Yo le hubiera llevado a Waterloo. Tal vez nos hubiera dado la victoria. ¿Qué nos faltó en ciertos momentos de aquel memorable día? Romper tres o cuatro cuadros ingleses. Y Murat era admirable para semejante empresa; precisamente, era a propósito para el caso. Al frente de un cuerpo de caballería, nunca se ha visto un hombre más determinado, más valiente y más feliz.
Emmanuel DE LAS CASES, Memorial de Santa Helena, Esplandián Editores, Madrid, 1998.
Jorge Luis BORGES: "Nadie puede leer dos mil libros. Yo no habré pasado de una media docena. Además no importa leer, sino releer."
lunes, 31 de octubre de 2011
LAS CASES: Murat en Waterloo
YOURCENAR: La muerte se acerca
He ido esta mañana a ver a mi médico Hermógenes, que acaba de regresar de un largo viaje por Asia. El examen debía hacerse en ayunas; habíamos convenido encontrarnos en las primeras horas del día. Me tendí sobre un lecho luego de despojarme del manto y la túnica. Te evito detalles que te resultarían tan desagradables como a mí mismo, y la descripción del cuerpo de un hombre que envejece y se prepara a morir de una hidropesía del corazón. Digamos solamente que tosí, respiré y contuve el aliento conforme a las indicaciones de Hermógenes, alarmado a pesar suyo por el rápido progreso de la enfermedad, y pronto a descargar el peso de la culpa en el joven Yolas, que me atendió durante su ausencia. Es difícil seguir siendo emperador ante un médico, y también es difícil guardar la calidad de hombre. El ojo de Hermógenes sólo veía en mí un saco de humores, una triste amalgama de linfa y de sangre. Esta mañana pensé por primera vez que mi cuerpo, ese compañero fiel, ese amigo más seguro y mejor conocido que mi alma, no es más que un monstruo solapado que acabará por devorar a su amo.
Marguerite YOURCENAR, Memorias de Adriano
Marguerite YOURCENAR, Memorias de Adriano
domingo, 30 de octubre de 2011
CARIDE SIMÓN: No soy insensible al dolor y al sufrimiento
Considero que quienes hemos tomado parte en este conflicto tenemos el deber moral y político de implicarnos en la resolución final del mismo. Reconozco el daño y sufrimiento que causaron en personas como usted las acciones llevadas a cabo durante nuestra militancia en ETA. No soy insensible al dolor y sufrimiento que las mismas generaron; de ahí mi compromiso sincero en tratar de ayudar a cerrar esas heridas.
El Mundo, domingo 30 de octubre de 2011.
El Mundo, domingo 30 de octubre de 2011.
CASTILLA DEL PINO: La función de la mujer
La mujer es reprimida, y asimila más o menos perfectamente su aprendizaje en la represión, para que, desde su función «excelsa» de madre (todo lo más, adornada con alguno de los atributos de «la mujer ideal», con que se nos obsequia anualmente), se torne ella en el ejecutor primario de la represión del establishment.
Carlos CASTILLA DEL PINO, Cuatro ensayos sobre la mujer, Alianza, Madrid, 1989.
Carlos CASTILLA DEL PINO, Cuatro ensayos sobre la mujer, Alianza, Madrid, 1989.
SALUSTIO: Jamás fue su fortuna superior a su merecimiento
Fue de gente patricia, de una familia casi del todo oscurecida por la flojedad de sus mayores. Sabía igualmente las lenguas latina y griega en el más alto grado; era de grande espíritu, amigo de placeres, pero más de gloria; vivía en tiempo de ocio delicadamente, pero jamás descuidó por eso de lo que estaba a su cargo, bien que en cuanto a su mujer pudiera haberse portado con más decoro. Era afluente, astuto, accesible aquellos que querían su amistad, de una increíble profundidad de ingenio para disimular; daba francamente cuanto tenía, y especialmente el dinero, y con haber sido el hombre más feliz de cuantos se conocieron, jamás fue su fortuna superior a su merecimiento; de suerte que dudaban muchos si era más esforzado o venturoso. Hablo de él antes de la guerra civil, porque lo que después hizo, no sé si causa más vergüenza o fastidio referirlo.
SALUSTIO, La guerra de Yugurta, Esplandián Editores, Madrid, 1993.
SALUSTIO, La guerra de Yugurta, Esplandián Editores, Madrid, 1993.
sábado, 29 de octubre de 2011
Esta poca de dulzor que ha en este mundo
Et busqué ejemplo e comparación para ello, et vi que semejan en esto a un home que con cuita e miedo llegó a un pozo e colgóse dél, e trabóse a dos ramas que nacieran a la orilla del pozo e puso sus pies en dos cosas a que se afirmó e eran cuatro culebras que sacaban sus cabeza de sus cuevas; et en catando al fondón del pozo vio una serpienta la boca abierta para le tragar cuando cayese, et alzó los ojos contra las dos ramas, e vio estar en las raízes dellas dos mures, el uno blanco e el otro negro, royendo siempre que non quedaban; et él pensando en su facienda e buscando arte por do escapase, miró a suso sobre sí, e vio una colmena llena de abejas en que había una poca de miel et comenzó a comer della, e comiendo olvidósele el pensar en el peligro en que estaba, et olvidó de como tenía los pies sobre las culebras e que non sabía cuándo se le ensañarían, nin se le membró de los dos mures que pesaban de tajar las ramas, et cuando las hobiesen tajadas que caería en la garganta de la serpienta. Et seyendo así descuidado e negligente acabaron los mures de tajar las ramas, et cayó en la garganta del dragón et pereció. Et yo fice semejanza del pozo a este mundo que es lleno de ocasiones e de miedos; e de las cuatro culebras a los cuatro humores que son sostenimiento del home; et cuando se le mueve alguna dellas es le atal como el venino de las víboras o el tósigo mortal. Et fice semejanza de los dos ramos a la vida flaca deste mundo, et de los mures negro y blanco a la noche e al día, que nunca cesan de gastar la vida del home; e fice semejanza de la serpienta a la muerte, que ninguno non puede escusar; e fice semejanza de la miel a esta poca de dulzor que home ha en este mundo, que es ver, e oír, e sentir, e gostar, e oler, e esto le face descuidar de sí e de su facienda, e fácele olvidar aquello en que está et fácele dejar la carrera por que se ha de salvar.
Calila y Dimna, Esplandián Editores, Madrid, 2003.
Calila y Dimna, Esplandián Editores, Madrid, 2003.
LAS CASES: Napoleón tuvo que aprender inglés
El 17 el Emperador tomó su primera lección de inglés. Y como mi principal objeto se dirigía a ponerle en estado de leer los papeles públicos, principié por hacerle conocer una gaceta inglesa, estudiando el sistema que se sigue constantemente en su composición, separando los anuncios y noticias sueltas de la parte política, y en esta última, aprendiendo a discernir lo que es auténtico de las noticias vagas.
Teniendo el Emperador la constancia de sufrir diariamente fastidio de semejantes lecciones, me obligué a que al cabo de un mes pudiese leer las gacetas por sí solo y sin el auxilio ajeno. Luego el Emperador quiso hacer algunos temas; escribía frases dictadas, y las traducía en inglés con el auxilio de un estadito, que le había hecho para el conocimiento de los verbos auxiliares y los artículos, y el diccionario para otras palabras que él mismo buscaba. Le explicaba las reglas de la sintaxis y de la gramática a medida que se iban presentando y, siguiendo este sistema, hizo algunas frases, que le divirtieron más que las traducciones que quisimos también ensayar. Acabada la lección, fuimos a pasear al jardín.
Emmanuel DE LAS CASES, Memorial de Santa Helena, Esplandián Editores, Madrid, 1998.
Teniendo el Emperador la constancia de sufrir diariamente fastidio de semejantes lecciones, me obligué a que al cabo de un mes pudiese leer las gacetas por sí solo y sin el auxilio ajeno. Luego el Emperador quiso hacer algunos temas; escribía frases dictadas, y las traducía en inglés con el auxilio de un estadito, que le había hecho para el conocimiento de los verbos auxiliares y los artículos, y el diccionario para otras palabras que él mismo buscaba. Le explicaba las reglas de la sintaxis y de la gramática a medida que se iban presentando y, siguiendo este sistema, hizo algunas frases, que le divirtieron más que las traducciones que quisimos también ensayar. Acabada la lección, fuimos a pasear al jardín.
Emmanuel DE LAS CASES, Memorial de Santa Helena, Esplandián Editores, Madrid, 1998.
viernes, 28 de octubre de 2011
DOSTOIEVSKI: Funcionario odioso
Hace ya mucho tiempo que vivo así; veinte años poco más o menos. Ahora tengo cuarenta. He sido funcionario, pero dimití. Fui funcionario odioso. Era grosero y me complacía serlo. Ésta era mi compensación. Sí, tengo cuarenta años... Cuarenta años son toda una vida; son... una verdadera vejez. Vivir más de cuarenta años es una inconveniencia, algo inmoral y vil. ¿Quién vive después de cumplir cuarenta años? ¡Respondan sinceramente, honradamente! Voy a decírselo a ustedes: los imbéciles y los bribones. Sí, ésos son los que viven más de cuarenta años. ¡Se lo diré en la cara a todos los viejos! Lo proclamaré ante el universo entero. Tengo derecho a hablar. Ustedes se imaginan seguramente que mi propósito es hacerles reír. Pues no; se equivocan en esto, como en todo lo demás. Lo declaro ante ustedes solemnemente: muchas veces he intentado convertirme en un insecto, pero no se me ha juzgado digno de ello.
Fiodor DOSTOIEVSKI, Memorias del subsuelo, Esplandián Editores, Madrid, 1991.
Fiodor DOSTOIEVSKI, Memorias del subsuelo, Esplandián Editores, Madrid, 1991.
NERUDA: ¡Largo de aquí, Federico!
Federico y yo nos sentamos a la mesa cerca del dueño de casa y frente a una poetisa alta, rubia y vaporosa, que dirigió sus ojos verdes más a mí que a Federico durante la comida.
Nos levantamos después de comer, junto con la poetisa y con Federico que todo lo celebraba y todo lo reía. Nos alejamos hacia la piscina iluminada. García Lorca iba delante y no dejaba de reír y de hablar. Estaba feliz. Esa era su costumbre. La felicidad era su piel.
Dominando la piscina luminosa se levantaba una alta torre. Su blancura de cal fosforecía bajo las luces nocturnas.
Subimos lentamente hasta el mirador más alto de la torre. Arriba los tres, poetas de diferentes estilos, nos quedamos separados del mundo. El ojo azul de la piscina brillaba desde abajo. Más lejos se oían las guitarras y las canciones de la fiesta. La noche, encima de nosotros, estaba tan cercana y estrellada que parecía atrapar nuestras cabezas, sumergirlas en su profundidad.
Tomé en mis brazos a la muchacha alta y dorada y, al besarla, me di cuenta de que era una mujer carnal y compacta, hecha y derecha. Ante la sorpresa de Federico nos tendimos en el suelo del mirador, y ya comenzaba yo a desvestirla, cuando advertí sobre y cerca de nosotros los ojos desmesurados de Federico, que nos miraba sin atreverse a creer lo que estaba pasando.
—¡Largo de aquí! ¡Ándate y cuida de que no suba nadie por la escalera! —le grité.
Mientras el sacrificio al cielo estrellado y a Afrodita nocturna se consumaba en lo alto de la torre, Federico corrió alegremente a cumplir su misión de Celestino y centinela, pero con tal apresuramiento y tan mala fortuna que rodó por los escalones oscuros de la torre. Tuvimos que auxiliarlo mi amiga y yo, con muchas dificultades. La cojera le duró quince días.
