Yo vengo de la generación del SÍ o el NO. La generación del SÍ o el No nació en la década de los sesenta, como quien esto escribe. La generación del SÍ o el NO también corresponde a los que vinieron a este mundo en los cincuenta. La generación del SÍ o el NO, a la cual pertenezco sí o sí, es un poco cansina. También la definiría como viejuna, tomando prestados los adjetivos de esos generadores de vocabulario juvenil que han sido los de Muchachada Nui. La generación del SÍ o el NO, a la que también podría denominarse generación del Blanco o Negro, lleva toda la vida impartiendo doctrina y negándole el pan y la sal al adversario. La generación del SÍ o el NO, a la cual pertenezco sin orgullo, tenía respuestas para todo; cada momento de la vida tenía su sí o su no inmediato y sin fisuras. Veamos algunas casillas de nuestro sistema de clasificación: películas de Walt Disney, NO; Joaquín Sorolla, NO; El amor brujo, NO; el folk rural, SÍ; la barba en los hombres, SÍ; el vello en los sobacos femeninos, SÍ rotundo; los dibujos animados checoslovacos, SÍ; los musicales americanos, NO; Martin Luther King, NO; Malcolm X, SÍ; Louis Arsmtrong, NO; en cambio, Miles Davis, SÍ; los perros, NO; los gatos, SÍ, que no son serviles; los cuentos de brujas, NO; los Beatles, NO; los Rolling Stones, SÍ; arte abstracto, SÍ; figurativo, NI DE COÑA; pana, SÍ; pantalón de tergal con raya, NO; Borges, NO, por facha; Cortázar, SÍ.
El País, sábado 24 de diciembre de 2011.
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