Jorge Luis BORGES: "Nadie puede leer dos mil libros. Yo no habré pasado de una media docena. Además no importa leer, sino releer."

domingo, 3 de octubre de 2010

DE LA SIERRA: El mar en la Gran Guerra

"Heroica pero también innecesaria y temeraria decisión, que le llevaría al desastre, pero que, dadas las circunstancias en que fue tomada, no podemos menos de respetar."
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"El viento refrescaba y arbolaba la mar, una mar coronada de espumas que destellaban al sol del atardecer. Las rodas de los cruceros acorazados, lanzados ya a buena velocidad, partían las olas con intermitentes y arrítmicos pantocazos que les hacían retemblar de quilla a perilla. Los fríos rociones y masas de agua se colaban en catarata a través de las mirillas para los anteojos de puntería de las torres proeles, mojando hasta los huesos a sus sirvientes y a los que iban en la cámara de maniobra situada debajo. Los buques habían sido arranchados a son de combate, con todos los candeleros de cubierta abatidos, los botes llenos de agua de mar para evitar incendios."
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"La actitud de Von Spee fue todo lo comedida que cabía esperar de un marino tan caballeroso e inteligente. No habló ni una sola palabra de triunfo sobre los muertos, escribe Winston Churchill."
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"Comprendimos que la batalla de aniquilamiento comenzaba y que el sol lucía para nosotros por última vez."
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"Cadáveres imposibles de reconocer yacían en cualquier parte y, en los mamparos, grandes manchas de sangre o pedazos de cerebro incrustados."
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"Todavía la torre de proa del Gneisenau hizo un postrer disparo con uno de sus cañones, y aquel proyectil, que había sido trabajosamente trasladado desde los pañoles del combés, se incrustó en el costado del Invincible, por debajo de la flotación. Fue como si el indomable Gneisenau hubiera querido escupir al rostro de su inmensamente superior adversario, que, por supuesto, volvió a reanudar el machaqueo artillero."
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"Cada submarinista tenía incrustada en el corazón aquella amplitud de su tarea en los grandes espacios y se sentía rico como un rey y no se habría cambiado por nadie."
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"Mandar un buque de guerra que opere con independencia es una de las cosas que realmente merecen la pena en esta vida."
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"Era un eslabón flojo y que, accidentalmente, pronto tendría que soportar todo el peso de la responsabilidad en la batalla. Un peso para el que no estaba forjado."
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"Era seguramente un buen subalterno, que no había nacido para el mando."
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"Sólo las mentes vulgares se sienten perfectamente capacitadas para todo, aunque, como en el caso que nos ocupa, no lo estén en realidad."
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"Uno de esos individuos que llegan pero que no se lo merecen."
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"Jellicoe no hubiera podido perder la batalla ni aun proponiéndoselo."
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"Las memorias de cualquier hombre que ha desempeñado cargos de responsabilidad constituyen, prácticamente sin excepción, un justificante del autor ante sus detractores y la sociedad en general."
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"Las que imperativamente en la batalla son las circunstancias, las imprevisibles posibilidades favorables, los fallos inesperados del enemigo, y no las ideas fijas, estereotipadas y, en el momento cumbre, probablemente ya superadas."
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"Condujo la batalla con una rigidez y una prudencia excesivas."
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"Un torpedo que acababa de lanzar contra él el sumergible francés Faraday, y cuya estela de burbujas de aire detectaron con horror los alemanes encaramados en la torreta cuando ya era humanamente imposible evitar el impacto del artefacto, saltó brusca e inesperadamente fuera del agua, hizo una extraña cabriola y, con gran estrépito, ¡pasó entre el cañón y la torreta del U-35! y se fue inofensivamente al mar por la otra borda, dejando a los submarinistas germanos mudos de espanto y asombro."
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"El crucero fue llevado a puerto, pero sus graves averías le obligaron a quedarse allí, en permanente nostalgia del mar, hasta el final de la contienda."
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"Al llegar el invierno, un albo sudario petrifica la azul y grisácea superficie, inmoviliza las olas, detiene las corrientes someras. Las gaviotas emigran, la voz del mar se extingue y, cuando no ruge la tempestad, un impresionante silencio se cierne sobre la inmensa, extraña y desolada llanura blanca, que se pierde en el infinito."

Luis DE LA SIERRA, El mar en la Gran Guerra, Editorial Juventud, Barcelona, 2006.

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