Pablo NERUDA, Confieso que he vivido, Plaza y Janés, Barcelona, 1997.
Nos levantamos después de comer, junto con la poetisa y con Federico que todo lo celebraba y todo lo reía. Nos alejamos hacia la piscina iluminada. García Lorca iba delante y no dejaba de reír y de hablar. Estaba feliz. Esa era su costumbre. La felicidad era su piel.
Dominando la piscina luminosa se levantaba una alta torre. Su blancura de cal fosforecía bajo las luces nocturnas.
Subimos lentamente hasta el mirador más alto de la torre. Arriba los tres, poetas de diferentes estilos, nos quedamos separados del mundo. El ojo azul de la piscina brillaba desde abajo. Más lejos se oían las guitarras y las canciones de la fiesta. La noche, encima de nosotros, estaba tan cercana y estrellada que parecía atrapar nuestras cabezas, sumergirlas en su profundidad.
Tomé en mis brazos a la muchacha alta y dorada y, al besarla, me di cuenta de que era una mujer carnal y compacta, hecha y derecha. Ante la sorpresa de Federico nos tendimos en el suelo del mirador, y ya comenzaba yo a desvestirla, cuando advertí sobre y cerca de nosotros los ojos desmesurados de Federico, que nos miraba sin atreverse a creer lo que estaba pasando.
—¡Largo de aquí! ¡Ándate y cuida de que no suba nadie por la escalera! —le grité.
Mientras el sacrificio al cielo estrellado y a Afrodita nocturna se consumaba en lo alto de la torre, Federico corrió alegremente a cumplir su misión de Celestino y centinela, pero con tal apresuramiento y tan mala fortuna que rodó por los escalones oscuros de la torre. Tuvimos que auxiliarlo mi amiga y yo, con muchas dificultades. La cojera le duró quince días.
Pablo NERUDA, Confieso que he vivido, Plaza y Janés, Barcelona, 1997.
jueves, 27 de octubre de 2011
ISAACSON: Magical thinking
I think that he kind of felt that if you ignore something, if you don't want something to exist, you can have magical thinking.
PEDRO ALFONSO: El medio amigo
Un árabe, sobre su lecho de muerte llama a su hijo y le dice:
-Dime hijo mío, cuántos amigos te has hecho en esta vida?
El hijo le respondió diciendo:
-Creo que he hecho unos cien.
Su padre le dijo:
-El Filósofo dice: ¡No alabes a un amigo antes de haberlo puesto a prueba! Mira, yo he nacido antes que ti y me he hecho apenas la mitad de un amigo. ¿Cómo es que tú te has hecho ya cien? Ve y ponlos a prueba a fin de saber si entre todos ellos habrá uno que sea realmente un amigo perfecto.
Y el hijo le dijo:
-¿Cómo deberé ponerlos a prueba?
El padre le dijo:
-Pon en una bolsa un ternero cortado en trozos, de manera que la bolsa se vea bañada en sangre. Cuando llegues a la casa de un amigo dile: amigo mío por accidente he matado a un hombre, te ruego entiérralo en algún lugar escondido; nadie sospechará de ti y así me podrás salvar.
El hijo hizo como el padre le había ordenado. El primer amigo que encontró le dijo:
-Llévate contigo ese muerto sobre tu espalda! Ya que has hecho mal, sufre las consecuencias! No entrarás en mi casa!
Hizo lo mismo con varios amigos y todos le respondieron de la misma manera. Llegando de nuevo a su padre le contó lo que había hecho y lo que le había pasado. El padre le dijo:
-Te cabe lo que dijo el filósofo: Los amigos son muchos cuando uno los cuenta, son raros cuando uno está necesitado. Ve a encontrar el medio amigo que yo tengo y fíjate lo que te dice.
Fue y mostrándole la bolsa le dijo lo mismo que le había dicho a los demás. El medio amigo le dijo:
-Entra en la casa, no es este un secreto que los vecinos deben propagar.
Entonces hizo salir a su mujer con toda su familia y cavó una tumba. Cuando vio el hijo que todo estaba terminado, le contó toda la historia y le agradeció. Luego volvió a su padre y le contó lo que había pasado.
PEDRO ALFONSO, Disciplina clericalis.
-Dime hijo mío, cuántos amigos te has hecho en esta vida?
El hijo le respondió diciendo:
-Creo que he hecho unos cien.
Su padre le dijo:
-El Filósofo dice: ¡No alabes a un amigo antes de haberlo puesto a prueba! Mira, yo he nacido antes que ti y me he hecho apenas la mitad de un amigo. ¿Cómo es que tú te has hecho ya cien? Ve y ponlos a prueba a fin de saber si entre todos ellos habrá uno que sea realmente un amigo perfecto.
Y el hijo le dijo:
-¿Cómo deberé ponerlos a prueba?
El padre le dijo:
-Pon en una bolsa un ternero cortado en trozos, de manera que la bolsa se vea bañada en sangre. Cuando llegues a la casa de un amigo dile: amigo mío por accidente he matado a un hombre, te ruego entiérralo en algún lugar escondido; nadie sospechará de ti y así me podrás salvar.
El hijo hizo como el padre le había ordenado. El primer amigo que encontró le dijo:
-Llévate contigo ese muerto sobre tu espalda! Ya que has hecho mal, sufre las consecuencias! No entrarás en mi casa!
Hizo lo mismo con varios amigos y todos le respondieron de la misma manera. Llegando de nuevo a su padre le contó lo que había hecho y lo que le había pasado. El padre le dijo:
-Te cabe lo que dijo el filósofo: Los amigos son muchos cuando uno los cuenta, son raros cuando uno está necesitado. Ve a encontrar el medio amigo que yo tengo y fíjate lo que te dice.
Fue y mostrándole la bolsa le dijo lo mismo que le había dicho a los demás. El medio amigo le dijo:
-Entra en la casa, no es este un secreto que los vecinos deben propagar.
Entonces hizo salir a su mujer con toda su familia y cavó una tumba. Cuando vio el hijo que todo estaba terminado, le contó toda la historia y le agradeció. Luego volvió a su padre y le contó lo que había pasado.
PEDRO ALFONSO, Disciplina clericalis.
miércoles, 26 de octubre de 2011
GALKIN: Liberación
A pesar de que no ignoraban el peligro al que se enfrentaban, soltaron las cuerdas que los sujetaban y comenzaron a caer, a caer cada vez más vertiginosamente.
En seguida se dieron cuenta de su error; el peligro de estrellarse era inminente. En el último momento, el cabecilla dio la orden de extender los brazos y agitarlos enérgicamente, como hacen los pájaros.
Así aterrizaron en el prado del valle, al pie de aquel acantilado, sólo con leves magulladuras.
Ya tranquilizados, prosiguieron el plan de fuga. Tomaron el camino hacia el pantano que se hallaba a unos dos leguas de allí, donde los esperaban los compañeros de rescate.
En seguida se dieron cuenta de su error; el peligro de estrellarse era inminente. En el último momento, el cabecilla dio la orden de extender los brazos y agitarlos enérgicamente, como hacen los pájaros.
Así aterrizaron en el prado del valle, al pie de aquel acantilado, sólo con leves magulladuras.
Ya tranquilizados, prosiguieron el plan de fuga. Tomaron el camino hacia el pantano que se hallaba a unos dos leguas de allí, donde los esperaban los compañeros de rescate.
HERODOTO: Los nasamones
Los nasamones, nación muy numerosa, son los comarcanos de los ausquisas, tirando hacia Poniente. Dejando en verano sus ganados a las costas del mar, suben a un territorio que llaman Augila para recoger la cosecha de los dátiles, pues allí hay muchas, muy grandes palmas y todas fructíferas. Van a caza de langostas, las que muelen después de secas al sol, y mezclando aquella harina con leche se la beben. Es allí costumbre tener cada uno muchas mujeres, haciendo que el uso de ellas sea común a todos, pues del mismo modo que los masagetas, plantando delante de la casa su bastón, están con la que quieren. Acostumbran asimismo que cuando un nasamón se casa la primera vez, todos los convidados a la boda conozcan aquella primera noche a la novia, y que cada uno de los que la conocieren la regale con alguna presea traída de su casa. En su modo de jurar y adivinar, juran por aquellos hombres que pasan entre ellos por los más justos y mejores de todos, y en el acto mismo de jurar tocan sus sepulcros; adivinan yendo a las sepulturas de sus antepasados, donde después de hechas sus deprecaciones se ponen a dormir, y se gobiernan por lo que allí ven entre sueños. En sus contratos y promesas usan de la ceremonia de dar el uno de beber al otro con su mano, y tomando mutuamente de él, y si no tienen a punto cosa que beber, tomando del suelo un poco de polvo lo lamen.
HERODOTO, Los nueve libros de la Historia, Edaf, Madrid, 1989.
HERODOTO, Los nueve libros de la Historia, Edaf, Madrid, 1989.
martes, 25 de octubre de 2011
LAS CASES: Este crimen hubiera probado alguna energía
Si yo les era tan perjudicial, ¿por qué no se deshacían de mí? Unas cuantas balas en el corazón o la cabeza hubieran bastado; por lo menos, este crimen hubiera probado alguna energía. ¿Cómo esos soberanos de Europa pueden dejar profanar en mí el carácter sagrado de la soberanía? Yo he entrado vencedor en sus capitales; si hubiese tenido sentimientos como los suyos, ¿qué hubiera sido de ellos? Todos me han llamado hermano; y llegué a serlo por la elección de los pueblos, la sanción de la victoria, el carácter de lo religioso y las alianzas de su política y de su sangre.
Emmanuel DE LAS CASES, Memorial de Santa Helena, Esplandián Editores, Madrid, 1998.
Emmanuel DE LAS CASES, Memorial de Santa Helena, Esplandián Editores, Madrid, 1998.
YAMAMOTO: El bushido es morir
"El bushido es morir."
-
"Corregir los defectos es algo extremadamente difícil. Los malos hábitos instalados durante años no pueden corregirse con métodos ordinarios."
-
"No conozco el camino para vencer a los demás, pero conozco el camino para vencerme a mí mismo."
-
"Las personas que todavía no han cometido ningún error son más peligrosas justamente por eso."
-
"No aceptar que el mundo es defectuoso también es un defecto."
-
"Es realmente difícil no cometer errores."
-
"De las cosas que no entendemos, algunas pueden hacerse comprender, otras se consiguen comprender tras asimilarlas uno mismo y existen otras que jamás se llegarán a comprender."
-
"Es mucho mejor tener bastantes infortunios y desgracias durante la juventud. Aunque, por supuesto, las personas que se desalientan con las desgracias no sirven tampoco."
-
"Las cosas se tornan simples cuando uno comprende que absolutamente todo se encuentra en el espíritu de este mismo instante."
-
"Cuando uno se arrepiente y rectifica enseguida, el rastro de lo cometido se va volviendo límpido."
-
"Si uno gana de una forma sucia por haber querido ganar a toda costa, es peor que perder."
-
"Son pocos los que cometen errores con el fuego porque todo el mundo sabe que el fuego quema la piel. Sin embargo, son muchos los que se ahogan porque creen que el agua es algo seguro."
-
"Vivir conforme al camino de la verdad es, pues, vivir con la determinación de morir."
El código del samurái, La Esfera de los Libros, Madrid, 2011.
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"Corregir los defectos es algo extremadamente difícil. Los malos hábitos instalados durante años no pueden corregirse con métodos ordinarios."
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"No conozco el camino para vencer a los demás, pero conozco el camino para vencerme a mí mismo."
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"Las personas que todavía no han cometido ningún error son más peligrosas justamente por eso."
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"No aceptar que el mundo es defectuoso también es un defecto."
