Jorge Luis BORGES: "Nadie puede leer dos mil libros. Yo no habré pasado de una media docena. Además no importa leer, sino releer."

martes, 20 de marzo de 2012

LECKIE: El infierno


Un hombre dice del estallido de la batalla: "Se desencadenó el infierno". La primera vez que lo dice, así es y resulta maravillosamente descriptivo. La enésima vez que lo dice, esas palabras se han gastado tanto que ya no tienen sentido: ha pasado como con todas las buenas frases, se ha convertido en un tópico.

Pero a los cinco minutos de esa primera ráfaga de ametralladora, de la aparición de aquella primera bengala enemiga que inundó el campo de batalla de una extraña luz verdosa y que al morir acentuó el manto envolvente de la noche, a los cinco minutos de todo aquello, se desencadenó el infierno. Todo el mundo disparaba, cada arma se elevaba con una voz resonante, pero no había ninguna orquestación, ninguna hermosa sinfonía macabra, como escriben los decadentes observadores que se quedan en retaguardia. Sólo había cacofonía, sólo había disonancia, sólo había salvajismo, ausencia de ritmo, pérdida de límites, pues cada uno dispara a lo que elige, cuando elige, donde elige. Sólo había explosiones, sonidos, alaridos, gemidos, siseos, estrépitos, temblores, sollozos. Aquello era el infierno.

Robert LECKIE, Mi casco por almohada, Marlow, Barcelona, 2011.