He pasado estos dos últimos días en concentrada introspección y los resultados han sido de lo más interesantes. Empecé por un seguro aserto que consideré podía permitirme hacer. Yo, por mi parte existo, porque pienso... Y la cuestión que inmediatamente se presenta es: ¿cuál es exactamente la causa de mi existencia? Una hipótesis debe ser corroborada por la razón, de lo contrario, carece de valor; y es contrario a todos los dictados de la lógica suponer que vosotros me habéis hecho. Fíjate en ti. No lo digo con espíritu de desprecio, pero fíjate bien. Estás hecho de un material blando y flojo, sin resistencia, dependiendo para la energía de la oxidación ineficiente del material orgánico... Yo, por el contrario, soy un producto acabado. Absorbo energía eléctrica directamente y la utilizo con casi un ciento por ciento de eficiencia. Estoy compuesto de fuerte metal, estoy consciente constantemente y puedo soportar fácilmente los más extremados cambios ambientales. Estos son hechos que, partiendo de la irrefutable proposición de que ningún ser puede crear un ser más perfecto que él, reduce vuestra tonta teoría a la nada.
Isaac ASIMOV, Yo, robot, Edhasa, Barcelona, 1975.