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"Es realmente difícil no cometer errores."
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"De las cosas que no entendemos, algunas pueden hacerse comprender, otras se consiguen comprender tras asimilarlas uno mismo y existen otras que jamás se llegarán a comprender."
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"Es mucho mejor tener bastantes infortunios y desgracias durante la juventud. Aunque, por supuesto, las personas que se desalientan con las desgracias no sirven tampoco."
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"Las cosas se tornan simples cuando uno comprende que absolutamente todo se encuentra en el espíritu de este mismo instante."
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"Cuando uno se arrepiente y rectifica enseguida, el rastro de lo cometido se va volviendo límpido."
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"Si uno gana de una forma sucia por haber querido ganar a toda costa, es peor que perder."
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"Son pocos los que cometen errores con el fuego porque todo el mundo sabe que el fuego quema la piel. Sin embargo, son muchos los que se ahogan porque creen que el agua es algo seguro."
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"Vivir conforme al camino de la verdad es, pues, vivir con la determinación de morir."
El código del samurái, La Esfera de los Libros, Madrid, 2011.
lunes, 24 de octubre de 2011
RODRÍGUEZ JIMÉNEZ: Bernardo del Carpio
Durandal le resultó de repente muy pesada. La clavó en el suelo, se arrodilló, musitó una oración de agradecimiento y besó la cruz. Los escuderos del moro habían escapado; Lope, el suyo, escapó al principio. Cogió la repujada espada del agareno, sucia de sangre, un nuevo presente para su tío, el rey. Sabía que, aún así, no cumpliría la promesa, no podría cumplirla, pues el conde, su padre, presentía, estaba muerto. El rey sólo quería culparle a él, sólo quería vengarse. Silbó para llamar a su caballo; tenía que regresar: su tío ya le habría preparado una nueva tarea.
Julián RODRÍGUEZ JIMÉNEZ, Libretas, Editoral Almotacén, Córdoba, 2011.
Julián RODRÍGUEZ JIMÉNEZ, Libretas, Editoral Almotacén, Córdoba, 2011.
HERODOTO: La estatua del dios
Entre muchas alhajas preciosas, tenía Amasis una bacía de oro, en la que así él como todos sus convidados solían lavarse los pies: mandóla, pues, hacer pedazos y formar con ellos una estatua de no sé qué dios, la que luego de consagrada colocó en el sitio de la ciudad que le pareció más oportuno a su intento. A vista de una nueva estatua, concurren los egipcios a adorarla con gran fervor, hasta que Amasis, enterado de lo que hacían con ella sus vasallos, los manda llamar y les declara que el nuevo dios había salido de aquel vaso vil de oro en que ellos mismos solían antes vomitar, orinar y lavarse los pies, y era grande sin embargo el respeto y veneración que al presente les merecía una vez consagrado
HERODOTO, Los nueve libros de la Historia, Edaf, Madrid, 1989.
HERODOTO, Los nueve libros de la Historia, Edaf, Madrid, 1989.
domingo, 23 de octubre de 2011
Dios decidió esperar y ver
Puede que alguien se pregunte: “Si Dios todo lo sabe, ¿cómo es posible que no supiera lo que iba a ocurrir?”. Es cierto que la sabiduría de Jehová incluye la capacidad de saber “desde el principio el final” (Isaías 46, 9-10). Pero eso no significa que siempre utilice esa capacidad, tal como no tiene por qué usar siempre todo su poder. En su sabiduría, él decide cuándo saber lo que va a pasar y cuándo no. Y solo lo hace si lo considera apropiado.
Su caso es parecido a lo que nosotros podemos hacer cuando estamos viendo un encuentro deportivo que alguien nos ha grabado. Si lo deseamos, podemos ir directamente a los últimos minutos para enterarnos del resultado final. Pero no tenemos por qué hacer eso, ¿verdad? Al fin y al cabo, lo más probable es que queramos ver el partido desde el principio. Pues bien, de un modo similar, el Creador decidió no averiguar por anticipado qué terminarían haciendo Adán y Eva. En lugar de eso, prefirió esperar y ver cómo se desarrollaban los acontecimientos.
La rebelión de Edén, que dio lugar al sufrimiento, el pecado y la muerte, fue provocada por Satanás. Por esa razón, en la Biblia se le llama “homicida”. Pero también es un “mentiroso y el padre de la mentira” (Juan 8,44). Con la peor de las intenciones, trata de cuestionar la buena fe con que obró nuestro amoroso Creador. Quiere que creamos que fue Dios quien tuvo la culpa del pecado original.
Lo cierto es que Jehová tenía un buen motivo para no conocer por anticipado si nuestros primeros padres iban a fallar: el amor. Esa es la cualidad más sobresaliente de su personalidad, pues Juan 4, 8 asegura que “Dios es amor”. El amor es un sentimiento optimista: espera lo mejor de la gente. Por esa razón, Jehová esperaba y quería que a Adán y Eva les fuera bien.
Y aunque ellos eran libres de tomar malas decisiones, Dios prefería no sospechar de aquella pareja perfecta. Él les había dado todo lo que necesitaban, tanto en sentido material como en sentido moral. Lo natural era que, a cambio, ellos le ofrecieran su amor y su obediencia.
En resumen, hemos visto que cuando Jehová creó a Adán y Eva, no sabía que iban a pecar. Por supuesto, le dolió mucho ver su desobediencia y los terribles efectos que esta provocó. Pero tenía claro que la situación no duraría para siempre y que su propósito para la Tierra y los seres humanos no dejaría de cumplirse. Ahora bien, ¿cómo se hará realidad dicho propósito? ¿Qué debemos hacer para beneficiarnos de su cumplimiento? Si desea averiguarlo, le animamos a seguir aprendiendo sobre este tema.
Su caso es parecido a lo que nosotros podemos hacer cuando estamos viendo un encuentro deportivo que alguien nos ha grabado. Si lo deseamos, podemos ir directamente a los últimos minutos para enterarnos del resultado final. Pero no tenemos por qué hacer eso, ¿verdad? Al fin y al cabo, lo más probable es que queramos ver el partido desde el principio. Pues bien, de un modo similar, el Creador decidió no averiguar por anticipado qué terminarían haciendo Adán y Eva. En lugar de eso, prefirió esperar y ver cómo se desarrollaban los acontecimientos.
La rebelión de Edén, que dio lugar al sufrimiento, el pecado y la muerte, fue provocada por Satanás. Por esa razón, en la Biblia se le llama “homicida”. Pero también es un “mentiroso y el padre de la mentira” (Juan 8,44). Con la peor de las intenciones, trata de cuestionar la buena fe con que obró nuestro amoroso Creador. Quiere que creamos que fue Dios quien tuvo la culpa del pecado original.
Lo cierto es que Jehová tenía un buen motivo para no conocer por anticipado si nuestros primeros padres iban a fallar: el amor. Esa es la cualidad más sobresaliente de su personalidad, pues Juan 4, 8 asegura que “Dios es amor”. El amor es un sentimiento optimista: espera lo mejor de la gente. Por esa razón, Jehová esperaba y quería que a Adán y Eva les fuera bien.
Y aunque ellos eran libres de tomar malas decisiones, Dios prefería no sospechar de aquella pareja perfecta. Él les había dado todo lo que necesitaban, tanto en sentido material como en sentido moral. Lo natural era que, a cambio, ellos le ofrecieran su amor y su obediencia.
En resumen, hemos visto que cuando Jehová creó a Adán y Eva, no sabía que iban a pecar. Por supuesto, le dolió mucho ver su desobediencia y los terribles efectos que esta provocó. Pero tenía claro que la situación no duraría para siempre y que su propósito para la Tierra y los seres humanos no dejaría de cumplirse. Ahora bien, ¿cómo se hará realidad dicho propósito? ¿Qué debemos hacer para beneficiarnos de su cumplimiento? Si desea averiguarlo, le animamos a seguir aprendiendo sobre este tema.
YAMAMOTO: La vida es corta
La vida es realmente corta, por lo que uno ha de vivir haciendo cosas que sean de su agrado. En este mundo, que transcurre como el instante de un sueño, sería una necedad vivir sufriendo por hacer cosas que no nos gustan.
El código del samurái, La Esfera de los Libros, Madrid, 2011.
El código del samurái, La Esfera de los Libros, Madrid, 2011.
sábado, 22 de octubre de 2011
ELIO LAMPRIDIO: Arrastrado por las calles
En efecto, como dijimos, fue asesinado por unos soldados, arrastrado por las calles, transportado vergonzosamente por las cloacas y sumergido por fin en el Tíber.
Historia Augusta, Akal, Madrid, 1989.
Historia Augusta, Akal, Madrid, 1989.
BORGES: La noche de los dones
Ya se había quitado el batón. Me tendí a su lado y le busqué la cara con las manos. No sé cuánto tiempo pasó. No hubo una palabra ni un beso. Le deshice la trenza y jugué con el pelo, que era muy lacio, y después con ella. No volveríamos a vernos y no supe nunca su nombre.
Jorge Luis BORGES, El libro de arena, Alianza, Madrid, 1997.
Jorge Luis BORGES, El libro de arena, Alianza, Madrid, 1997.
NERUDA: La noche de los dones
Yo me quedé mucho tiempo tendido de espaldas, con los ojos abiertos, la cara y los brazos cubiertos por la paja. La noche era clara, fría y penetrante. No había luna pero las estrellas parecían recién mojadas por la lluvia y, sobre el sueño ciego de todos los demás, solamente para mí titilaban en el regazo del cielo. Luego me quedé dormido. Desperté de pronto porque algo se aproximaba a mí, un cuerpo desconocido se movía debajo de la paja y se acercaba al mío. Tuve miedo. Ese algo se arrimaba lentamente. Sentía quebrarse las briznas de paja, aplastadas por la forma desconocida que avanzaba. Todo mi cuerpo estaba alerta, esperando. Tal vez debía levantarme o gritar. Me quedé inmóvil. Oía una respiración muy cercana a mi cabeza.
De pronto avanzó una mano sobre mí, una mano grande, trabajadora, pero una mano de mujer. Me recorrió la frente, los ojos, todo el rostro con dulzura. Luego una boca ávida se pegó a la mía y sentí, a lo largo de todo mi cuerpo, hasta mis pies, un cuerpo de mujer que se apretaba conmigo.
Poco a poco mi temor se cambió en placer intenso. Mi mano recorrió una cabellera con trenzas, una frente lisa, unos ojos de párpados cerrados, suaves como amapolas. Mi mano siguió buscando y toqué dos senos grandes y firmes, unas anchas y redondas nalgas, unas piernas que me entrelazaban, y hundí los dedos en un pubis como musgo de las montañas. Ni una palabra salía ni salió de aquella boca anónima.
Cuan difícil es hacer el amor sin causar ruido en una montaña de paja, perforada por siete u ocho hombres más, hombres dormidos que por nada del mundo deben ser despertados. Mas lo cierto es que todo puede hacerse, aunque cueste infinito cuidado. Algo más tarde, también la desconocida se quedó bruscamente dormida junto a mí y yo, afiebrado por aquella situación, comencé a aterrorizarme. Pronto amanecería, pensaba, y los primeros trabajadores encontrarían a la mujer desnuda en la era, tendida junto a mí. Pero también yo me quedé dormido. Al despertar extendí la mano sobresaltado y sólo encontré un hueco tibio, su tibia ausencia. Pronto un pájaro empezó a cantar y luego la selva entera se llenó de gorjeos. Sonó un pitazo de motor, y hombres y mujeres comenzaron a transitar y afanarse junto a la era y sus trabajos. El nuevo día de la trilla se iniciaba.
