Un navío de guerra europeo, para demostrar la soberanía o para entrenamiento de sus oficiales, bombardea el bosque tropical sin aminorar la marcha, ni comprobar si alcanzaron los obuses algún objetivo. Los proyectiles caen y son absorbidos entre los helechos gigantes. Quede su metal herrumbroso entre la arcilla como bandera de la inutilidad de los ejercicios de poder.
Fernando MORÁN, Palimpsesto. A modo de memorias, Espasa, Madrid, 2002.