Y la noche fue primera y tuvimos que construir el día.
Y la tarea demandó más de cinco mil años a partir de unas escrituras.
Marchas y contramarchas. Perseguidos, expulsados, luchando contra la ignorancia, dando batalla al exterminio y a su cómplice: la indiferencia. El trabajo no se detuvo, las raíces desplegadas en la diáspora emprendieron una y otra vez el camino.
Nada fue de regalo, con lo poco y con lo que queda, hace sesenta y cuatro años comenzó a edificarse el Estado.
En cuestión de segundos el paso del silencio a la algarabía.
Una movilización popular va cubriendo cada espacio a cielo abierto de este diminuto terreno. Por la radio se anuncia la congestión del tránsito en las rutas que conducen a la Galilea o Tiberíades, parques circundantes a Tel Aviv se pueblan. Todos estamos impregnados del humo que emanan parrillas y barbacoas invadiendo el aire. Hileras de asado, hamburguesas, kebabs, pimientos morrones y berenjenas dispuestas sobre las brasas. No se ha podido imaginar una forma tan original para celebrar la Independencia.
Del otro lado, también podrían estar festejando, pero hace sesenta y cuatro años optaron por la causa perdida.
Juan ZAPATO, Iom haAtzmaút.