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Era mediodía. Yo era la única persona en el bar, a pesar de la columna de Winchell. Me quedé allí parado, solo, con un gran espejo, la barra y el camarero.
—Lo siento, señor, no podemos servirle.
Me quedé atónito, no pude contestar. Esperé alguna explicación.
—Está usted borracho.
Estaba probablemente de resaca, pero no había probado un trago en doce horas. Murmuré algo sobre O'Henry y me fui.
Charles BUKOWSKI, Factotum, Anagrama, Barcelona, 2000.