Pablo NERUDA, Confieso que he vivido, Plaza y Janés, Barcelona, 1997.
De pronto avanzó una mano sobre mí, una mano grande, trabajadora, pero una mano de mujer. Me recorrió la frente, los ojos, todo el rostro con dulzura. Luego una boca ávida se pegó a la mía y sentí, a lo largo de todo mi cuerpo, hasta mis pies, un cuerpo de mujer que se apretaba conmigo.
Poco a poco mi temor se cambió en placer intenso. Mi mano recorrió una cabellera con trenzas, una frente lisa, unos ojos de párpados cerrados, suaves como amapolas. Mi mano siguió buscando y toqué dos senos grandes y firmes, unas anchas y redondas nalgas, unas piernas que me entrelazaban, y hundí los dedos en un pubis como musgo de las montañas. Ni una palabra salía ni salió de aquella boca anónima.
Cuan difícil es hacer el amor sin causar ruido en una montaña de paja, perforada por siete u ocho hombres más, hombres dormidos que por nada del mundo deben ser despertados. Mas lo cierto es que todo puede hacerse, aunque cueste infinito cuidado. Algo más tarde, también la desconocida se quedó bruscamente dormida junto a mí y yo, afiebrado por aquella situación, comencé a aterrorizarme. Pronto amanecería, pensaba, y los primeros trabajadores encontrarían a la mujer desnuda en la era, tendida junto a mí. Pero también yo me quedé dormido. Al despertar extendí la mano sobresaltado y sólo encontré un hueco tibio, su tibia ausencia. Pronto un pájaro empezó a cantar y luego la selva entera se llenó de gorjeos. Sonó un pitazo de motor, y hombres y mujeres comenzaron a transitar y afanarse junto a la era y sus trabajos. El nuevo día de la trilla se iniciaba.
Pablo NERUDA, Confieso que he vivido, Plaza y Janés, Barcelona, 1997.
HERODOTO: La costumbre, árbitra y déspota de la vida
En cierta ocasión hizo llamar Darío a unos griegos, sus vasallos, que cerca de sí tenía, y habiendo comparecido luego, les hace esta pregunta: ¿cuánto dinero querían por comerse a sus padres al acabar de morir. Respondiéronle luego que por todo el oro del mundo no lo harían. Llama inmediatamente después a unos indios titulados calatias, entre los cuales es uso común comer el cadáver de sus propios padres: estaban allí presentes los griegos, a quienes un intérprete declaraba lo que se decía: venidos los indios, pregunta Darío cuánto querían por permitir que se quemaran los cadáveres de sus padres; y ellos luego le suplican a gritos que no dijera por los dioses tal blasfemia. ¡Tanta es la prevención a favor del uso y de la costumbre! De suerte, que cuando Píndaro hizo a la costumbre árbitra y déspota de la vida, habló a mi juicio como filósofo más que como poeta.
HERODOTO, Los nueve libros de la Historia, Edaf, Madrid, 1989.
HERODOTO, Los nueve libros de la Historia, Edaf, Madrid, 1989.
viernes, 21 de octubre de 2011
MAO: La revolución no es una fiesta
Hacer la revolución no es ofrecer un banquete, ni escribir una obra, ni pintar un cuadro o hacer un bordado; no puede ser tan elegante, tan pausada y fina, tan apacible, amable, cortés, moderada y magnánima. Una revolución es una insurrección, es un acto de violencia mediante el cual una clase derroca a otra.
Citas del presidente Mao Tse-tung, Ediciones en Lenguas Extranjeras, Pekín, 1972.
Citas del presidente Mao Tse-tung, Ediciones en Lenguas Extranjeras, Pekín, 1972.
MISCH: Cómo matar a Hitler
Por la noche, había un camarada de guardia detrás de la entrada del personal, la puerta que se encontraba al fondo del patio a la derecha, la que daba a las cocinas y a la escalera que subía al primer piso. Ese miembro del comando siempre montaba guardia solo. En pocas palabras, si alguien tenía intención de matar a Hitler en la cama, podía pasar por allí, pedir al guardia que contactase con la cancillería, esperar a que descolgara el teléfono y neutralizarlo con una porra. Luego, le bastaría subir los veintidós peldaños, empujar la puerta del apartamento que nunca estaba cerrada con llave, y terminar el trabajo directamente en el dormitorio situado a pocos metros. No había ninguna vigilancia más en los pasillos. Nadie delante de los aposentos privados del Führer. Únicamente una patrulla, casi siempre compuesta por un solo policía, circulaba de vez en cuando por la Wilhelmstrasse. Es decir, muy poca cosa.
Rochus MISCH, Yo fui guardaespaldas de Hitler, Madrid, 2007.
Rochus MISCH, Yo fui guardaespaldas de Hitler, Madrid, 2007.
jueves, 20 de octubre de 2011
HERODOTO: Bueno es mentir
Bueno es mentir si merece la pena, pues a mi parecer el que miente y el que dice la verdad van entrambos al mismo fin de atender a su provecho. Miente el uno porque con el engaño espera adelantar sus negocios; dice verdad el otro para conseguir algo, cebando con ella a los demás para que le fíen mejor sus intereses. En suma, con la verdad y la mentira procuran todos su utilidad.
HERODOTO, Los nueve libros de la Historia, Edaf, Madrid, 1989.
HERODOTO, Los nueve libros de la Historia, Edaf, Madrid, 1989.
ELENA: La plaga del microrrelato
El microrrelato –casi es más largo el nombre que la sustancia designada– se extiende como la carcoma literaria. Hay una plaga de concursos que lo fomentan a todos los niveles, con una gama variada de convocantes, desde el bar cultureta que ofrece galardón en modesta especie, hasta el organismo público que desorbita la dotación de los premios porque, total, reparte dinero de todos, que no es de nadie. Los cultivadores del género, pues, roen y roen por doquier las vigas de la narración para que esta se sostenga sobre madera lo más liviana posible. Un peligro que siempre acecha es el derrumbe en una nada con ínfulas.
El éxito del microrrelato creo que se debe a factores adyacentes a la escritura, más que a causas intrínsecamente literarias. Es decir, si uno despacha una historia por ejemplo en cinco líneas, acaso lo que le ha movido no sea tanto el reconocer las bondades de la elipsis, la alusión, el primor de lo conciso y esas cosas, como un calculado ejercicio de optimización. Con un esfuerzo mínimo pude lograrse un beneficio máximo. Por lo pronto, uno tiene patente para atribuirse la condición de escritor: "¿Escribes?"; "Sí, tengo un par de cuentos hiperbreves, y ya estoy trabajando en el tercero". Además, con un poco de suerte, ese autor casi estajanovista gana algún concurso de los muchísimos que hay, de modo que percibe unos euros y ve su obra publicada. Así abandona el rango de escritor pelado y se transmuta en escritor profesional. Con dos cuentos hiperbreves y otro en marcha.
El relato mínimo, en definitiva, socializa la ilusión de creerse literato, y la ilusión del prestigio que eso supone. Por otro lado, la narración en prosa tasada es de acceso universal, o así se percibe, no como otros géneros también breves, pero más dificultosos en ideación y ejecución: quien cultiva aquella, igual se lo piensa dos veces si lo que debe escribir es un aforismo o un poema. Aparte de la economía de medios, lo que el microrrelato ofrece es un cierto cobijo al impudor. El aforismo o el poema que es malo, o ridículo, lo es sin remedio ni afeites. En cambio, siempre hay un margen mayor de tolerancia con la ficción de corto recorrido. "Ayer escribí un microrrelato" es un microrrelato, aparte de una memez. También un 6 encima de un 4es un microrretrato. Igual de risibles serían el escritor que se escudara en Monterroso para justificar su gracieta, y el pintor que se dijera influido a la vez por Modigliani y por la cábala para explicar su trazo raquítico.
Beneficio máximo para un mínimo esfuerzo, y adecuación a los formatos de moda. El relato escurrido se aviene bien con los estrechos márgenes del SMS y del tweet. Soporte tecnológico, recepción instantánea, lectura de un solo golpe de vista, parece que estos rasgos le añaden al género, además, el atractivo de lo esencialmente moderno. Se diría que condensa en su forma literaria los caracteres de este siglo de la prisa, del apremio en la creación, la transmisión y el consumo. Sin embargo, su sintonía con las tendencias culturales del momento no aporta valor en sí. Es la novela decimonónica, con toda la antigualla que queramos ver en ella, la que en el campo de la narrativa alcanzó alturas y honduras no igualadas. El microrrelato, en el mejor de los casos, será solo sugerente. Y en el peor, una brizna de insignificancia: aunque lo parezcan, y aquí es donde bien se echa de ver, brevedad y cortedad no son sinónimos.
El Confidencial Digital, viernes 24 de diciembre de 2010.
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El éxito del microrrelato creo que se debe a factores adyacentes a la escritura, más que a causas intrínsecamente literarias. Es decir, si uno despacha una historia por ejemplo en cinco líneas, acaso lo que le ha movido no sea tanto el reconocer las bondades de la elipsis, la alusión, el primor de lo conciso y esas cosas, como un calculado ejercicio de optimización. Con un esfuerzo mínimo pude lograrse un beneficio máximo. Por lo pronto, uno tiene patente para atribuirse la condición de escritor: "¿Escribes?"; "Sí, tengo un par de cuentos hiperbreves, y ya estoy trabajando en el tercero". Además, con un poco de suerte, ese autor casi estajanovista gana algún concurso de los muchísimos que hay, de modo que percibe unos euros y ve su obra publicada. Así abandona el rango de escritor pelado y se transmuta en escritor profesional. Con dos cuentos hiperbreves y otro en marcha.
El relato mínimo, en definitiva, socializa la ilusión de creerse literato, y la ilusión del prestigio que eso supone. Por otro lado, la narración en prosa tasada es de acceso universal, o así se percibe, no como otros géneros también breves, pero más dificultosos en ideación y ejecución: quien cultiva aquella, igual se lo piensa dos veces si lo que debe escribir es un aforismo o un poema. Aparte de la economía de medios, lo que el microrrelato ofrece es un cierto cobijo al impudor. El aforismo o el poema que es malo, o ridículo, lo es sin remedio ni afeites. En cambio, siempre hay un margen mayor de tolerancia con la ficción de corto recorrido. "Ayer escribí un microrrelato" es un microrrelato, aparte de una memez. También un 6 encima de un 4es un microrretrato. Igual de risibles serían el escritor que se escudara en Monterroso para justificar su gracieta, y el pintor que se dijera influido a la vez por Modigliani y por la cábala para explicar su trazo raquítico.
Beneficio máximo para un mínimo esfuerzo, y adecuación a los formatos de moda. El relato escurrido se aviene bien con los estrechos márgenes del SMS y del tweet. Soporte tecnológico, recepción instantánea, lectura de un solo golpe de vista, parece que estos rasgos le añaden al género, además, el atractivo de lo esencialmente moderno. Se diría que condensa en su forma literaria los caracteres de este siglo de la prisa, del apremio en la creación, la transmisión y el consumo. Sin embargo, su sintonía con las tendencias culturales del momento no aporta valor en sí. Es la novela decimonónica, con toda la antigualla que queramos ver en ella, la que en el campo de la narrativa alcanzó alturas y honduras no igualadas. El microrrelato, en el mejor de los casos, será solo sugerente. Y en el peor, una brizna de insignificancia: aunque lo parezcan, y aquí es donde bien se echa de ver, brevedad y cortedad no son sinónimos.
El Confidencial Digital, viernes 24 de diciembre de 2010.
