Jorge Luis BORGES: "Nadie puede leer dos mil libros. Yo no habré pasado de una media docena. Además no importa leer, sino releer."

lunes, 27 de agosto de 2012

MARTÍNEZ: Feria y fiestas


Cuando amanece, los gusarapos se arrastran por las calles bajo los efectos del estupor alcohólico, cubiertos de polvo, desaliñados, descalzos (o descalzas, más bien), balbuceantes, aturdidos. Durante seis o siete horas han ocupado el ferial, del que habían expulsado después de breve y desigual lucha a la gente normal.

Cada vez más, las ferias y fiestas se han convertido en una especie de macrobotellones autorizados. Sólo importa una cosa: beber, beber la mayor cantidad posible de alcohol, no parar de beber durante seis días. Los gusarapos tragan cerveza, toda clase de licores y combinados, chupitos, vino, valgas, cubalitros. Rinden infame culto a Baco, que se regocija por su póstumo triunfo.



A veces me pregunto qué pasaría si las ferias actuales, en vez de olímpicas melopeas, fuesen jocosas cuchipandas. ¿Me resultaría tan desagradable que la gente sólo se dedicara a comer? ¿Que alguien engullera en la Caseta del Partido Comunista no uno sino siete u ocho bocadillos de chorizo? ¿Que en la Caseta de la Expiración se devorasen gigantescos platos de migas? ¿Que se tomara como aperitivo en los bares un pollo asado entero, con su correspondiente guarnición de patatas y pimientos? ¿Que la Caseta Municipal no diera abasto sirviendo descomunales raciones de paella?


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