Estoy sola contra el mundo, soy una incomprendida, y mi madre es una verdadera nulidad. Me ha confiscado el teléfono móvil simplemente porque he sobrepasado un poco las horas establecidas en el contrato. Y digo yo, ¿para qué sirve un teléfono si no puedes usarlo para llamar cuando quieras? Estoy harta. Si tuviera un contrato de cincuenta horas, no las habría sobrepasado... En realidad, está celosa porque no tiene a nadie a quien llamar, así que se venga con su hija: "¡Bla-bla-bla, bla-bla-bla...! ¿Por qué te pasas horas hablando por teléfono con Nadège? Ve a verla, vive enfrente." O sea, que no tengo derecho a quedarme en mi habitación, ¿es eso?. ¿Por qué tengo que salir? No quiero ver el sol, esa ridícula estrella. El sol no sirve para nada... Mi madre no se da cuenta del tiempo que necesito para vestirme, peinarme y maquillarme antes de salir. ¡No voy a pasarme la vida delante del espejo, pudiendo telefonear!
Jean TEULÉ, La tienda de los suicidas, Zeta Bolsillo, Barcelona, 2007.
Jean TEULÉ, La tienda de los suicidas, Zeta Bolsillo, Barcelona, 2007.