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miércoles, 19 de octubre de 2011
JIMÉNEZ LOZANO: Los comedores de higos
Quienes vivían en el campo se sintieron alertados muy pronto, en cuanto vieron que, en los dulces atardeceres del otoño, aquellos bárbaros que vivían, como quien dice, a un tiro de piedra, bajaban a comer los dulces higos de los huertos y jardines de las hermosas villas y las pequeñas propiedades agrícolas. Eran unos hombres de aspecto terrible a veces, pero, otras, de una asombrosa belleza. No parecían buscar, ni querer, nada más que la dulzura de esa frutas, y regresaban a sus tierras cercanas, más allá de la frontera. Pero, si podían hacer esto, algo o mucho estaba pasando ya.
ABC, domingo 4 de abril de 2004.
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ABC, domingo 4 de abril de 2004.
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MISCH: Hitler y la mosca
Hitler aquel día estaba fuera, no lejos de su cabaña. Leía unas notas, debajo de un árbol, protegido de los rayos del sol. Hacía calor. A su lado, a pocos metros, estaba uno de sus oficiales de ordenanza, Fritz Darges. En cuanto a mí, no estaba muy lejos, como de costumbre. Una mosca vino a turbar la lectura del Führer. Empezó a revolotear a su alrededor. Visiblemente irritado, Hitler gesticuló con su paquete de hojas para tratar de alejarla, en vano. La mosca volvía sin cesar. Fritz Darges entonces sonrió. Un ligero rictus pasó por su cara. No había cambiado de posición, seguía con las manos en la espalda, la cabeza bien recta, pero le costaba contener la risa. Hitler se dio cuenta. Y en un tono más bien seco le espetó:
-Si no es capaz de mantener alejado de mí un animal como éste, quiere decir que un oficial de ordenanza como usted no me hace ninguna falta.
Hitler no le dijo nada que estaba despedido, pero Darges lo comprendió. Hizo sus maletas al cabo de unas horas. Me parece que lo enviaron al frente.
Rochus MISCH, Yo fui guardaespaldas de Hitler, Madrid, 2007.
-Si no es capaz de mantener alejado de mí un animal como éste, quiere decir que un oficial de ordenanza como usted no me hace ninguna falta.
Hitler no le dijo nada que estaba despedido, pero Darges lo comprendió. Hizo sus maletas al cabo de unas horas. Me parece que lo enviaron al frente.
Rochus MISCH, Yo fui guardaespaldas de Hitler, Madrid, 2007.
martes, 18 de octubre de 2011
HERODOTO: Los licántropos
Ninguno hay de los neuros que una vez al año no se convierta en lobo para unos pocos días, volviendo después a su primera figura. ¿Qué haré yo a los que tal cuentan? Yo no creo de todo ello una palabra, pero ellos dicen y aun juran lo que dicen.
HERODOTO, Los nueve libros de la Historia, Edaf, Madrid, 1989.
HERODOTO, Los nueve libros de la Historia, Edaf, Madrid, 1989.
ZWEIG: El coronel Redl
Al coronel Redl, héroe de uno de los dramas más complicados del espionaje, lo conocí personalmente en un breve encuentro. Vivía en el mismo barrio que yo, a una calle de distancia de la mía, me lo había presentado en una ocasión un amigo mío, el fiscal T..., en el café donde dicho señor de aspecto agradable y bonachón fumaba sus cigarros puros; desde entonces nos saludábamos. Sólo más tarde descubrí hasta qué punto estamos envueltos por el misterio en la vida y qué poco sabemos de las personas que viven a nuestro alrededor. El tal coronel, de aspecto parecido al de cualquier buen oficial austríaco, era el hombre de confianza del heredero del trono; le habían encomendado la importante tarea de dirigir el servicio secreto del ejército y contrarrestar el del enemigo. Pues bien, resulta que se filtró la noticia de que en 1912, durante la crisis de la Guerra de los Balcanes, cuando Rusia y Austria se movilizaron una contra otra, el secreto más importante del ejército austríaco, el plan de operaciones, había sido vendido a Rusia, algo que, en caso de guerra, habría provocado una catástrofe sin precedentes, pues de ese modo los rusos habrían conocido de antemano, paso a paso, todos los movimientos tácticos de la ofensiva austríaca. El pánico que provocó esta traición en los círculos del estado mayor fue terrible; al coronel Redl, como experto máximo, le incumbía la misión de descubrir al traidor, que sólo podía hallarse entre los oficiales de mayor graduación.
Stefan ZWEIG, El mundo de ayer. Memorias de un europeo, El Acantilado, Barcelona, 2002.
Stefan ZWEIG, El mundo de ayer. Memorias de un europeo, El Acantilado, Barcelona, 2002.
lunes, 17 de octubre de 2011
YOURCENAR: Cuentos orientales
"El anciano había bebido, para ponerse en un estado que le permitiera pintar con realismo a un borracho."
-
"Tenía el poder de dar vida a sus pinturas gracias a un último toque de color que añadía a los ojos."
-
"También podía decirse que ya tenía trazado el camino que debería seguir, un camino griego, polvoriento, lleno de guijarros y bastante monótono, aunque con unos grillos cantarines aquí y allá, y la posibilidad de hacer de cuando en cuando un alto agradable a la puerta de la taberna."
-
"Se aislaban, hurañas, para evitar murmuraciones, prefiriendo tal vez las calumnias."
-
"Importunan a mis feligreses y ponen en peligro su salvación, de la que yo soy responsable ante Dios."
-
"Pertenecía a esa clase de hombres que prefieren el sabor de la comida robada a cualquier otra cosa."
-
"A medida que iba perdiendo el poco talento que poseía, parecía llegarle el genio."
Marguerite YOURCENAR, Cuentos orientales, Alfaguara, Madrid, 1993.
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"Tenía el poder de dar vida a sus pinturas gracias a un último toque de color que añadía a los ojos."
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"También podía decirse que ya tenía trazado el camino que debería seguir, un camino griego, polvoriento, lleno de guijarros y bastante monótono, aunque con unos grillos cantarines aquí y allá, y la posibilidad de hacer de cuando en cuando un alto agradable a la puerta de la taberna."
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"Se aislaban, hurañas, para evitar murmuraciones, prefiriendo tal vez las calumnias."
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"Importunan a mis feligreses y ponen en peligro su salvación, de la que yo soy responsable ante Dios."
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"Pertenecía a esa clase de hombres que prefieren el sabor de la comida robada a cualquier otra cosa."
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"A medida que iba perdiendo el poco talento que poseía, parecía llegarle el genio."
Marguerite YOURCENAR, Cuentos orientales, Alfaguara, Madrid, 1993.
PISZCEK: El Tribunal de la República
Młynarski, con un catarro descomunal, avisó de que no asistiría. Kołodziej estaba ocupado aquella noche: el Obersturmbannführer Brauer, en cuya casa servía, celebraba una fiesta; el ayudante del gobernador general le entregaría un muy codiciado premio. Dąbrowski, el tercer magistrado, simplemente no se presentó. Sólo asistían a la sesión, pues, cuatro de los jueces, por lo que Spiczyński, siempre tan preocupado por los problemas de jurisdicción, intentó, sin éxito, aplazarla. Nowak comenzó explicando la nueva reforma que el gobierno de ocupación preparaba en la legislación laboral: sueldos más exiguos y jornadas más largas; no podía esperarse otra cosa de los alemanes. Estaban juzgando la conducta de un Scharführer que había disparado contra la señora Madejowa en Nowe Miasto, discutían las circunstancias del incidente cuando repentinamente se fundió la triste bombilla que iluminaba el pequeño sótano. Como no consiguieron otra, hubo que levantar la sesión del Tribunal Supremo de la República.
Andrzej NOWAK (ed.), Pequeña Polonia, El Olivo, Jaén, 2011.
Andrzej NOWAK (ed.), Pequeña Polonia, El Olivo, Jaén, 2011.
domingo, 16 de octubre de 2011
AL-NĀBIGA AL-ḎUBYĀNĪ: Aparta los ojos
Aparta los ojos de lo que contemplan, pues no hay modo de volver al pasado, y coloca la albarda sobre una camella robusta.
Juan VERNET, Literatura árabe, El Acantilado, Barcelona, 2002.
Juan VERNET, Literatura árabe, El Acantilado, Barcelona, 2002.
ESOPO: La zorra y el cangrejo de mar
Queriendo mantener su vida solitaria, pero un poco diferente a la ya acostumbrada, salió un cangrejo del mar y se fue a vivir a la playa.
Lo vio una zorra hambrienta, y como no encontraba nada mejor para comer, corrió hacia él y lo capturó.
Entonces el cangrejo, ya listo para ser devorado exclamó:
-¡Merezco todo esto, porque siendo yo animal del mar, he querido comportarme como si fuera de la tierra!
Lo vio una zorra hambrienta, y como no encontraba nada mejor para comer, corrió hacia él y lo capturó.
Entonces el cangrejo, ya listo para ser devorado exclamó:
-¡Merezco todo esto, porque siendo yo animal del mar, he querido comportarme como si fuera de la tierra!
sábado, 15 de octubre de 2011
VOLPI: Una enorme pérdida cultural
Las librerías físicas desaparecerán. Este es el punto que más escandaliza a los nostálgicos. ¿Cómo imaginar un mundo sin esos maravillosos espacios donde nació la modernidad? Es, sin duda, una lástima. Una enorme pérdida cultural.
EL PAÍS, sábado 15 de octubre de 2011.
EL PAÍS, sábado 15 de octubre de 2011.
BAREIRO SAGUIER: La tierra sin mal
Nací en la Villeta del Guarnipitán, un pueblo legendario a orillas del río. Allí pasé mi infancia empapado de sueños, de olores vegetales, de estrellas con rocío por la noche. Mis primeros recuerdos son los del río, lustral y azul y los de otro río, de aromado oro en las calles, ampliado en la plazoleta inmensa del puerto por donde se embarcaba la naranja que producía todo el país. Y las flores de diamela, de embalsamada blancura, que también se exportaban hacia otros lugares, para mí remotos, en el sur, desde donde subía el misterio de mundos lejanos. De todo ese tiempo pasado en la tierra sin mal, me queda el sabor, el olor de las frutas del patio: guayabas, mandarinas, chirimoyas, yvapurús, naranjas, aguacates, guavijús, granadas, pindós, limones, aratikús... El canto de los pájaros inaugurando la mañana, mugidos, relinchos, el ladrido del perro tan amigo. Y el trote del caballo zaino, al que después de ordeñar las vacas acercaba su ración de maíz, de alfalfa, de afrecho. ¡Cómo olvidar el pedazo de viento en que me convertía, camino del río, adonde lo llevaba a nadar hacia el fin de la mañana!
Tenía once años, en Villeta, cuando un día vinieron a buscar a mi padre. Eran policías al servicio del dictador de entonces. Como no lo encontraron, el comisario del pueblo hizo que, en compensación, me retuvieran a mí, para descargar su ira seguramente. Unas horas expuesto en la ventana de la comisaría, para escarnio ante la mirada de mis compueblanos, me hicieron comprender, experimentar en carne viva la injusticia, tanto más dolorosa porque la arbitrariedad se ensañaba contra la inocencia infantil. Pese a las inmensas ganas, no lloré aquel mediodía estival en que conocí la antesala del infierno de la prisión.
Rubén BAREIRO SAGUIER, Ojo por diente, Plaza y Janés, Barcelona, 1985.
Tenía once años, en Villeta, cuando un día vinieron a buscar a mi padre. Eran policías al servicio del dictador de entonces. Como no lo encontraron, el comisario del pueblo hizo que, en compensación, me retuvieran a mí, para descargar su ira seguramente. Unas horas expuesto en la ventana de la comisaría, para escarnio ante la mirada de mis compueblanos, me hicieron comprender, experimentar en carne viva la injusticia, tanto más dolorosa porque la arbitrariedad se ensañaba contra la inocencia infantil. Pese a las inmensas ganas, no lloré aquel mediodía estival en que conocí la antesala del infierno de la prisión.
