La india hablaba en buen inglés y, para mi sorpresa, me enteré de que ella también era presbiteriana. Un misionero la había educado en esa religión. ¡Qué predicadores teníamos en aquellos días! Se tomaban realmente al pie de la letra lo de "por los caminos y por los vallados" (Lucas 14, 23). Mrs. Bagby no era presbiteriana de Cumberland, sino que pertenecía a la Iglesia presbiteriana del sur. Ahora yo también soy miembro de esa Iglesia. Nada tengo que decir contra los de Cumberland. Rompieron con la Iglesia presbiteriana porque no creían que un predicador necesitase mucha educación formal. Eso está muy bien, pero no se muestran muy sensatos en lo de la predestinación. No la acaban de aceptar. Confieso que es una doctrina dura y que va en contra de nuestras terrenales ideas sobre el juego limpio, pero no veo forma de rebatirla. Lean la primera epístola a los Corintios (6, 13) y la segunda a Timoteo (1, 9-10). Y también la primera de san Pedro (1, 2; 19, 20), y a los Romanos (11, 7). Ahí tienen. Eso satisfizo a Pablo y a Silas y me satisface a mí. Y también les ha de satisfacer a ustedes.
Charles PORTIS, Valor de ley, Debolsillo, Barcelona, 2011.