Jorge Luis BORGES: "Nadie puede leer dos mil libros. Yo no habré pasado de una media docena. Además no importa leer, sino releer."

lunes, 23 de abril de 2012

HERVÁS: El Amadís, nuestro libro nacional

Decía Borges que la historia de Argentina habría sido diferente si el libro nacional de su país hubiera sido Facundo y no Martín Fierro. Facundo es la historia de un sencillo soldado de las guerras civiles que murió enfrentado al dictador Rosas, al que los argentinos siempre han visto como un antecesor de Perón. Sarmiento, el autor del Facundo, pasó largos años de exilio soñando con una Argentina moderna, el Estados Unidos de Sudamérica. Cuando llegó a la presidencia del país, su hermoso lema de legislatura fue aquello de "gobernar es educar". Sin embargo, los argentinos prefirieron convertir el Martín Fierro en su libro nacional: el relato autobiográfico de un gaucho analfabeto, desertor, felón, asesino. Cristina Fernández gobierna su país gracias al Martín Fierro, se ha enriquecido gracias al Martín Fierro, ha expropiado YPF gracias al Martín Fierro. Cristina Fernández, Néstor Kirchner, los peronistas y justicialistas no serían nada en el país del Facundo.

Hubo una época, en el siglo XVI, en que el Amadís fue el libro nacional de España: los españoles dominaban Europa y estaban conquistando el Nuevo Mundo. Hazaña propia de Amadís fue que unos cientos de hombres de armas conquistaran imperios tan extensos como Europa y habitados por millones de personas. Aquellos hombres leían o se hacían leer el Amadís y otros libros de caballerías. (Sabido es que el nombre California procede de las Sergas de Esplandián.) Cuando los españoles convirtieron a Cervantes en su autor nacional, un escritor que, cuando era soldado, tenía como modelo a Amadís, cuando en España el Quijote comenzó a considerarse el libro de libros, el país entró en rápida decadencia. El Amadís hubiera debido ser nuestro libro nacional.

Quizá, aquel arcabuzazo turco que dejó manco a Cervantes y que le acabó alejando de la vida militar haya sido el acontecimiento más funesto para la historia de España. El tirador hubiera debido fallar o hubiera debido alcanzarle en el pecho.

Francisco HERVÁS, Reivindicación de los libros de caballerías.

Diario Jaén, lunes 23 de abril de 2012.


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