Rubén BAREIRO SAGUIER, Ojo por diente, Plaza y Janés, Barcelona, 1985.
viernes, 14 de octubre de 2011
ELIO ESPARCIANO: La sabiduría de treinta legiones
A pesar de que poseía mucha facilidad para redactar en prosa y en verso y de que tenía muchos conocimientos en todas las artes, no obstante, se rió, despreció y humilló a los profesores de todas ellas por creerse más entendido que ellos. Con frecuencia compitió con estos mismos profesores y filósofos, y por ambas partes publicaron libros y poemas en plan de réplica. Por cierto, un cierto individuo llamado Favorino, habiéndose visto reprendido por Adriano por el uso que había hecho en cierta ocasión de un término y habiendo cedido a su crítica, ante los reproches de sus amigos que le censuraban su mal proceder por plegarse a la voluntad de Adriano respecto a un término que ya habían empleado escritores afamados, suscitó grandes carcajadas entre todos los presentes, pues les dijo: "No me aconsejáis bien, amigos míos, puesto que no soportáis que yo considere más sabio que nadie a quien tiene bajo su mando treinta legiones".
Historia Augusta, Akal, Madrid, 1989.
Historia Augusta, Akal, Madrid, 1989.
jueves, 13 de octubre de 2011
CORTÁZAR: Amor 77
Y después de hacer todo lo que hacen, se levantan, se bañan, se entalcan, se perfuman, se peinan, se visten, y así progresivamente van volviendo a ser lo que no son.
Julio CORTÁZAR, Un tal Lucas, Alfaguara, Madrid, 1994.
Julio CORTÁZAR, Un tal Lucas, Alfaguara, Madrid, 1994.
TREBELIO POLIÓN: Revueltas en Egipto
Es propio el pueblo egipcio, como de gentes dementes o enloquecidas, situar al Estado en los más graves riesgos a partir de cuestiones sin importancia; frecuentemente, por saludos descuidados, por no ceder el sitio en los baños públicos, por la carne o las verduras intervenidas, por cuestiones relativas al calzado de los esclavos u otras cosas similares, llegaron en sus revueltas a poner en grave peligro al Estado hasta tal punto que fue necesario disponer tropas en su contra.
Historia Augusta, Akal, Madrid, 1989.
Historia Augusta, Akal, Madrid, 1989.
KESHAVJEE: El samurái y el monje
Un día, un samurái preguntó al maestro zen Hakuin:
-¿Existe el infierno? ¿Y el paraíso? Y si existen, ¿dónde se encuentran sus puertas? ¿Y cómo se hace para entrar?
Ese samurái era un espíritu simple. No se complicaba con la filosofía y sólo quería saber cómo entrar en el cielo y evitar el infierno. Para responder, Hakuin adoptó un lenguaje al alcance del samurái.
-¿Quién eres? -preguntó.
-Yo soy un samurái -contestó el hombre.
En el Japón, el samurái es un guerrero perfecto que no vacila un segundo en dar su vida cuando es necesario.
-Soy el primero de los samuráis -continuó orgulloso el visitante-. Hasta el emperador me respeta.
-¿Tú eres un samurái? -se burló Hakuin-. Más bien pareces un miserable bribón.
Herido en su amor propio, el samurái olvidó el motivo de su visita y desenvainó la espada.
-Ésa es una puerta -dijo Hakuin sonriendo-. La espada, la cólera, la vanidad, el ego son puertas del infierno.
El samurái comprendió la lección y volvió a envainar la espada.
-Y ésa es otra puerta, la del paraíso... -comentó Hakuin.
Shafique KESHAVJEE, El Rey, el Sabio y el Bufón, Destino, Barcelona, 1998.
-¿Existe el infierno? ¿Y el paraíso? Y si existen, ¿dónde se encuentran sus puertas? ¿Y cómo se hace para entrar?
Ese samurái era un espíritu simple. No se complicaba con la filosofía y sólo quería saber cómo entrar en el cielo y evitar el infierno. Para responder, Hakuin adoptó un lenguaje al alcance del samurái.
-¿Quién eres? -preguntó.
-Yo soy un samurái -contestó el hombre.
En el Japón, el samurái es un guerrero perfecto que no vacila un segundo en dar su vida cuando es necesario.
-Soy el primero de los samuráis -continuó orgulloso el visitante-. Hasta el emperador me respeta.
-¿Tú eres un samurái? -se burló Hakuin-. Más bien pareces un miserable bribón.
Herido en su amor propio, el samurái olvidó el motivo de su visita y desenvainó la espada.
-Ésa es una puerta -dijo Hakuin sonriendo-. La espada, la cólera, la vanidad, el ego son puertas del infierno.
El samurái comprendió la lección y volvió a envainar la espada.
-Y ésa es otra puerta, la del paraíso... -comentó Hakuin.
Shafique KESHAVJEE, El Rey, el Sabio y el Bufón, Destino, Barcelona, 1998.
miércoles, 12 de octubre de 2011
ELIO LAMPRIDIO: El buen príncipe y los malos amigos
Es mejor y casi más seguro el Estado en el que gobierna un mal príncipe que aquél en el que los amigos del príncipe son malos, puesto que un solo hombre malo puede ser corregido por muchos, si son buenos; en cambio, muchos hombres malos no pueden ser corregidos por uno sólo, aunque sea bueno.
Historia Augusta, Akal, Madrid, 1989.
Historia Augusta, Akal, Madrid, 1989.
GURDJIEFF: Breviario
"Fija tu atención en ti mismo, sé consciente en cada instante de lo que piensas, sientes, deseas y haces."
"Termina siempre lo que comenzaste."
"Haz lo que estás haciendo lo mejor posible."
"No te encadenes a nada que a la larga te destruya."
"Desarrolla tu generosidad sin testigos."
"Trata a cada persona como si fuera un pariente cercano."
"Ordena lo que has desordenado."
"Cesa de autodefinirte."
"No mientas, ni robes, si lo haces te mientes y robas a ti mismo."
"Ayuda a tu prójimo sin hacerlo dependiente."
"No desees ser imitado."
"No ocupes demasiado espacio."
"No hagas ruidos ni gestos innecesarios."
"Si no la tienes, imita la fe."
"No te dejes impresionar por personalidades fuertes."
"No te apropies de nada ni nadie."
"Reparte equitativamente."
"No seduzcas."
"Come y duerme lo necesario."
"No hables de tus problemas personales."
"No emitas juicios ni críticas cuando desconozcas la mayor parte de los hechos."
"No establezcas amistades inútiles."
"No sigas modas."
"Respeta los contratos que has firmado."
"Sé puntual."
"No envidies los bienes o los éxitos del prójimo."
"Haz sólo lo necesario."
"No pienses en los beneficios que te va aprocurar tu obra."
"No amenaces."
"En una discusión ponte en lugar de otro."
"Admite que alguien te supere."
"Realiza tus promesas."
"No elimines; transforma."
"Vence tus miedos; tras ellos hay deseos camuflados."
"Ayuda a otro a ayudarse a sí mismo."
"Vence las antipatías y acércate a personas que deseas rechazar."
"No actúes por reacción a lo que te digan bueno o malo de ti."
"Transforma tu orgullo en dignidad."
"Transforma tu cólera en creatividad."
"Transforma tu envidia en admiración por los valores de otro."
"No te alabes ni te insultes."
"No te quejes."
"Desarrolla tu imaginación"
"No des ordenes por el placer de ser obedecido."
"Paga los servicios que te dan."
"No hagas propaganda de tus obras."
"No trates de despertar en los otros emociones hacia ti como piedad, simpatía, complicidad."
"No trates de distinguirte por tu apariencia."
"No contradigas, calla."
"Si ofendes a alguien pídele perdón."
"No te adornes con ideas ajenas."
"No conserves objetos inútiles"
"No te definas por lo que posees"
"No olvides a tus muertos pero dales un sitio limitado que les impida invadir tu vida...."
"Termina siempre lo que comenzaste."
"Haz lo que estás haciendo lo mejor posible."
"No te encadenes a nada que a la larga te destruya."
"Desarrolla tu generosidad sin testigos."
"Trata a cada persona como si fuera un pariente cercano."
"Ordena lo que has desordenado."
"Cesa de autodefinirte."
"No mientas, ni robes, si lo haces te mientes y robas a ti mismo."
"Ayuda a tu prójimo sin hacerlo dependiente."
"No desees ser imitado."
"No ocupes demasiado espacio."
"No hagas ruidos ni gestos innecesarios."
"Si no la tienes, imita la fe."
"No te dejes impresionar por personalidades fuertes."
"No te apropies de nada ni nadie."
"Reparte equitativamente."
"No seduzcas."
"Come y duerme lo necesario."
"No hables de tus problemas personales."
"No emitas juicios ni críticas cuando desconozcas la mayor parte de los hechos."
"No establezcas amistades inútiles."
"No sigas modas."
"Respeta los contratos que has firmado."
"Sé puntual."
"No envidies los bienes o los éxitos del prójimo."
"Haz sólo lo necesario."
"No pienses en los beneficios que te va aprocurar tu obra."
"No amenaces."
"En una discusión ponte en lugar de otro."
"Admite que alguien te supere."
"Realiza tus promesas."
"No elimines; transforma."
"Vence tus miedos; tras ellos hay deseos camuflados."
"Ayuda a otro a ayudarse a sí mismo."
"Vence las antipatías y acércate a personas que deseas rechazar."
"No actúes por reacción a lo que te digan bueno o malo de ti."
"Transforma tu orgullo en dignidad."
"Transforma tu cólera en creatividad."
"Transforma tu envidia en admiración por los valores de otro."
"No te alabes ni te insultes."
"No te quejes."
"Desarrolla tu imaginación"
"No des ordenes por el placer de ser obedecido."
"Paga los servicios que te dan."
"No hagas propaganda de tus obras."
"No trates de despertar en los otros emociones hacia ti como piedad, simpatía, complicidad."
"No trates de distinguirte por tu apariencia."
"No contradigas, calla."
"Si ofendes a alguien pídele perdón."
"No te adornes con ideas ajenas."
"No conserves objetos inútiles"
"No te definas por lo que posees"
"No olvides a tus muertos pero dales un sitio limitado que les impida invadir tu vida...."
martes, 11 de octubre de 2011
KESHAVJEE: El judío y las dos sinagogas
Se cuenta la historia de un Robinson judío perdido en una isla desierta y que, durante su espera, construyó varios edificios. Un día apareció a lo lejos un barco y atracó en la isla. Cuando el capitán visitó las obras del solitario se quedó maravillado de su trabajo.
-Ésta es mi casa y aquélla mi sinagoga, mi casa de oración.
El capitán se admiró.
-¿Y aquello qué es? -preguntó, señalando una construcción imponente.
-Es una segunda sinagoga.
-¡Pero está loco! ¿Por qué tener dos?
-La otra es muy diferente. Es la sinagoga a la que no voy.
Shafique KESHAVJEE, El Rey, el Sabio y el Bufón, Destino, Barcelona, 1998.
-Ésta es mi casa y aquélla mi sinagoga, mi casa de oración.
El capitán se admiró.
-¿Y aquello qué es? -preguntó, señalando una construcción imponente.
-Es una segunda sinagoga.
-¡Pero está loco! ¿Por qué tener dos?
-La otra es muy diferente. Es la sinagoga a la que no voy.
Shafique KESHAVJEE, El Rey, el Sabio y el Bufón, Destino, Barcelona, 1998.
