Los españoles, en el asedio de Haarlem, arrojaron a la ciudad la cabeza de uno de los prisioneros. Los habitantes les tiraron once cabezas de españoles, con esta inscripción: Diez cabezas por el pago del diezmo y la número once por intereses. Cuando Haarlem se rindió sin condiciones, los vencedores hicieron ahorcar a todos los magistrados, a todos los pastores protestantes y a más de mil quinientos ciudadanos: esto es tratar a los Países Bajos como habían tratado al Nuevo Mundo. La pluma se le cae a uno de las manos cuando vemos cómo los hombres las gastan con los hombres.
VOLTAIRE, Sarcasmos y agudezas, Círculo de Lectores, Barcelona, 2004.
VOLTAIRE, Sarcasmos y agudezas, Círculo de Lectores, Barcelona, 2004.