, la sanción de la victoria, el carácter de lo religioso y las alianzas de su política y de su sangre.
Emmanuel DE LAS CASES, Memorial de Santa Helena, Esplandián Editores, Madrid, 1998.