RODRÍGUEZ JIMÉNEZ: Un pobre en el Cielo
Mateo 19, 24
Nadie hizo caso de los primeros rumores, nadie los creyó. Inconcebible: había llegado, habían dejado que entrara, decían, un pobre al Cielo. No era posible. Sin embargo, los escépticos quedaron convencidos cuando vieron acurrucado en un rincón a aquel tipejo silencioso y apocado. Los habitantes del Cielo comenzaron a enojarse y no pasó mucho tiempo hasta que se organizó una comisión para formular una queja oficial. Ellos habían gastado fortunas para estar allí, habían luchado, habían renunciado a tanto. Si se empezaba a actuar así, ¿a dónde se llegaría?
Finalmente, los enojados eligieron como portavoz al marqués de P… Solicitaron una audiencia a San Pedro, que trató de aplazarla lo máximo posible, pero que finalmente, tuvo que aceptar recibir al líder de los irritados.
San Pedro, que había dejado su puesto en la puerta del Cielo a Andrés, esperaba en su despacho al marqués de P…, el portavoz de los enojados. Sentado en su sillón, sin dejar de beber agua, miraba por la cristalera el hermoso paisaje. Tendría que enfrentarse a una difícil situación.
Cuando llegó el marqués, el apóstol le indicó con un gesto que se sentara. P… comenzó preguntando si era cierto que había un pobre en el Cielo.
–Sí, se puede decir que sí –dijo vagamente San Pedro.
–¿Sí o no?
–Sí, sí. Veamos: todos los que aquí vienen son pobres, de alguna manera.
San Pedro abrió el fichero y buscó el nombre.
–Aquí está. Enrique Pérez Sánchez. Falleció hace dos semanas.
El marqués se quedó en silencio.
–En vida hizo buenas obras –añadió San Pedro, que hojeó la ficha–. Dio de comer siempre a cualquiera que lo necesitara…
–Eso lo hemos hecho todos. ¿Donó dinero a la Santa Iglesia?
–Bueno, no exactamente. No dio dinero porque… no lo tenía.
–Señor, señor. Las normas, la tradición… Para entrar en el Cielo hay que regalar dinero a la Santa Iglesia, ayudarla. Yo mismo sufragué la construcción de un convento de clarisas y rehabilité decenas de iglesias.
–No dio dinero, pero todos los años, por Pascua, Enrique regalaba una vela a la iglesia. Era una iglesia muy pobre.
–¿Una vela? –preguntó P…
–Sí. Se pasaba todo el año ahorrando, evitando comprar otras cosas más necesarias para comprar esa vela.
–¿No dio dinero?
El apóstol pasó rápidamente las hojas.
–No se menciona el dinero.
San Pedro tragó saliva.
–En ciertas circunstancias, el dinero puede ser sustituido por donativos de otra clase. ¡Qué hermosa estaba esa iglesia iluminada en Pascua!
El marqués se quedó en silencio, como si buscara un nuevo argumento.
–Ese pobre tiene que ser expulsado del Cielo.
San Pedro sintió una tremenda tristeza. Las cosas no eran así al principio. Todavía recordaba cuando se acercó aquel joven al Maestro, y las palabras de éste. ¿Cuándo comenzó a cambiar todo eso? Arrugó la frente y se dispuso a decir algo, pero de pronto sintió que no tenía nada que decir.
–Tiene que ser expulsado –repitió el marqués de P…–. ¿Qué será del Cielo si se llena de pobres? Ya hay bastantes en la tierra. Tenemos que sufrirlos durante nuestras cortas vidas, soportar su suciedad, su sudor, sus lamentos, y no estamos dispuestos a pasar con ellos la eternidad. Sería demasiado.
El marqués se levantó con tanta violencia que tiró al suelo la silla en la que se sentaba.
–No tengo nada más que decir.
***
Enrique Pérez nunca se había sentido tan desgraciado. Desde que llegó, había permanecido en un apartado rincón, lejos de todo aquel encono. Allí no había más que señores graves, damas severas, que, cuando se cruzaban con él, le miraban con desprecio. Nunca había prestado mucha atención a las palabras del párroco cuando hablaba del Reino de Dios, y nunca había esperado merecerlo. Si había hecho lo que hizo, fue porque consideraba que estaba bien.
Por eso, cuando llegó un mensajero y le dijo que tendría que abandonar el Cielo de inmediato, que se había producido un error, se alegró, se consideró el más dichoso de los seres. La eternidad en el Infierno, estaba seguro, no sería peor que todo el sufrimiento y dolor de la tierra.
Nadie hizo caso de los primeros rumores, nadie los creyó. Inconcebible: había llegado, habían dejado que entrara, decían, un pobre al Cielo. No era posible. Sin embargo, los escépticos quedaron convencidos cuando vieron acurrucado en un rincón a aquel tipejo silencioso y apocado. Los habitantes del Cielo comenzaron a enojarse y no pasó mucho tiempo hasta que se organizó una comisión para formular una queja oficial. Ellos habían gastado fortunas para estar allí, habían luchado, habían renunciado a tanto. Si se empezaba a actuar así, ¿a dónde se llegaría?
Finalmente, los enojados eligieron como portavoz al marqués de P… Solicitaron una audiencia a San Pedro, que trató de aplazarla lo máximo posible, pero que finalmente, tuvo que aceptar recibir al líder de los irritados.
San Pedro, que había dejado su puesto en la puerta del Cielo a Andrés, esperaba en su despacho al marqués de P…, el portavoz de los enojados. Sentado en su sillón, sin dejar de beber agua, miraba por la cristalera el hermoso paisaje. Tendría que enfrentarse a una difícil situación.
Cuando llegó el marqués, el apóstol le indicó con un gesto que se sentara. P… comenzó preguntando si era cierto que había un pobre en el Cielo.
–Sí, se puede decir que sí –dijo vagamente San Pedro.
–¿Sí o no?
–Sí, sí. Veamos: todos los que aquí vienen son pobres, de alguna manera.
San Pedro abrió el fichero y buscó el nombre.
–Aquí está. Enrique Pérez Sánchez. Falleció hace dos semanas.
El marqués se quedó en silencio.
–En vida hizo buenas obras –añadió San Pedro, que hojeó la ficha–. Dio de comer siempre a cualquiera que lo necesitara…
–Eso lo hemos hecho todos. ¿Donó dinero a la Santa Iglesia?
–Bueno, no exactamente. No dio dinero porque… no lo tenía.
–Señor, señor. Las normas, la tradición… Para entrar en el Cielo hay que regalar dinero a la Santa Iglesia, ayudarla. Yo mismo sufragué la construcción de un convento de clarisas y rehabilité decenas de iglesias.
–No dio dinero, pero todos los años, por Pascua, Enrique regalaba una vela a la iglesia. Era una iglesia muy pobre.
–¿Una vela? –preguntó P…
–Sí. Se pasaba todo el año ahorrando, evitando comprar otras cosas más necesarias para comprar esa vela.
–¿No dio dinero?
El apóstol pasó rápidamente las hojas.
–No se menciona el dinero.
San Pedro tragó saliva.
–En ciertas circunstancias, el dinero puede ser sustituido por donativos de otra clase. ¡Qué hermosa estaba esa iglesia iluminada en Pascua!
El marqués se quedó en silencio, como si buscara un nuevo argumento.
–Ese pobre tiene que ser expulsado del Cielo.
San Pedro sintió una tremenda tristeza. Las cosas no eran así al principio. Todavía recordaba cuando se acercó aquel joven al Maestro, y las palabras de éste. ¿Cuándo comenzó a cambiar todo eso? Arrugó la frente y se dispuso a decir algo, pero de pronto sintió que no tenía nada que decir.
–Tiene que ser expulsado –repitió el marqués de P…–. ¿Qué será del Cielo si se llena de pobres? Ya hay bastantes en la tierra. Tenemos que sufrirlos durante nuestras cortas vidas, soportar su suciedad, su sudor, sus lamentos, y no estamos dispuestos a pasar con ellos la eternidad. Sería demasiado.
El marqués se levantó con tanta violencia que tiró al suelo la silla en la que se sentaba.
–No tengo nada más que decir.
***
Enrique Pérez nunca se había sentido tan desgraciado. Desde que llegó, había permanecido en un apartado rincón, lejos de todo aquel encono. Allí no había más que señores graves, damas severas, que, cuando se cruzaban con él, le miraban con desprecio. Nunca había prestado mucha atención a las palabras del párroco cuando hablaba del Reino de Dios, y nunca había esperado merecerlo. Si había hecho lo que hizo, fue porque consideraba que estaba bien.
Por eso, cuando llegó un mensajero y le dijo que tendría que abandonar el Cielo de inmediato, que se había producido un error, se alegró, se consideró el más dichoso de los seres. La eternidad en el Infierno, estaba seguro, no sería peor que todo el sufrimiento y dolor de la tierra.
lunes, 10 de octubre de 2011
UVEDA: No me van a creer que tuve de pasajero a Ernesto Sabato
En los últimos años los viajes en taxi eran la fuente de un montón de situaciones risueñas y anécdotas que al señor le divertían mucho. Al volver a casa, a veces muerto de risa, nos contaba lo que le había pasado. Era frecuente que lo reconocieran y al llegar a destino se negaban a cobrarle el viaje y algunos, los menos, le hacían referencia a sus libros y a los personajes que él había creado. En más de una ocasión, el taxista reconocía que estaba llevando a una persona famosa, pero no lograba identificarlo del todo, o si bien sabían que se trataba de Borges, no sabían bien a qué se dedicaba. El señor evadía las precisiones a las preguntas que le formulaban y guardaba como en secreto su identidad. Quizás el hecho que más gracia le causó fue con un taxista que inmediatamente de haber subido lo reconoció y lo empezó a llenar de elogios, incluso referidos a su literatura. Al llegar al sitio requerido por el señor, el taxista seguía elogiándolo hasta que se despidió de la siguiente manera: "Esta noche, cuando llegue a mi casa, no me van a creer que tuve de pasajero a Ernesto Sabato".
Epifanía UVEDA DE ROBLEDO, Alejandro VACCARO, El señor Borges, Edhasa, Barcelona, 2004.
Epifanía UVEDA DE ROBLEDO, Alejandro VACCARO, El señor Borges, Edhasa, Barcelona, 2004.
BUKOWSKI: ¡Terrateniente comunista!
Había otro individuo que siempre parecía estar muy tranquilo, y bien alimentado. Llevaba un taller de poesía en una iglesia los domingos por la tarde. Tenía un bonito apartamento. Era miembro del partido comunista. Vamos a llamarle Fred. Le pregunté a una señora mayor que acudía a su taller de poesía y le admiraba enormemente:
—Oiga, ¿cómo se gana la vida Fred?
—Bueno —me dijo—, Fred no quiere que lo sepa nadie, porque es muy reservado para estas cosas, pero se gana la vida limpiando furgones de comida.
—¿Furgones de comida?
—Sí, ya sabe, esos furgones que van por ahí vendiendo café y bocadillos durante los descansos y las horas de comer en los lugares de trabajo. Bueno, pues Fred limpia esos furgones de comida.
Pasó un par de años y luego se descubrió que Fred también era propietario de un par de edificios de apartamentos, y que vivía principalmente de las rentas. Cuando me enteré de eso me emborraché una noche y me fui al apartamento de Fred. Estaba situado encima de un pequeño teatro. Todo muy artístico. Salté del coche y llamé al timbre. No me quería contestar. Yo sabía que estaba allí arriba. Había visto moverse su sombra detrás de las cortinas. Volví al coche y empecé a hacer sonar la bocina y a gritar: “¡Eh, Fred! ¡Sal de ahí!” Lancé una botella de cerveza contra una de sus ventanas. Rebotó.
Eso le hizo parecer. Salió al pequeño balcón de su apartamento y echó una mirada miope hacia donde estaba yo.
—¡Márchate, Bukowski!
—Fred, baja aquí, te voy a dar una patada en el culo, ¡terrateniente comunista!
Fred entró corriendo en su apartamento. Yo me quedé allí esperándole. Nada. Luego se me ocurrió que estaría llamando a la policía. Y yo a la policía ya la tenía muy vista. Me metí en el coche y regresé a mi casa.
Charles BUKOWSKI, El capitán salió a comer y los marineros tomaron el barco, Anagrama, Barcelona, 2002.
—Oiga, ¿cómo se gana la vida Fred?
—Bueno —me dijo—, Fred no quiere que lo sepa nadie, porque es muy reservado para estas cosas, pero se gana la vida limpiando furgones de comida.
—¿Furgones de comida?
—Sí, ya sabe, esos furgones que van por ahí vendiendo café y bocadillos durante los descansos y las horas de comer en los lugares de trabajo. Bueno, pues Fred limpia esos furgones de comida.
Pasó un par de años y luego se descubrió que Fred también era propietario de un par de edificios de apartamentos, y que vivía principalmente de las rentas. Cuando me enteré de eso me emborraché una noche y me fui al apartamento de Fred. Estaba situado encima de un pequeño teatro. Todo muy artístico. Salté del coche y llamé al timbre. No me quería contestar. Yo sabía que estaba allí arriba. Había visto moverse su sombra detrás de las cortinas. Volví al coche y empecé a hacer sonar la bocina y a gritar: “¡Eh, Fred! ¡Sal de ahí!” Lancé una botella de cerveza contra una de sus ventanas. Rebotó.
Eso le hizo parecer. Salió al pequeño balcón de su apartamento y echó una mirada miope hacia donde estaba yo.
—¡Márchate, Bukowski!
—Fred, baja aquí, te voy a dar una patada en el culo, ¡terrateniente comunista!
Fred entró corriendo en su apartamento. Yo me quedé allí esperándole. Nada. Luego se me ocurrió que estaría llamando a la policía. Y yo a la policía ya la tenía muy vista. Me metí en el coche y regresé a mi casa.
Charles BUKOWSKI, El capitán salió a comer y los marineros tomaron el barco, Anagrama, Barcelona, 2002.
domingo, 9 de octubre de 2011
Cómo El hacedor (de Borges), Remake se convirtió en una novela política
¿Cuántas obras artísticas y webs hoy en día se valen de textos, vídeos, imágenes o sonidos de procedencias diversas? El Hacedor (de Borges), Remake, más que como singularidad, podría tomarse como ejemplo de un procedimiento que se aplica de forma masiva en la actividad creativa de nuestros días, a través de formas que no son más que la versión actualizada de un principio rector de la cultura y el conocimiento: lo nuevo siempre se construye a través de lo viejo, y de lo ajeno. Seguir ese principio, que se halla muy por encima de legislaciones e intereses particulares, no solo es legítimo; es fundamental. La inmensa mayoría de las personas así lo comprenden.
El Cultural, viernes 6 de octubre de 2011
Texto completo
El Cultural, viernes 6 de octubre de 2011
Texto completo
SARRIONANDIA: Kafka y la niña
Kafka pasea por la calle. La tarde es nublada y tranquila.
Una niña llora en la acera. Franz Kafka se acerca a la niña, que oculta su cara bajo mechones pelirrojos. Llora porque ha perdido su muñeca.
-No, no se ha perdido -le dice Franz Kafka-. Hace poco me he encontrado con tu muñeca -añade-, a la salida de la ciudad. No se ha despedido porque los adioses son tristes. Y me ha dicho que te ha escrito.
La niña se seca las lágrimas con las manitas. Desde la profundidad de sus ojos azules, mira al hombre moreno, al extraño mensajero.
El mensajero, Franz Kafka, sube calle arriba con su traje negro y paso lento, para perderse, como el más misterioso de los mensajeros, tras la esquina de la calle.
La niña, durante las semanas siguientes, recibió las cartas de la muñeca, en las que le contaba un viaje extraordinario, cada vez desde más lejos.
Una niña llora en la acera. Franz Kafka se acerca a la niña, que oculta su cara bajo mechones pelirrojos. Llora porque ha perdido su muñeca.
-No, no se ha perdido -le dice Franz Kafka-. Hace poco me he encontrado con tu muñeca -añade-, a la salida de la ciudad. No se ha despedido porque los adioses son tristes. Y me ha dicho que te ha escrito.
La niña se seca las lágrimas con las manitas. Desde la profundidad de sus ojos azules, mira al hombre moreno, al extraño mensajero.
El mensajero, Franz Kafka, sube calle arriba con su traje negro y paso lento, para perderse, como el más misterioso de los mensajeros, tras la esquina de la calle.
La niña, durante las semanas siguientes, recibió las cartas de la muñeca, en las que le contaba un viaje extraordinario, cada vez desde más lejos.
sábado, 8 de octubre de 2011
SAPKOWSKI: El lago mágico
La superficie del agua era de un azul profundo, cual zafiro pulido, lisa como un espejo, hasta tal punto que las cumbres de las montañas, que se miraban en él, ofrecían un aspecto más hermoso en forma de reflejo que en la propia realidad. Un viento frío y vivificante soplaba desde el lago y nada perturbaba la digna calma, ni siquiera el chapuzón de un pez o el canto de un ave acuática.
El caballero se estremeció de la impresión. Pero en vez de continuar cabalgando por la cima de la colina, dirigió al caballo hacia abajo, hacia el lago. Tal y como si fuera atraído por la fuerza magnética de un hechizo que dormitara allá, abajo, en el fondo, en lo profundo de las aguas. El caballo posaba los cascos tímidamente entre las quebradas rocas, mostrando con un relincho apagado que él también percibía el aura mágica.
Andrzej SAPKOWSKI, La dama del lago (volumen 1), Alamut, Madrid, 2010.
El caballero se estremeció de la impresión. Pero en vez de continuar cabalgando por la cima de la colina, dirigió al caballo hacia abajo, hacia el lago. Tal y como si fuera atraído por la fuerza magnética de un hechizo que dormitara allá, abajo, en el fondo, en lo profundo de las aguas. El caballo posaba los cascos tímidamente entre las quebradas rocas, mostrando con un relincho apagado que él también percibía el aura mágica.
Andrzej SAPKOWSKI, La dama del lago (volumen 1), Alamut, Madrid, 2010.
BUKOWSKI: Gatos
Mis 9 gatos me parecen los más grandes genios de este mundo. En mi próxima vida quiero ser gato. ¿Sabíais que los gatos duermen 20 horas de cada 24? No me sorprende que tengan mejor aspecto que yo. Dormir 20 horas al día y esperar a que me den de comer.
Charles BUKOWSKI, El capitán salió a comer y los marineros tomaron el barco, Anagrama, Barcelona, 2002.
Charles BUKOWSKI, El capitán salió a comer y los marineros tomaron el barco, Anagrama, Barcelona, 2002.
viernes, 7 de octubre de 2011
UVEDA: Los libros perdidos de Borges
Ahora recuerdo que en una oportunidad vinieron unas amigas del señor y le ayudaron a poner un poco de orden y de paso para tirar un montón de papeles que no servían. Lo cierto es que al día siguiente el señor estaba como loco porque no podía encontrar una carpeta con un montón de papeles que al parecer iban a ser para un libro. Me hizo buscar por toda la casa y esa carpeta nunca apareció. Las señoras tampoco aparecieron más porque el señor se quedó muy enojado con ellas.
Pobre señor, unos años después le volvió a pasar lo mismo, en otro episodio que lo llenó de angustia. Cuando volvió de un viaje por Estados Unidos, que había hecho con María, estaba muy inquieto porque le habían robado un bolso donde tenían algunas pertenencias. Pero realmente lo que más le molestaba era que en el bolso tenía el manuscrito de un libro que recientemente había terminado y no lo pudo recuperar más.
Epifanía UVEDA DE ROBLEDO, Alejandro VACCARO, El señor Borges, Edhasa, Barcelona, 2004.
Pobre señor, unos años después le volvió a pasar lo mismo, en otro episodio que lo llenó de angustia. Cuando volvió de un viaje por Estados Unidos, que había hecho con María, estaba muy inquieto porque le habían robado un bolso donde tenían algunas pertenencias. Pero realmente lo que más le molestaba era que en el bolso tenía el manuscrito de un libro que recientemente había terminado y no lo pudo recuperar más.
Epifanía UVEDA DE ROBLEDO, Alejandro VACCARO, El señor Borges, Edhasa, Barcelona, 2004.
MORÁN: Bombardeo del bosque tropical
Un navío de guerra europeo, para demostrar la soberanía o para entrenamiento de sus oficiales, bombardea el bosque tropical sin aminorar la marcha, ni comprobar si alcanzaron los obuses algún objetivo. Los proyectiles caen y son absorbidos entre los helechos gigantes. Quede su metal herrumbroso entre la arcilla como bandera de la inutilidad de los ejercicios de poder.
Fernando MORÁN, Palimpsesto. A modo de memorias, Espasa, Madrid, 2002.
Fernando MORÁN, Palimpsesto. A modo de memorias, Espasa, Madrid, 2002.
jueves, 6 de octubre de 2011
TRANSTRÖMER: Madrigal
Heredé un bosque sombrío donde rara vez voy. Mas llegará un día en que los muertos y los vivos cambien de lugar. Entonces, el bosque se pondrá en movimiento. No estamos sin esperanzas. Los crímenes más difíciles continúan sin aclarar a pesar de los esfuerzos de muchos policías. Del mismo modo, hay en nuestra vida un gran amor sin aclarar. Heredé un bosque sombrío pero hoy yo camino en otro bosque, el luminoso. ¡Todas las criaturas que cantan, serpentean, mueven la cola y se arrastran! Es primavera y el aire es muy fuerte. Tengo un diploma de la universidad del olvido y estoy tan vacío como la camisa que cuelga del cordel.
RODRÍGUEZ JIMÉNEZ: El escritor fantasma
Cuando abren la caja, se dan cuenta de que algo ha fallado. Desde luego, han conseguido sacarle de la cárcel, pero la lividez del rostro les confirma que Larrea lleva varias horas muerto. Aparte de llorarle, sus camaradas no saben qué hacer. Los veinticinco años de condena les parecen ahora preferibles a aquello. La idea de uno de ellos, aquella extraña ocurrencia, es la que acaba prevaleciendo: harán correr el rumor de que la fuga tuvo éxito y de que Larrea ha cruzado la frontera sin problemas. La policía estatal tendrá que distraerse persiguiendo a una sombra.
Larrea ha aprovechado las largas horas de tedio en la cárcel para escribir nostálgicos poemas. Hay que mantener el engaño, el difunto continuará publicando. Los camaradas envian algunos versos, firmados por el fugado, a la editorial que hasta entonces le había publicado. Al principio, les extraña a los editores una evolución tan radical en el estilo de Larrea, pero pronto se acostumbran a los cambios continuos en los temas y en la métrica, a los meses de fecundidad, a los años de silencio.
Larrea ha aprovechado las largas horas de tedio en la cárcel para escribir nostálgicos poemas. Hay que mantener el engaño, el difunto continuará publicando. Los camaradas envian algunos versos, firmados por el fugado, a la editorial que hasta entonces le había publicado. Al principio, les extraña a los editores una evolución tan radical en el estilo de Larrea, pero pronto se acostumbran a los cambios continuos en los temas y en la métrica, a los meses de fecundidad, a los años de silencio.
miércoles, 5 de octubre de 2011
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